Generalmente leemos acerca de guionistas de comics que son celebridades super-exitosas y eso genera una confusión bastante frecuente en cuanto al nivel de poder que realmente tiene el típico autor de historietas. Lo cierto es que por cada guionista estrella que puede trabajar en lo que se le dé la gana, hay cuarenta de nosotros que dependemos mucho más de los caprichos de los editores y de la fuerza del mercado.
Todo esto, para explicar que yo no “abandoné” al mainstream, sino que me echaron. Yo tuve mucha suerte en el mainstream, durante muchos años, siempre a flote a pesar de dos o tres cambios de régimen muy marcados, siempre encontrando coordinadores y editores a los que les parecía estimulante trabajar conmigo. Pero hizo falta que un sólo tipo decidiera que no le gustaba mi trabajo –un tipo que se inició en un nivel bastante alto y rápidamente escaló en la jerarquía de DC- y listo, se acabó. Yo estaba contratada en exclusiva por DC, lo cual significa que no podía buscar trabajo en Marvel ni en ninguna otra editorial importante de comics, y me empezaron a sacar de las revistas en las que estaba trabajando. No hay drama, suele suceder; hice lo que cualquier creador hace en esos casos: empezar a proponer cosas nuevas. Pero todas las propuestas recorrían la cadena y volvían rechazadas cuando llegaban a la oficina de más arriba. Junté coraje y armé una reunión con el tipo que parecía tenérmela jurada. Tuvimos un almuerzo tenso pero no hostil y me aseguró que para él era un placer tenerme trabajando en DC. Inclusive me sugirió una serie para que yo elevara una propuesta. Entonces la propuse y ¿adivinen qué pasó? También me la rechazó.
¡Pero no todo estaba perdido! DC había tomado la decisión de crear un nuevo comic de Batwoman y esta vez querían que fuera lesbiana. Para mí, como mujer abiertamente bisexual, fue una emoción que me ofrecieran desarrollar la serie. Logré que me aprobaran un planteo general para seis meses y cuando iba por la mitad del segundo guión, me encuentro con una nota en el New York Times que decía que DC no tenía ninguna intención de publicar una serie de Batwoman. Llamé a mi coordinador, pero él no tenía más datos (ni más poder) que yo. Y se acabó. Nadie me llamó para aclararme por qué cambiaban de opinión… De hecho nunca más me llamó nadie de DC, punto. Eventualmente, la serie de Batwoman apareció, claro, a cargo de otro guionista.
Para ese momento, ya hacía casi un año que mi nombre no aparecía vinculado a ninguna serie mensual y yo estaba perdiendo entusiasmo. Por suerte, seguía teniendo trabajo en DC, en el sector de licencias, escribiendo novelas (lo cual me encantó, porque la prosa siempre fue mi primer amor). Pero no lograba que me aprobaran una sóla historieta. Para cuando se me venció la exclusividad, ese punto en el que podía volver a mandar propuestas a Marvel, ya estaba esencialmente afuera del mundo del comic y en una posición en la que tenía que volver a construirme una reputación desde cero.
Podría haber dado esa pelea, pero en ese momento yo estaba furiosa, exhausta, descorazonada y encima, bastante enferma. Tuve que interrumpir unas vacaciones en Italia para someterme a (y luego recuperarme de) una cirugía mayor, y para cuando eso quedó atrás, estaba de nuevo viviendo en California (donde, me hago cargo, no es tan fácil conseguir trabajo como en New York) y necesitaba desesperadamente una cobertura médica. Entonces encaré a otro de mis amores: los juegos, y empecé a trabajar en una industria que de hecho me dio horarios fijos y cobertura médica.
De todos modos, nunca dejé de escribir. Además de las novelas de Batman y Superman que ya mencioné, escribí varios ensayos, colaboré en las dos series de Womanthology y en la Girl Comics de Marvel, escribí un guión para la serie gráfica Mankind: The Story of All of Us, del History Channel, y los guiones de las dos novelas gráficas basadas en Uglies, la exitosa serie de novelas de Scott Westerfeld. Es muy loco terminar más de 400 páginas de guiones de historieta –para libros que se consiguen en Amazon.com, nada menos- y después pensar qué responderle a la gente que me pregunta por qué no estoy escribiendo.
En los últimos tres años, volví a escribir guiones full-time, incluyendo un regreso a los comics de superhéroes con Red Sonja Legends, que sale muy pronto, y un radioteatro acerca de una heroína pulp de los años ´30. También estoy preparando una columna para el sitio web de un amigo mío, acerca de comics y género. ¡Y va a venir mucho más!
¿Volvería? Sin dudas. Mi hijo menor empieza primer grado este otoño, así que espero tener más tiempo para trabajar en un futuro muy cercano. No trabajaría de nuevo para DC, seguro, hasta que no cambie la conducción. De hecho, traté de hacer algo para ellos hace dos años y fue una especie de comedia de enredos, pero mal. Era apena sun número de relleno, que me ayudó a conseguir un amigo muy querido que está haciendo trabajos maravillosos en la industria… algo que tendría que haber sido un trámite para mí, pero sinceramente, DC no se pudo mandar más cagadas ni aunque se lo hubiesen propuesto específicamente (aunque creo que este no fue el caso). Creo firmemente que la cultura empresarial y la ética laboral se imponen de arriba hacia abajo y me sumo a las decenas de autores que afirman que hoy DC es un pésimo lugar para trabajar. De alguna manera, por frustrante que fuera, la experiencia me hizo sentir mejor, porque me permitió pegar el portazo e irme sabiendo que no estaba siendo excluída de ninguna movida de la que me hubiese gustado formar parte.


