La gran ventaja que tiene la historieta es que para hacerla sólo necesitás lápiz y papel. Y publicarse uno mismo nunca fue una ciencia demasiado compleja. Si están la voluntad y la capacidad de usarle la fotocopiadora a alguien cuando está distraído, uno se puede convertir en un autor que publica. Yo por lo menos empecé así. Y la inserción en la industria también es más fácil que hace unos años, hay más editoriales, soportes distintos, más amplitud a la hora de aceptar material en estilos diferentes.
Lo cual no implica que sea más fácil trazar una carrera y vivir de esto. Ese es otro tema. Pero estamos en un mundo que se enriqueció con la explosión del manga, con la invasión de las librerías con los tomos recopilatorios y con la gloria de la web, que facilitó mucho todo. Creo que es un buen momento. El comic en Gran Bretaña, por ejemplo, parece haber renacido si lo comparamos con principios de los 2000, cuando yo estaba dando mis primeros pasos.
También está la proliferación de eventos, que para mí es algo muy sano. Hacer historietas es un trabajo mayoritariamente solitario. Ahora un poco menos, gracias a las redes sociales, pero sigue siendo una especie de aislamiento. Entonces a mí me sirve estar unos días con gente que lee los comics que escribo, me confirman que no es todo una gigantesca joda que me están haciendo los editores.
Otra cosa linda de los eventos es que los autores actuamos como si todo lo que hacemos o vamos a hacer fuera un éxito… ¡y hay gente que se lo cree! Venís, te mostrás muy confiado en tu próximo proyecto (sea un comic de Marvel o algo medio indie, medio raro) y la gente se convence de que tenés un éxito entre manos. Incluso a veces nos convencemos a nosotros mismos. Con The Wicked + the Divine me pasa algo muy raro, que es que yo le pregunto a los lectores por qué creen ellos que la serie fue un éxito. Jamie McKelvie y yo la manijeamos a full, la vendimos como si fuera a ser un éxito… pero no estábamos muy convencidos. Esperábamos que la gente nos creyera y nos creyó demasiado. Yo creo que habrá sido porque veníamos de hacer Young Avengers, una serie en Marvel que fue muy promocionada, y que no se parecía a las otras. Porque la verdad es que The Wicked + the Divine se pensó como algo poco comercial, como una timba que podía salir mal, y terminó siendo un verdadero suceso. Claramente el zeitgeist estaba de nuestro lado.
En general, cuando encaro un nuevo proyecto me pongo como meta tomar todo el oficio que llevo incorporado, meterle un par de conceptos raros, o difíciles, y hacer que explote. Que explote en los dos sentidos, el comercial y el artístico. El oficio lo aprendí en esos cinco o seis años de trabajo contínuo en Marvel. Ahí me enseñaron a moderar el tono, a comunicar de muchas maneras distintas. En Image aprendí a descontrolar, a trabajar sin ningún filtro. Eso exige un alto grado de auto-disciplina. Y aprendí que en un contexto de mayor libertad uno se puede expresar mejor… si tiene el oficio y las herramientas.
A veces las cosas te salen al revés de como las planeás, obviamente. Me ha pasado de tomar las peores cosas que me pasaron en la vida, ponerlas en una historieta y que la historieta resultara exitosa, y hasta alegre. Eso me da bronca, parte de mi alma artística se enoja con eso y me odia por hacer esas cosas, pero a veces pasa. Uno se las da de escritor serio, se prepara para sufrir, y se termina divirtiendo, los guiones salen fácil, los personajes resultan copados, a veces hasta son felices y vos decís “la puta madre, yo creía que estaba componiendo blues”.
Y a veces la propia estructura del proyecto que encarás te sirve de ancla. Hay trabajos que te ponen limitaciones, pero a veces son necesarias y a veces incluso son divertidas. Cuando escribía Darth Vader, por ejemplo, se me tenían que ocurrir cosas copadas para que hiciera Darth Vader… ¡en todos los episodios! En todos los episodios tenía que matar a alguien de algún modo imaginativo, porque eso es lo que quiere ver la gente que compra un comic de Darth Vader. Trabajamos con la idea de que Star Wars es para todos, es música pop. Entonces podíamos zarparnos y profundizar en algunas cosas, pero hasta ahí. Mi intención era escribir historias de Darth Vader que le gustaran a la gente que amó las precuelas, a las que odió las precuelas e incluso también a gente que ni siquiera vio las precuelas. Difícil satisfacer a todos, pero bueno, me esforcé para que todo se sintiera bien Star Wars. Se puede cambiar el tono, se puede cambiar el enfoque, podés cambiar lo que van a hacer los personajes, pero no te podés ir muy lejos de la idea de lo que es Star Wars, de la experiencia Star Wars-iana fundamental. Porque si no, ¿para qué carajo escribís Star Wars?…
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