Lo fantástico me apasiona. Es un género que me encanta y que me atrae por todo lo que me permite abordar, siempre buscando un enfoque diferente, que responde a mis influencias y a mis orígenes. En Europa, las cosas están muy codificadas y muy delimitadas. En México no es tan así. Todo se mezcla más fácilmente, y nos resulta más fácil encontrar un lugar para lo fantástico tanto en nuestra cultura como en nuestra vida cotidiana. Lo fantástico y lo cotidiano se pueden rozar, o cruzarse. No es algo que nos preocupe. En Europa estamos más enfocados en lo real. Lo fantástico en Europa tiene sus códigos, sus sub-géneros, y yo trato de no abordarlo de esa manera, sino con más libertad.
En general, trato de que mis personajes estén en tránsito de la infancia a la adolescencia, o de la adolescencia a la adultez, porque son períodos bisagra en la vida, que tienen mucho que ver con los descubrimientos y, antes que eso, con la curiosidad. A partir de ahí, nos podemos imaginar todo tipo de cosas, y es justamente un punto interesante para conjugarlo con lo fantástico. Descubrimos una etapa nueva, un nuevo período de la vida, que viene repleto de nuevas posibilidades, pero también de cosas que hay que manejar, o administrar, de alguna manera. ¿Y cómo se hace eso? Un talento se puede convertir en una especie de superpoder, y los problemas se nos pueden aparecer con la imagen de demonios… Yo uso mucho eso en mis historias… Por eso a veces pareciera que una historia está conectada con otra. Algunos lectores comentaban que Mil Tormentas tenía muchos puntos en común con La Serpiente de Agua, lo cual no es algo que yo haya planificado, pero es real. Incluso llegué a pensar en un tercer relato con este tipo de temática, en ese mismo universo, antes de pasar a hacer algo totalmente diferente, pero al final no lo hice, por miedo a repetirme.
Muchísimas cosas me influencian en la vida cotidiana e, inconscientemente, influencian notablemente a mi trabajo. Podemos hablar de la inspiración del momento, pero yo también me alimento de las imágenes de distintos creadores gráficos. Algunos me interpelan más que otros, y esto incluye también cosas como fotografías, o música… Pero es algo que no me planteo mucho. La elección de las técnicas dependen de mi humor y de una ambición gráfica.
La música es fundamental. Es algo que me interesa muchísimo, porque me parece un medio de expresión, al nivel de una película o una historieta. Uno de mis álbumes, Doomboy, es muy particular, porque lo encaré como una especie de documental acerca de un joven músico imaginario más que como un relato clásico. No fue un ejercicio fácil, pero sí muy interesante desde el lado de la narración. A partir de ahí me preguntan mucho por mi vínculo con el heavy metal y sí, toco un poco, pero para divertirme, con mis amigos. Pero les aseguro que no tengo ninguna pretensión en ese ámbito.
Vuelvo al tema del miedo a repetirme. En mis obras aparece un universo bastante sombrío, y hay momentos en los que me parece demasiado pesado, demasiado negro, y me da la impresión de que me cansa un poco jugar siempre con esos elementos, como si necesitara un poco de oxígeno… pero me dura un ratito, nomás.
Espontáneamente, dentro de mi manera de contar, aparece siempre un cierto tinte poético, que a los lectores les llama mucho la atención y que a mí me sorprende un poco. Es algo que nunca busqué, pero que está ahí y obviamente me resulta muy placentero. Lo que sí busco a la hora de pensar las historias es que la atmósfera tenga un rol importante. ¿Será que la poesía nace de ahí? Puede ser. También me concentro mucho en las sensaciones o las emociones que me gustaría transmitirle al lector. Un poco como cuando escucho una canción por primera vez y tengo la sensación de conocerla de antes. Es algo extraño… me encantaría que una de mis historietas le hiciera sentir esa sensación a quien la lee.
La condición esencial que me pongo es que aparezca una buena historia. No importa si es algo más clásico, que me obligue a salir de mi universo. Como ya dije, tengo miedo de repetirme, por eso siempre me atrae la posibilidad de encarar temas completamente distintos a los que ya visité. Por ejemplo ahora estoy pensando en hacer un western. Tengo algunas ideas, ya hice algunos estudios de personajes con caras de cowboys… pero también tengo mis dudas. El western me encanta, pero es un género en el que ya se hicieron muchísimas obras magníficas. Admiro enormemente todo lo que ya está hecho. Me encanta estudiar en detalle el trabajo de algunos autores que con cuatro o cinco líneas crean un espacio verosímil, una perspectiva, un decorado… Me falta trabajar muchísimo para llegar a ese nivel.
Un comentario