Drago es un personaje creado por el mítico Burne Hogarth, el dibujante que remplazara Hal Foster al frente de las historietas de Tarzán. Este artista nacido en Chicago el 25 de diciembre de 1911 y fallecido en París el 26 de enero de 1996, fue conocido no sólo por su intervención en las tiras de Tarzán sino también por su labor como docente e investigador de la historia del arte.
Pero vayamos al personaje en cuestión. Después de terminar su colaboración en Tarzán, se le encarga a Hogarth la creación de un nuevo personaje completamente original, Drago. Pero sería un personaje de corta vida, cuya publicación en diarios duraría tan sólo un año (4 de noviembre de 1945 al 10 de noviembre 1946). Esta prematura cancelación se debería no a la falta de éxito del personaje, sino a la existencia de otra tira donde la acción también transcurría en Argentina. Así es: Drago era un gaucho. La tira tuvo tanto éxito en Francia (donde se publicaría en el semanario “Coq Hardi” entre 1947 y 1948), que llegarían a hacerse episodios suplementarios inmediatamente posteriores al final original, de cuya existencia Hogarth se enteraría recién en 1967.
Para cuando Hogarth se embarcó en este experimento, faltaban muchos años para que visitara nuestro país. ¿Cómo hizo para plasmarlo sobre el papel, si su desconocimiento de la geografía argenta era absoluto? Muy sencillo: la descartó por completo. Es decir que la pampa seca ya no era tal, sino que fue invadida por rocas escarpadas, plantas de anchas hojas y hasta el transporte número uno del hombre mono (las lianas) hicieron su estelar aparición en la escenografía. Pero a pesar de los parecidos con su anterior obra, Burne supo crear distancias con el rey de la selva. No tanto en la ambientación, sino en el tiempo. Esta ya era una historieta casi de posguerra, donde los volcanes fueron remplazados por grandes cañones y los violentos salvajes fueron desplazados por los nazis ocultos en nuestro país. Si, leyeron bien: apenas terminada la guerra, muchos suponían la existencia de refugiados nazis aquí.
¿Como pudo entonces caracterizar los personajes con un completo desconocimiento de las personas que aquí habitaban? Fácil: utilizó todos los estereotipos existentes en Norteamérica sobre Sudamérica. Para empezar, Drago, hijo de un poderoso terrateniente llamado Don Rodrigo, decide combatir a los nazis a caballo, con el poncho al hombro, bombachas tradicionales y saco de torero (les avisé lo de los estereotipos). Incluso en las últimas planchas aparece con un antifaz muy a lo Zorro. Como acompañante tenemos a su fiel Tabasco, otro estereotipo: rechoncho, bigotudo y petiso, cumple la función de todo compañero, que es estar ahí sin hacer gran cosa. El villano tal vez sea el más original de todos, pues el Barón Zodiac parece salido de una opereta, vestido con un traje, manos enguantadas, sombrero e incluso una oscura capa que lo envuelve. Uno de los logros con este personaje es que en ningún momento se le ven los rasgos del rostro; tan sólo se nos muestra a un viejo de rasgos angulosos, que fuma cigarrillos de boquilla larga, siempre oculto en las sombras. La única luz se refleja sobre su monóculo, y así Hogarth crea un personaje misterioso, del que jamás conoceremos su identidad. Uno de los villanos secundarios que más llama la atención es Stiletto, un asesino que ronda al protagonista vestido como un payaso. Los personajes femeninos son pocos y de presencia casi efímera. La villana, Tosca (ese es el nombre), tiene como función principal la de tramar un maligno plan con Don Rodrigo y levantarse a Drago. Existe una dulce dama en peligro, Darby, y también tenemos a Flamingo, una mujer con una personalidad muy similar a la de nuestro aventurero, que será quien se lleve el chico a los yuyos.
Bueno, llegados a este punto uno se pregunta cuál es interés real de esta historieta casi olvidada. Ya dejamos en claro que el lugar representado no condice con la realidad, los personajes están basados en estereotipos de la época, e incluso el desarrollo del argumento es bastante tradicional, por no decir chato. ¿Donde está la fuerza real de esta historia de efímera vida? Básicamente en la coherencia. Los personajes jamás desentonan con el entorno ni con el tono de la historia. Sin ir más lejos, Tabasco, que es a todos los fines el personaje cómico, jamás cae en el absurdo. El teatral Barón Zodiac, aún con todas las exageraciones, nunca llega a ser patético o bufonesco. También debemos darle una mención aparte a la capacidad de Hogarth para crear personalidades distintas con tan sólo el dibujo, porque a pesar de las similitudes existentes entre Tarzán y Drago (ambos millonarios, aventureros y una capacidad para rebelarse ante lo impuesto por sus familias), estos personajes toman caminos distintos. No ya por su condición, sino por sus edades: mientras el hombre mono es un adulto experimentado, de musculatura complemente formada, Drago es un joven impulsivo y físicamente todavía en formación.
Aparte de todo lo enumerado anteriormente, aquí podemos ver a Hogarth alejado de la estricta tira diaria. Aprovechando el espacio de la plancha dominical, se permite jugar con la estructura de las viñetas y le otorga a la historia una impronta casi barroca. Por esas razones me parece que esta obra debe ser tomada en cuenta, y porque a veces es bueno leer estas historias inocentes, pero no necesariamente malas.
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