Nuevo Enero y nueva aparición de esta novela de J.J.R. Tolkien en nuestra sección. Y no vamos a hablar de la segunda parte de la saga de Peter Jackson (El Hobbit: La Desolación de Smaug) –aunque vamos a hacer referencia a ella varias veces-, sino que vamos a ver cómo se adaptó la novela de 1937, que el creador de la saga llamó “The Hobbit or There and Back Again”, para un largometraje animado en 1977. El talentoso director de dibujos animados, Arthur Rankin Jr. (productor de los Thundercats entre otras cosas) co-dirige con Jules Bass, para una producción de ABC Video Enterprises y Rankin/Bass Productions, una muy buena adaptación de la obra en cuestión -con las limitaciones que tenían la películas animadas en 1977-. Estrenada el 27 de noviembre en los Estados Unidos, no tuvo el éxito que quizás se merecía, principalmente porque se vio eclipsada por el fenómeno Star Wars. La adaptación del libro de Tolkien estuvo a cargo de Romeo Muller y comete algunas traiciones menores, principalmente para meter toda la obra en 77 minutos, con un presupuesto estimado de 3.000.000 de dólares. Por supuesto tiene que volar la parte de Beorn que no es tan importante y el picnic de los elfos en el…
Pará, pará, ¡pará! ¿Setenta y siete minutos, y tres millones de dólares? Pero… ¿estamos seguros de que hablamos de una adaptación de LA MISMA obra que al gordo Jackson le va a ocupar un mínimo de siete horas (casi 500 minutos!) y un presupuesto que ya pasa los 220 millones de dólares con 35 años de adelantos tecnológicos a favor? Sí, maestro, hablamos de la misma obra y dos adaptaciones totalmente diferentes, pero ambas muy buenas.
Mientras que Jackson trata de estirarla a morir y convertir esta primer trilogía en una primera parte a su serie de El señor de los Anillos, Arthur Rankin –por el contrario- trató de hacer una historia lo más simple y autorreferencial posible, breve, económica, extrayendo lo fundamental del libro base.
Cualquiera que vio The Desolation of Smaug probablemente se haya hecho estas preguntas: ¿Para qué mierda mete toda la escena de Beorn, si apenas importa? Es claramente relleno, pero al mismo tiempo, Tolkien lo puso, por ende está bien que esté; y lo más importante: ¿cómo coño va a lograr que “There and Back Again”, la tercera película de la saga, dure más de 40 minutos si apenas le faltan seis capítulos (60 páginas en la clásica edición de Minotauro)? La respuesta puede ser que vaya a otros libros de Tolkien a ver eventos que suceden en esta época y los agregue para darle más cohesión con el comienzo de La Comunidad del Anillo (toda la trama de Gandalf en Dol Guldur), o que para la Batalla de los Cinco Ejércitos, en lugar de contar el prólogo y el epílogo (como en el libro y en esta adaptación animada), Jackson nos muestre una contienda épica tremenda y completa, de horas de duración, para así justificar una trilogía tan extensa. Probablemente, la respuesta final sea una mezcla de estas dos posibilidades.
Pero volvamos a la obra de Rankin y compañía: decíamos que dejó afuera el banquete de los elfos oscuros en el bosque (¿y qué? Si hasta Jackson, que buscaba cómo estirar la peli, dejó afuera esta parte), no se apegaron mucho a las descripciones de Tolkien en cuanto al look de los elfos –o de Gollum-, hay un par de canciones –que si bien respetan el tono de Tolkien, no están en el libro- y, la mayor traición, para cerrar la historia, Gandalf descubre que el anillo de Bilbo es EL Único, cosa que en realidad no se sabrá hasta The Fellowship of the Ring. Más allá de estas recriminaciones puntillosas, la adaptación de la obra ganó el premio Peabody (para Romeo Muller en 1978), este Hobbit fue nominado al premio Hugo (perdió contra Star Wars, destino cruel), y antes de su estreno televisivo el New York Times dijo que “Rankin and Bass Productions ha adaptado cuidadosamente a “The Hobbit” en una película”. Aunque muchos fans de Tolkien la putearon (nunca se puede contentar a todos) la crítica habló maravillas de la adaptación, destacando que era muy fiel a la historia de Tolkien y con un elenco vocal inmejorable. Pará… ¿Setenta y siete minutos, y tres millones de dólares? Se consigue en DVD, no dejes de verla. Vale la pena. Te juro que no aparece Radagast.
Para cerrar, vamos a enterrar con carretillas de boñiga fresca “Jonah Hex” (2010, dirigida por Jimmy Hayward, el de Horton y el Mundo de los Quién), una mala película por no saber adaptar un muy buen comic. Nada más. Si sos masoquista, mirala y sacá tus propias regurgitaciones.
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