Bienvenidos nuevamente a esta sección. Como ya aclaramos en la entrega anterior, acá no nos importa quién actúa, quién dirige o quien hizo el catering de la película, en tanto y en cuanto no tenga relación con la transposición del medio original al film. Acá no cuentan los presupuestos millonarios, los éxitos de taquilla o “la trama cargada de suspenso que te mantendrá aferrado a la butaca”. Nuestro análisis tiende a investigar las relaciones entre el producto original con la película final. Principalmente analizaremos películas que adaptan comics (no nos olvidemos que ante la falta de ideas que sufre Hollywood desde hace unas décadas, las historietas se han convertido en una fuente mágica para sacar conceptos innovadores… ¡que hasta ya vienen con el story-board hecho!), pero hoy nos topamos con un blockbuster veraniego que –aunque viene de la literatura- no podemos dejar pasar sin descuartizar bajo nuestra lupa: The Hobbit- An unexpected journey, basado en varios libros de J.R.R. Tolkien, principalmente en “The Hobbit- Viaje de una ida y una vuelta”, una historia que pasa sesenta años antes de la trilogía de El Señor de los Anillos.
Consideraciones de la obra: publicado originalmente en 1937, John Ronald Reuel ya venía desde hacía varios años pergeñando todo su mundo fantástico para darle uso a los idiomas que había creado. Enfrascado en las historias de la Primera Edad para su Libro de los Relatos (que luego publicaría su hijo como El Silmarilion), Tolkien aprovechaba algunas ideas para contarle cuentos fantásticos antes de dormir a sus hijos: enanos simpáticos, personajes que no mueren, monstruos tontos y divertidos, canciones y mucha aventura. Por supuesto, también fue un semillero para probar conceptos y que funcionara como “precuela” (término odioso para la literatura, pero aquí viene como anillo al dedo –no pun intended) de su Saga Magna, The Lord of the Rings. ¿Pero por qué decimos que la película dirigida por Peter Jackson toma cosas de varios libros del sudafricano escritor británico? Porque el director neozelandés juega con los textos de Tolkien y arma una muy buena trama adaptando eventos de El Señor de los Anillos I- La Comunidad del Anillo, de los apéndices y de los Cuentos Inconclusos, otro emprendimiento de Christopher Tolkien de 1980, a la hora de explotar cuanto manuscrito del padre encontrase tras su muerte. Las escenas de Radagast no tienen nada que ver con El Hobbit, son tomadas de los Cuentos inconclusos de Númenor y la Tierra Media: «Los Istari», mientras que la reunión de Gandalf y Saruman es en realidad con todo el Concilio Blanco, según podemos leer en otro capítulo de ese mismo libro (que en las ediciones argentinas están separados en tres tomos diferentes). Esta primera película toma de El Hobbit, apenas los primeros 6 capítulos (121 páginas de la clásica edición de Minotauro), pero decidido a contar todo y a convertirla en una indispensable precuela de la trilogía original (y a recaudar fortunas con TRES películas en vez de dos – vienen en 2013 y 2014 The Desolation of Smaug y There and Back Again, respectivamente), Jackson conjuga con maestría textos de diferentes libros del Maestro J.R.R. y presenta una película demoledora (además de meter a los mismos actores que se hicieran famosos en sus roles durante las tres pelis de LOTR).
¿Se hace larga? Por ahora no. ¿Es necesario meter a Radagast, a Frodo o a Saruman? No, pero está bueno. Tolkien no lo escribió así, pero estoy seguro de que si viese las dos trilogías seguidas, le encantaría el resultado final. Acá vamos a juzgar el respeto por la obra original pero no pretendemos que filmen una historieta o una novela tal cual. El amor a la obra es parte del respeto, el tratar de introducirle elementos que le den fuerza o coherencia, que logren un producto adaptado pero que apele a las ideas básicas de la obra madre, es parte importante de este respeto, porque anquilosar una obra en el tiempo en que fue hecha tampoco es cuidarla y quererla. La transpolación genérica requiere ‘per se’ modificaciones y una reescritura que piense en el medio al que se está reconvirtiendo la obra para aprovechar todo su potencial. Supongamos, para ejemplificar mejor esto -y meterme en un brete de Padre y Señor Nuestro,- que mañana por fin se realiza la película de El Eternauta, y – gracias a todos los dioses- la dirige alguien con ideas y respeto por la obra… ¿sería lógico poner un narrador en off que repita los bloque de texto que Oesterheld metía cada tres cuadros? Sería respetuoso, pero ahí el respeto atentaría contra el producto final. Entendamos que además, una adaptación al cine requiere una modificación –no por el subjetivo gusto del público, pero sí- por un cambio en el espacio-tiempo social en el que fue realizado. Si en la peli de Mortadelo y Filemón los personajes putean, ¡bancatela, Ibáñez! La película es genial y hoy por hoy –que los chicos empiezan a putear a los cinco años o antes-, si Mortadelo y Filemón no putearan, serían mucho más difíciles de tragar. No se traiciona a la historieta porque se aggiorna un poco el léxico o porque se incorporan ideas del mismo autor que terminaron en diferentes libros pero que hablan de lo mismo, en el mismo espacio-tiempo y con la misma función.
Para resumir, esta versión cinematográfica de The Hobbit es bien para el fan tolkenianio –por un fan tolkeniano- y es obvio que a la crítica no le va a gustar, que lo van a ver como el “rocu del rocu”, estirado y grandilocuente. Otra vez hay que ponerse de pie para aplaudir al señor Jackson por esa labor de leer todo y anotar todo y fijarse párrafo a párrafo cuándo sucede cada evento dentro de la saga total de la Tierra Media, tratando de evitar el abuso de flashbacks y narrar todo en simultáneo, respetando la diégesis, como tan bien hiciera en la trilogía ganadora de 17 premios Oscar. ¿Hay escenas que se podían haber sacado? Sí, claro. Siempre hay, pero a estos 186 minutos ya le extirpó 25 para la versión extendida del DVD, ¡que tiene 110 minutos de extras! Todo viaje a pie es largo y tiene partes tranquilas y eventos más vertiginosos (lo vimos también en La Comunidad del Anillo, donde narrativamente no pasa gran cosa). Esa sensación de que pasa poco, está presente en el libro original del ‘37, como la abrumadora impresión de “esto es un bodoque de más de 300 páginas con letra tamaño 8”. Sí, eso también es Tolkien y esperen a que se venga la maxi-serie de televisión de El Silmarilion.
Antes de terminar esta entrega, ponemos en el paredón a una película traidora a su historieta original, una vergüenza a la que queremos que le tires tomates o directamente, la apedrees, una película que desde esta sección detestamos y mostramos como ejemplo de lo que NO se debe hacer a la hora de adaptar un comic: The Spirit de Frank Miller (2008). Nada más.
Nuevas fantasías adaptadas cuando veamos que postearon muchos comentarios en esta columna. Hasta la próxima.
3 comentarios