-Insisto- y se volvió a secar la frente el sudado fanzinero Adam Babylon,- para mí, son mucho más interesantes las sagas, las familias temáticas, si se quiere.
-Nah- desde el otro lado del escritorio, despatarrada en el sillón giratorio del felino detective, Jezabel Janos, sacudía lentamente la cabeza.- Los curros directos. Ahí está el jugo. El choreo cruel.
-Pero es muy limitado- exhortó el barbado guionista.- Es un chorro, copió un cuadrito o una tapa o un personaje. Vemos cuánto marcó en el Currómetro y eso es todo. En cambio, cuando tenés una serie temática, tenés todo un espectro de análisis cronológico, ver cómo fue interpretado ese tema a lo largo de las décadas, de las distintas Eras del cómic.
-Como la saga de la boca del monstruo o el Doctor Doom gigante- aportó la asistente del detective.
-Exacto. Y tantos otros – se volvió a secar el sudor de la frente con la toalla de los Power Rangers. – Generalmente empiezan por la búsqueda de un curro puntual, pero al haber tantos que tocan el mismo tema, se convierten en series de achacos temáticos, como las de Da Vinci o las esfinges.
-Yo sigo pensando que hay que centrar las investigaciones en el robo puntual, en la copia despiadada- y el sillón hizo un giro completo.
-¿Sabés qué pasa, Jeza? Que el plagio está muriendo.
-¿Qué decís, boló? Si cada vez tienen menos ideas- y se volcó sobre el pegajoso escritorio del ausente gato fisgón.
-Bueno, sí, pero ¿sabés cómo lo cubren? El homenaje. Ahora todo es un homenaje. Ya nadie roba de frente march y trata de pasarlo como suyo. En la Golden Age afanaban a los pulps, a las tiras diarias, se afanaban entre ellos, era un vale todo, total, se suponía que nadie coleccionaba, nadie le daba bola en serio a nada. Eran para leer y tirar. Ya en la Silver Age, empezaron a cuidarse un poco más, muchas reversiones, poses de Kirby, pasó a ser algo más de necesidad que de oficio. –Adam se secó la cara y continuó su exposición.-Después en las eras siguientes elegían cosas puntuales de maestros de eras anteriores y las copiaban, las modificaban mínimamente, a ver si pasaban, la mayoría de las veces, fruto del poco talento o del apuro. En las últimas décadas se impuso el homenaje: no sólo te choreo, me apropio de tu imagen, de tu pose, de tu ícono, sino que lo hago bien alevoso y te lo dedico. “After Kirby” o Garompo, no importa. “No estoy choreando, es la misma tapa pero es un homenaje”. Con la sencilla cobertura de poner quién es el autor original, ahora todos reciclan ideas de tapa de otros y está todo bien porque es un fuckin’ homenaje. Ya no hay choreos descarados, nadie se arriesga a quedar pegado porque con el coleccionismo cebiche, con la web, qué sé yo, las redes sociales, ahora te mandás una tipo Bob Kane y vas preso, se te cae el proyecto, como al hijo de Gene Simmons.
-Puede ser, pero explicame Liefeld- desafió la joven asistente.
-No, no, bueno, Liefeld es el último gran chorro- alzó las manos el proto-guionista, como entregándose ante la ley. –Liefeld es un grande en todo. Incluso en las cosas que hace mal, en los delitos, para mandarse cagadas, para opinar de las películas de Deadpool, siempre es a lo grande.
-Grande es el juicio que tendría que haberse comido por las tres primeras páginas de la X-Force nº1, que son calcadas de la New Teen Titans nº39 de Pérez y Wolfman, siete años antes.
-Sigue libre después de la Deathstroke nº0 del New 52…
-¿Es tan mala?- preguntó desorientada Jezabel.
-Eso es lo de menos. El sorete carilindo de California “reinterpretó” el origen del personaje que contaran Wolfman y Pérez en la Tales of the Teen Titans nº 44 choreando páginas enteras, cuadritos, todo completo. Para él eso era el ‘relanzamiento’ que le pedía DC.
-Y mirá esto -retomó el fanzinero separando unas fichas de una pillita,- estas fichas corresponden a un caso del inspector, en el que un artista se sintió afanado por Robbie y le pidió a McCurro que le buscara todos los curros posibles para presentar el perfil de un ladrón serial.
-Ah, bueno, es impresionante, ¿cómo sigue libre?
-¿Quién, yo?- preguntó McCurro mientras entraba a la oficina.- Fácil: saber a quién coimear, saber cuándo correr…- ante la mirada atónita de sus asistentes, el felino optó por callarse y cambiar rápidamente el tema. –Che, saque las patas del escritorio y bájese de ese sillón- le ladró a la joven asistente.- ¿Qué hacen con las fichas de Liefeld?- preguntó intrigado el detective al ver qué había estado mirando Jezabel en su escritorio.
-Nada- contestó Babylon secándose la frente con una pila de carilinas con princesas de Disney. –Le contaba a Jeza de los curros de Mighty Rob. La Deathstroke Cero, el caso L-3364, el E-9681…
-Psst. Eso no es nada- desestimó el felino sacando una botella de vodka de un cajón del escritorio. -¿Saben lo que es Kickstarter?- los asistentes lo miraron con cara de “obvio”. –Bueno, en Mayo de 2013 Rob armó uno de estos crowfunding para relanzar nuevamente a Brigade, con bombos y platillos, si juntaba 17.500 dólares. Aunque no lo puedan creer, casi de 570 chabones apoyaron el proyecto y Liefeld juntó más de 35.000 dólares.
-Por favor- se indignó Jezabel,- ¿cómo pueden…?
-Sobre gustos no hay nada escrito, decía el “Viuda de Columba” y se clavaba dos compilados por Armando Fernández.
-Bueno, Brigade es espantoso, pero no es un crimen, si la gente te la compra…
-Estimado Babylon, el crimen no es artístico ni estilístico. Robbie se guardó la guita y al día de hoy, casi siete años después del cierre del Kickstarter no hay nada ni remotamente parecido a un comic de Brigade. Liefeld estafó lisa y llanamente a todos los que apoyaron el proyecto.
-¡Por los bigotes de Aragonés!- estalló el asistente sudado.
-Es un delincuente en todos los aspectos de la vida- saltó Jezabel.- ¿Cómo puede estar libre?
-Fácil, la culpa siempre es de otro- sentenció McCurro con una sonrisa sarcástica. -Recuerden que estamos hablando de un tipo que fue echado de la editorial que él ayudó a fundar por robarle artistas a otras líneas internas. Es mejor delincuente que dibujante.
-¿Y no podemos hacer nada?- preguntó el joven guionista indignado.
-Yo ya lo hice- soltó McCurro desde atrás de la botella inclinada sobre un chopp.
-¿Lo denunció penalmente?- tiró Jeza.
-No, me asocié a él en varios de sus proyectos.
Y los dos jóvenes se pararon y se retiraron de la oficina masticando bronca…