Hace al menos un par de años la cúpula editorial de DC Comics comenzó a tomarse mucho más en serio su trabajo, y los resultados comenzaron a verse muy pronto. De repente, agarrar un comic de DC hoy es leer un pedazo de un todo que se siente vivo, conectado y en movimiento, como hace rato no pasaba. Entiendo el malestar que eso genera a muchos lectores, pero para mí, cierto nivel de coherencia y convivencia dentro de la editorial es necesario. Paso a explicarme: si las Amazonas cargan sobre sus espaldas con un acta de persecución y exclusión del terreno norteamericano, y estoy leyendo un comic situado en la actualidad de DC que incluye una aventura con Amazonas, lo mínimo que espero es que no se tomen este hecho a la ligera y que lo tengan en cuenta para el desarrollo de la trama, y no como ha sucedido otras veces, que guionistas y editores hagan la vista gorda. Misma situación si estoy leyendo un comic con ex-miembros de una Justice League desarmada y desaparecida desde los eventos de Dark Crisis, o si en el comic que leo aparece Oliver Queen, que desde un tiempo hacia acá está teniendo un montón de actitudes que lo están transformando poco a poco en un forro. Si no veo menciones o pequeñas señales de que los autores son conscientes de estos detalles, el truco de magia se revela y pierde la gracia.
Por suerte, en la serie que me toca reseñar este mes, esas cosas no suceden. Birds of Prey, a pesar de jamás haber sido reseñada en algunas de las decenas de entradas que escribí para esta sección, es no solamente uno de los grupos más queridos y reconocidos de DC, es también una poderosa franquicia que ha tenido su propia serie de TV con actores, su propia película y decenas de apariciones en distintas series animadas superheróicas, mientras que la cantidad de miembros que han formado parte de sus filas es enorme. Dicho esto, todos podemos coincidir en que en mayor o menor medida visualizamos a Barbara Gordon (Batgirl/Oracle) y a Dinah Lance (Black Canary) como dos de sus miembros fundacionales y fundamentales. En esta nueva iteración, la ya mencionada Dinah se verá en la imperiosa necesidad de «rescatar» a su hija adoptiva Sin del interior de Themyscira, sin que Diana o el resto de las Amazonas se enteren de esto, dado que tiene información de muy buena fuente de que en dicha isla existe una entidad muy poderosa que desea tomar el control del cuerpo de la joven ninja asesina, y está a horas de conseguirlo.
La encargada de capitanear esta serie es Kelly Thompson, una guionista que hace su debut en DC con este título pero viene de escribir grandes etapas de Kate Bishop y Carol Danvers en Marvel, y también fue responsable de la adaptación al comic de Jem and the Holograms que en su momento hizo algo de ruido y levantó algunas buenas críticas. Luego de varios años en los que DC dejó a las Aves de Presa sin serie regular, el regreso de la misma cae en las manos de una autora que logra lo que parecía imposible: recuperar el espíritu de las mejores épocas de la franquicia (principalmente la etapa de Gail Simone), pero que se sienta fresco tanto en la dinámica grupal como en la selección de sus miembros. Y para tal fin, Dinah se las arregla para contar a su lado con una suerte de Dream Team superheroico femenino en DC: la Amazona fugitiva de Apokolips, Big Barda, la asesina Lady Zannah de Khera, mejor conocida como Zealot, Cassandra Cain (otra de las Batgirls), Harley Quinn y una nueva integrante misteriosa llamada Meridian, que viene del futuro y es ni más ni menos que el personaje que le advirtió sobre el destino oscuro que le espera a Sin de no mediar para evitarlo. Dicha integrante es la que le pone una enorme condición al reclutamiento: bajo ningún punto de vista Barbara puede formar parte de la misión. Y por supuesto, como suele suceder en estos casos, no conoceremos los motivos para tal imposición hasta finalizar el primer arco argumental en el sexto número.
Obviamente, hacer una incursión en Themiscyra que tenga en cuenta lo que está ocurriendo con la serie de Tom King es complicado, y sumado a eso, Dinah tiene sus propios motivos para no ponerse en contacto con Diana y consultarla sobre el tema, motivos que no son sencillos de explicar: si por alguna razón nuestra Princesa Amazona se niega a colaborar, la falsa blonda de potentes alaridos habrá mostrado su mano y con eso muere el factor sorpresa. Estos seis números iniciales sientan la base de lo que será un extraordinario comic repleto de acción y con un fuerte espíritu colaborativo, que jamás nos decepcionará en los momentos más poderosos relacionados con el género. Por ejemplo, seremos testigos en primera fila del combate entre la amazona más poderosa de la Tierra versus la amazona más poderosa de Apokolips. También podremos asistir a una masacre sin contemplación de un montón de amazonas por parte de Zealot, y sin embargo su consciencia estará más que tranquila. Harley tendrá oportunidad de sorprendernos para bien, con planteos pensando por afuera del cuadro, salpicados por el caso que la caracteriza, pero siempre respetando las directivas de Lance. No se va a privar de tirar comentarios que subrayen la exacerbada obsesión hacia el bondage de las amazonas, pero eso jamás la va a desviar de su objetivo primario.
Dinah se alza, una vez más, como una líder temeraria, que razona, usa el sentido común, escucha a su equipo pero exige incluso un poco más de lo que cada una puede dar, y convence al grupo de darlo todo por recuperar a Sin con vida y alejarla de esa entidad… y al final de la aventura el éxito no necesariamente las va a estar esperando. Una vez concluía la primera saga, la cual lleva por nombre Megadeath, Dinah entiende que las Birds of Prey necesitan continuar juntas, para proteger las vidas de quienes formaron parte de este legado, gracias a información del futuro de primera mano que le indica que todas sus compañeras y ex-compañeras están en peligro. Así, decide seguir adelante con su aliada de más confianza, Cassandra, y juntas reclutarán nuevas integrantes de la talla de, por ejemplo, Vixen, para afrontar las investigaciones que pondrán las cartas sobre la mesa acerca del potencial asesino.
Leonardo Romero, quien ya acompañó a la Thompson en la serie de Hawkeye, es el encargado de dibujar esta serie, y me parece una elección más que acertada. Su dibujo ha evolucionado con el tiempo y encuentra acá la oportunidad de poder trabajar a full con un estilo de cuerpos anchos y acción con muchas líneas de movimiento, con fuerte hincapié en la expresividad de los rostros, lejos del estilo más figurativo del comic actual, lo cual a mí por momentos me parece un claro homenaje a Jack Kirby, y así y todo siento sus trazos muy actuales y dinámicos.
Pero sin duda alguna, una vez más, lo que termina por darle la cuota de distinción a este comic es el color. Jordie Bellaire, una abonada al Maldito Mainstream, ha tomado el dibujo de Leonardo Romero y ha sabido complementarlo con una paleta que funciona muy bien durante los momentos en solitario de cada personaje,lo que le da un mayor peso al drama. Y cuando finalmente llega la acción, encuentra un balance muy placentero. Es un lujo tenerla como colorista, sea el comic que sea.
Es una lástima que tan tremenda serie esté pasando por debajo del radar de prácticamente todos los lectores que hacen algo de ruido en las redes, porque eso me da la pauta de que su permanencia corre riesgo. Lo bueno dura muy poco.
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