Si buscamos la palabra marginal en el Oxford English Dictionary que utilizan en el universo ficcional de DC Comics, al lado de la definición seguro hay una foto de Metamorpho, un personaje muy singular que fue creado en 1965 para que debute en el nº 57 de The Brave and The Bold, por obra y gracia de Bob Haney y la genia de Ramona Fradon, que lamentablemente nos abandonó el año pasado. Consciente del moderado pero sólido éxito que había tenido la Doom Patrol que había creado, y quizás inspirado levemente por la aparición de los Metal Men tres años atrás, Haney comprende el valor agregado que tiene ser diferente. Así deja salir de su fértil mente a Rex Mason, un explorador y aventurero que ve su vida trastocada por la acción del Orbe de Ra, un objeto mágico que le dota de poderes al mismo tiempo que le produce severas deformaciones corporales. Dichos poderes incluyen la posibilidad de imitar cualquier elemento de la tabla periódica en cualquiera de sus estados, o sea, sólido, líquido y gaseoso. E incluso, con el tiempo, aprende a combinar algunos elementos para conseguir facultades especiales que le permitan resolver conflictos muy singulares.
No pasó demasiado tiempo hasta que Rex tuviera su propia serie, y durante años, la marginalidad que lo caracterizó no le permitía poder trabajar en equipo, locual lo llevó a rechazar incluso una membresía en la Justice League. Pero la década de los ’80 finalmente lo vio formar equipo con Batman y el resto de los Outsiders, unos años después se incorporó a la división Europea de la Liga, y ya más cerca de nuestros días, formó parte de los Terrifics, una serie regular que tuvo su entrada dentro de esta sección.
En esta oportunidad, la serie regular que ya cuenta con tres números en la calle, lo vuelve a tener a Metamorpho como protagonista, y el titiritero encargado de manejar los hilos de esta nueva etapa en la vida de Rex Mason será nada más y nada menos que Al Ewing, el guionista que nos entregó hace unos años esa inolvidable serie del gigante escarlata llamada The Immortal Hulk.
Y puedo asegurarles sin temor a equivocarme que, si lo acompañan las ventas y la crítica, Ewing tendrá la oportunidad de dejar su huella también en este personaje. Al menos por lo que pudimos leer en estas tres primeras entregas, esta serie no solo es una de las más extrañas de toda la oferta de DC, además es una carta de amor a la Edad de Plata y a los orígenes del personaje. Y sumado a eso, una caricia significativa a todos aquellos que añoran las historias con componentes de ciencia poco convencionales mezclados con aventuras de espionaje industrial y mucha acción.
El guionista se preocupa todo el tiempo por desarrollar sus historias con un ancla fuerte puesta en el pasado del personaje, y para tal fin por supuesto que recupera a todo el elenco de personajes secundarios: su eterna pareja Shappire, el padre de ella, el multimillonario Simon Stagg, el guardaespaldas neanderthal Java, e incluso aparece ya en el primer número Urania Blackwell, la Chemical Doll que también se expuso a la radiación del Orbe de Ra y obtuvo poderes similares a los de nuestro protagonista. El tono de las historias que nos plantea Elwing juega todo el tiempo con los límites del género: bordea casi la sátira con diálogos estridentes y situaciones explosivas y muy dramáticas que son subestimadas constantemente, nos ubica como lectores en un lugar en el cual no todos se sienten muy cómodos. El esfuerzo del guionista está puesto en construir un nuevo rumbo utilizando la mayoría de los momentos más interesantes por los que tuvo que transitar Rex. La mayoría, porque al menos hasta el momento no se ha hecho ni la más mínima mención al hijo que el protagonista y Sapphire tuvieron, el cual supo tener la facultad de poder alterar lo que tocaba y transformarlo en otro elemento, hasta que encontraron la forma de curarlo de una condición que claramente sería una maldición más que una facultad especial.
Como mencioné hace unas líneas, una de las incursiones que me resulta más interesante es la aparición de Urania como agente de S.H.A.D.E (la agencia de DC creada por Grant Morrison en Seven Soldiers of Victory), que aparece muy alejada de la figura que puedan tener los lectores con más recorrido sobre el personaje, el de una mujer solitaria y profundamente deprimida por su situación. Y es que Ewing de nuevo mira su primera aparición en 1966, en Metamorpho nº 10, y decide subrayar y recuperar esas características iniciales del personaje. Entonces, una vez más, como ya lo hiciera con Hulk, lo que hace el guionista es seleccionar -utilizando su conveniencia y muchas veces el sentido común- lo que a él le parece más jugoso del pasado del personaje para ponerlo en primer plano de las historias actuales, algo que, si me preguntan a mí, es lo que todo autor actual debería hacer cuando decide abordar un personaje con décadas de historia editorial. La cronología es siempre un quilombo, y nunca debería ser un impedimento para contar historias interesantes y entretenidas, y si aún hay lectores que no terminan de entender esto después de más de 80 años de publicación ininterrumpida de comics superheroicos de DC, el problema lo tienen ellos, no los autores.
El dibujo de esta serie quedó en manos de Steve Lieber, un dibujante con un historial bastante grande pero que en general pasó debajo del radar de muchos lectores porque no tiene rasgos demasiado distintivos a la hora de plasmar sus dibujos. Tiene una narrativa muy fluida, trazos claros y muy limpios, y desde su lugar aporta un aspecto visual clásico y fundacional que remite al tipo de historias que se están contando, así que en términos generales me parece un autor correcto para la empresa que se quiere llevar adelante. Se me ocurren no menos de 10 dibujantes que con estas historias podrían hacer un trabajo que te vuele la peluca, pero algunos de ellos están muertos y otros tienen proyectos regulares en curso en este momento. De todos modos el aporte de Lieber es válido y en algunas puestas de página suma un montón.
Lo que más me interesa de este proyecto es la posibilidad que ofrece DC a una pareja de autores de llevar adelante una serie distinta, que no se alinea con la propuesta editorial y no podría formar parte de ningún crossover, al menos no de los que nos tiene acostumbrados DC. Me parece genial que le den la oportunidad a un personaje tan outsider como Metamorpho de volver a protagonizar una serie regular. Ojalá que los números de venta acompañen, para que tengamos al menos un par de años más de aventuras de nuestro querido Rex.
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