No creo que lo mío sea una opinión particularmente polémica, pero si bien estoy de acuerdo con todo aquel que piense que el aporte que hizo Jack Kirby a la mitología del universo de DC Comics con su Cuarto Mundo es enorme, en mi opinión lo más interesante de este rico universo dentro de esta editorial vino de la mano de autores que, con un cariño enorme por la obra del Rey, fueron agregando capas de profundidad y nuevos capítulos que expandieron este costado cósmico hasta transformarlo en un pilar indiscutible de la historia de la editorial. Walt Simonson, John Byrne, Jim Starlin, Keith Giffen, Grant Morrison, Tom King y alguno más que en este momento se me escapa, fueron integrando decenas de aventuras concatenadas muchas veces de manera forzosa pero que lograron no solamente mantener vigente estos personajes sino también, y lo que es aún más importante, agregarles más color y profundidad, para establecer lazos más creíbles, diálogos entrañables y épicas disputas que en la mayoría de los casos ponen en jaque la existencia misma de la humanidad.
A esa enorme y muy prestigiosa lista de autores se suma Ramnarayan Venkatesan, conocido popularmente como Ram V, quien hace exactamente un año nos acompañó en una entrada en esta sección con su Rare Flavours, y supo lucirse y llamar la atención del populacho con su paso por Detective Comics: una oportunidad perdida de mi parte para traer esa genialidad acá, que no pude concretar en su momento por cuestiones de agenda.
La epopeya que nos espera al pagar el ticket para sumergirnos en la aventura de esta flamante serie, The New Gods, incluye la posibilidad de que New Genesis y Apokolips dejen de existir, el nacimiento de un nuevo Dios en la Tierra que podría significar la salvación del universo o el último clavo en el ataúd de nuestra condena eterna, y la que podría ser, quizás, la última aventura de Scott Free y su temible esposa Big Barda, acompañados por Olivia, su hija, y el fiel Oberón. Ram V es muy inteligente y sabe qué teclas tocar a la hora de meterse con esta vaca sagrada de DC, y estoy muy seguro no todo fan de Kirby y de su legado en la editorial de Superman y compañía estará contento con el resultado de esta serie. Como suele suceder en estos casos, para contar una buena historia no podés utilizar como parámetros de tu narración todo lo que se ha relatado previamente. Si leíste Final Crisis, Cosmic Odyssey o Mister Miracle, vas a encontrar contradicciones, pero también vas a entender el porq ué de las mismas, y nada de lo expuesto por el guionista da cuenta del desconocimiento del material previo. En todo caso mi opinión es la contraria: está muy al tanto de lo publicado pero decide ponerse selectivo en pos de brindarnos una aventura que tenga peso propio y marque un punto de inflexión en los personajes. Queda claro, luego de leer estos primeros números, las influencias que tomó de la mitología hindú para reforzar algunos conceptos, y una vez más sorprende la capacidad que tiene para lograr ensamblar todo de manera tan armónica.
Darkseid está muerto y Metron se pone en marcha para anticiparse a una profecía que anuncia un violento cambio de ciclo. Su contacto con la Fuente pone las cosas en perspectiva, y luego de una profunda conversación con Izaya (también conocido como Highfather), llegan a la conclusión de que el desbalance de poder que provoca la caída de un Dios Oscuro es muy peligroso. Si quieren prevenir la potencial destrucción de New Genesis, tienen que tomar cartas en el asunto. Se la deja picando a Izaya y se va (clásica movida del cuervo negro de los Nuevos Dioses), y la conclusión a la que llega este Dios es que Orion tiene que viajar a laTtierra para acabar con la vida de este nuevo Dios. Por supuesto, en el tercer planeta lo esperan Mister Miracle y Big Barda, que bajo ningún punto de vista van a permitir que el psicópata hijo de Darkseid se salga con la suya… o al menos eso creen ellos.
Mientras tanto, nosotros, los lectores, de la mano de preciosos flashbacks, vamos entendiendo un poco las costuras finas de la creación de estos mundos, y de la mitología que los sostienen. Ram V nos invita a conocer los lazos y puentes que se extendieron a lo largo de los siglos entre la humanidad y estos Dioses, para que tenga más sentido que la Tierra siempre se encuentre en el medio en prácticamente cada conflicto bélico importante que incluyó a estos personajes.
Un enorme responsable del disfrute que tenemos al leer cada uno de los números de esta serie viene de la mano de Evan Cagle, el dibujante principal de la serie, que suele narrarnos los eventos que suceden en el presente. Su plasticidad y eficiencia en la construcción de cada página, sumado a la expresividad de sus personajes y el impacto que tienen sus escenas de acción hace que sea imposible extrañar otros grandes dibujantes que han retratado a estos personajes. Por supuesto que si estaban esperando un dibujante que le rindiera homenaje a Kirby en cada página, como en algún momento lo intentaron hacer Byrne o Mignola, bueno, no… no va por ahí la cosa. Cada ciudad que habitan estos Dioses es majestuosa e imponente, y las batallas cósmicas que nos van a narrar dan sobrada cuenta de la grandilocuencia del asunto, pero no vamos a encontrar esas referencias puntuales del tipo de naves o la arquitectura Kirbyana, pero no por eso vamos a dejar de sentir que este es, sin duda alguna, un capítulo más en la historia de estos Dioses. Los resultados que obtiene Evan Cagle no causarían el mismo impacto de no ser por el color de Francesco Segala quien, con un enorme conocimiento de la iluminación y un sentido de la estética tremendo, diferencia de manera contundente pero armónica cada escenario. La paleta utilizada en la India no es la misma que utiliza en un barrio residencial de EEUU, y por supuesto ninguna de las dos locaciones puede estar retratada igual que una imponente torre en New Genesis o unas barracas reventadas en Apokolips.
Y luego están los dibujantes invitados en cada número, que se encargan de contarnos sucesos históricos, como es el caso de las cuatro primeras páginas del nº1, a cargo del español Jorge Fornés o el trabajo de Riccardo Federici en el segundo número, donde la rompe toda en las escenas en que el Chronicler conversa con Metron, y narra la guerra que dio origen a Apokolips y New Genesis. Para la misma utiliza un impactante trabajo en acuarela que contrasta un montón con la labor de Cagle. Para ser una serie que no tiene como protagonistas a ninguna de las figuras más reconocidas de la editorial, me parece un despliegue de producción notable, el cual da como resultado uno de los comics más interesantes de DC. Hoy en día eso no es poco, si tenemos en cuenta el muy buen momento por el que está pasando la editorial.
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