Maldito Mainstream

The Rocketfellers es una serie fresca y emocionante que encuentra un equilibro muy armónico entre la acción, la aventura, el drama y el misterio.

The Rocketfellers

11/04/2025

| Por Matías Depettris

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Al lector ocasional que le presta poca o nula atención a los autores, ciertos datos no le significan nada, pero si al fan más versado le caés con una nueva editorial que cuenta entre sus filas con una nómina de autores que tiene a Geoff Johns en el timón, secundado por Gary Frank, Jason Fabok, Bryan Hitch, Brad Meltzer, Lamont Magee, Francis Manapul, Peter Snejbjerg, Ivan Reis, Peter Tomasi y Maytal Zchut, es muy probable que cierre los ojos y te dé todo su dinero por echarle una mano a los comics que estas bestias van a crear. Este proyecto editorial existe y se llama Ghost Machine, y de sus entrañas mismas sale la serie que me toca reseñar el día de hoy: The Rocketfellers.

Estamos en el Siglo 25, y una familia nuclear muy normal de esa época, conformada por un padre, una madre, dos hijos, dos abuelos y un perro, logra huir exitosamente de un peligroso antagonista del cual sabemos poco y nada, pero entendemos que tiene recursos y una enorme motivación por hacer desaparecer a casi toda la familia sin ningún tipo de remordimiento. La única forma que encuentra la familia de poner distancia de su agresivo acechador es viajando en el tiempo hasta el Siglo XXI, más precisamente nuestro 2024, pero lamentablemente antes de que comience este viaje sufren una baja: Rose, la abuela de la familia.

La primera mitad del número inicial de esta fantástica travesía épica que nos llega de la mano de Peter Tomasi y Francis Manapul nos introduce en la dinámica de la familia. Los protagonistas buscan la manera de escapar de su agresor, una escena muy dinámica que pone en foco los vínculos entre ellos, y concluye con un momento muy emotivo cuando tienen que despedir con prisa y sin mirar atrás a Rose. La abuela se sacrifica para darle tiempo al resto de la familia para que se pongan a salvo, un gesto que sirve para que entendamos muy rápido el amor que se profesan entre sí los personajes que acaba de entrar a nuestras vidas.

Lo que sucede en la segunda mitad de este primer número no se separa demasiado, en términos generales, de lo que vamos a leer en los otros tres comics que están disponibles hoy de esta serie: evidenciaremos los pormenores de una familia que nació y se desarrolló como tal 400 años en el futuro y tiene que aparentar ser de este tiempo.

El guion de Peter Tomasi evidencia la solidez de un narrador experimentado. Su habilidad para dosificar la información, construir personajes con motivaciones claras y generar un ritmo ágil es palpable, y puedo percibir una madurez en el manejo de los diálogos y en la forma en la que introduce elementos de ciencia ficción sin sacrificar la conexión emocional con los protagonistas. De hecho, casi podría asegurar que hace todo lo contrario: utiliza cada tanto un ardid clásico del género para establecer o fortalecer un vínculo emocional.

A diferencia de lo que sucede en otra gran familia histórica superheroica que tiene un anclaje fuerte en éste género, no seremos testigos de una telenovela turca entre los integrantes de la familia, no vamos a leer planteos infantiles y ridículos por parte de los niñes ni directivas que rayan el autoritarismo y coartan libertades individuales por parte de los adultos hacia los más pequeños, con el objetivo de crear drama a través del choque generacional y el disenso. La familia trabaja y colabora como un equipo, y cuando surge alguna crisis están todos en la misma página dispuestos a resolver la situación de la forma más efectiva. Si alguno obra por su cuenta, suele tener en consideración las consecuencias de sus actos. Más pronto que tarde, entendemos que la familia comprende que tienen un plan a media plazo que los depositará de nuevo en el tiempo correcto, y tienen que obrar en conjunto para conseguir tal fin.

Tomasi aprovecha esta obra para tomar distancia de algunos de sus trabajos previos en DC Comics, donde tuvo que enfocarse en la mayoría de los casos con personajes ya establecidos. Acá, en cambio, se permite moldear un universo propio con sus reglas y una mitología acotada pero entretenida, la cual nos va a revelar con cuentagotas.

Y si el guion cumple y entretiene, lo que nos espera en el apartado visual con el dibujo de Francis Manapul es, como siempre, un espectáculo visual que se disfruta en cada viñeta. Para satisfacción de todos, su estilo dinámico y expresivo caracterizado por composiciones innovadoras y recursos gráficos que acentúan esa energía se ven acompañados ahora por una paleta de colores vibrantes producto de un coloreado que busca más brillo y tiene más retoques digitales sobre el entintado con pinceles, algo que podemos comprobar en los reels que el autor levanta en su cuenta personal de Instagram. Su narrativa fluida eleva la experiencia de lectura, y cada página es una explosión de creatividad, donde la tecnología futurista logra una sana convivencia con los paisajes tradicionales de la Olympia, Washington donde logró asentarse la familia.

No cabe duda de que su trabajo en The Rocketfellers se siente como una evolución natural de su distintiva estética, que lo consolida como uno de los dibujantes más singulares del medio. La sinergia entre el guion de Tomasi y el dibujo de Manapul es tal que parecen dos autores que vienen trabajando juntos hace años. Da gusto ver cómo se han complementado para crear una atmósfera inmersiva y emocionante.

The Rocketfellers no será uno de los comics del año, pero es una serie fresca y emocionante que encuentra un equilibro muy armónico entre la acción, la aventura, el drama y el misterio, y logra conmoverte allá donde menos lo esperamos. No podemos decir lo mismo de la mayoría de los títulos que inundan el mercado.

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