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NOTAS

Stray Bullets

Crimen, violencia y personajes tridimensionales en la obra que consagró al gran David Lapham.
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Viernes 19 de julio, 2024

El crime noir es un género que en los comics tuvo una suerte de renacimiento durante los ´90, y uno de los mejores títulos surgidos de esa movida fue sin duda alguna Stray Bullets (balas perdidas) del autor David Lapham.

De esta serie se habló ya un poco en la nota sobre David Lapham escrita por Gregorio Guerrero, donde se realiza un recorrido bastante completo por la carrera del maestro. Les recomiendo que lean para tener un panorama más amplio y claro sobre este creador, ya que siempre es bueno hacer un recorrido por las distintas obras de un mismo artista. Así y todo, creo que puedo aportar aunque sea un par de cosas más a lo ya expuesto por Gregorio.

Como ya bien deben saber, la serie se inicia en Marzo de 1995, publicada en colaboración con su esposa Maria en calidad de editora, bajo el sello de “El Capitan”. Stray Bullets sigue la tendencia de nuevas obras del género de crimen que por el momento parecía tener como su mayor exponente en los comics a la saga de Sin City, de Frank Miller. No son pocas tampoco las veces que se ha comparado a Stray Bullets con la película “Pulp Fiction” de Quentin Tarantino (de hecho, la comparación es muy frecuente), salida un año antes del comic de Lapham y que contiene una estructura episódica muy similar, pero con un enfoque en los personajes mucho más superficial y plano que el de Lapham en su obra. Podríamos decir incluso que el mayor fuerte de Lapham se encuentra en su tratamiento de los personajes y la gran tridimensionalidad que les otorga, lo que los hace sentir muy reales.

Algo que podría desconcertar al lector desprevenido al comenzar a leer la serie, es que la misma no sigue un recorrido temporal lineal, sino que va haciendo saltos por distintos períodos en las vidas de sus personajes, para que el lector pueda armar el rompecabezas de todas sus historias y la forma en que se entrelazan, a medida que avanza la serie. Esto la hacía una obra que en los ´90 resultaba particularmente distinta a todo lo demás que se estaba publicando. Piensen que Stray Bullets es anterior a todas las colaboraciones de Ed Brubaker y Sean Philips, o al Parker de Darwyn Cooke, por ejemplo. Hoy en día es más frecuente, sobre todo en relación al género crime noir, encontrar títulos que sigan una línea similar, pero en los ´90, era un producto bastante especial.

Todo esto se ve acentuado por la parte gráfica, también a cargo del propio Lapham, que parece fuertemente influenciado por David Mazzucchelli, y de a momentos recuerdo un poco a Jaime Hernandez. Esto de por sí habla muy bien del dibujo de Lapham, y les da una idea de qué esperar, en cuanto a diseño de personajes (cada uno con un aspecto diferente y fácil de recordar), expresividad, y el excelente manejo que tiene de las luces y sombras, algo esencial en un comic blanco y negro.

También juegan muy a favor de la narrativa muchas decisiones acertadas por parte de Lapham, como el uso de la grilla de ocho cuadritos, un formato al que sabe sacarle provecho, en una época en la que estaba prácticamente abandonado por la mayoría de los artistas, que preferían apostar por una narrativa más dinámica y menos ajustada a las grillas, que les permitieran realizar despliegues gráficos que generasen un impacto visual cuasi-cinematográfico. Lapham, en cambio, es capaz de conseguir un mayor impacto emocional, y un mayor enfoque en sus personajes, sin moverse de la grilla.

Stray Bullets no es una lectura del estilo al que acostumbra el lector de superhéroes. Por empezar, porque no hay héroes con capas ya que como buena obra de crime noir, está firmemente cimentada en un mundo muy similar a la realidad cotidiana de todos días, con personajes que se sienten muy reales, con diálogos que “suenan” reales en la mente del lector, con personajes violentos, locos, ambiciosos, corruptos, que de tan reales, dan miedo. Sin embargo, y a pesar de que la violencia está presente en sus distintas formas en casi cada página, el manejo que hace Lapham de la misma es tal que -lejos de glorificarla- lo que logra es mostrarla como lo que es realmente: algo horrible que nada tiene de glamoroso, y los violentos, eventualmente tienen su castigo.

Con esto no quiero decir que sea una lectura terriblemente densa y oscura, aunque de a momentos lo sea (hay episodios que son una locura), ya que como la vida, no siempre es todo horrible y no faltan los momentos de levedad, por breves que sean. Además, los personajes de Lapham están tan bien desarrollados, que logran engancharte y te dan ganas de seguir leyendo lo que sigue.

El último número publicado en los ´90 fue el 20, de Julio de 1999, pero la serie original sigue publicándose con muchos parates y demoras hasta 2005, que es cuando sale el nº 40, que deja la serie inconclusa. El verdadero número final, el 41 fue publicado por Image en 2014, el mismo año en que salen los 8 números de la miniserie “Stray Bullets: Killers”, y al año siguiente sale la serie final, “Stray Bullets: Sunshine and Roses”, que duró hasta 2020 y llegó a contar con 42 números en total, esta vez publicados con una periodicidad mucho más regular.

Hay muchas ediciones recopilatorias que reúnen buena parte de la serie. Los TPBs originales, según tengo entendido, no llegan a recopilar todos los números de la primera serie, y llegan apenas hasta el nº 32. Otra opción es conseguir (si la idea es tener la serie completa, obviamente) el enorme volumen de 1200 páginas “Uber Alles Edition” publicado en 2014 por Image, que abarca hasta el 41 inclusive. También hay una edición de Image de varios TPBs, que abarca toda la primera serie, más la miniserie “Killers”, y la mayor parte de “Sunshine and Roses”.