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NOTAS

Iron Man

Veamos cómo le fue al maestro en su paso por la revista de un personaje a priori muy poco atractivo.
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Martes 16 de junio, 2020

¡¡Como me cuesta leer a Iron Man!! Si hay un personaje que se me hace intrascendente y poco interesante es sin duda el Mauricio Macri con armadura del Universo Marvel. Y a principios de los ´90, cuando se publican estas historias, todo lo repugnante del personaje estaba mucho más intensificado.

La idea del empresario bueno, que cree en el capitalismo salvaje pero lo utiliza para ayudar a las personas, es menos creíble que la nave que se estrella en la Tierra con el último sobreviviente de Krypton, así que tengo que confesar que estoy poco versado en el universo de Stark & Co. Porque siempre sus comics me dieron mucho asco y, salvo algunas sagas icónicas, nunca pude pasar de ahí. Si tengo cinco revistas del personaje en mi colección, capaz es mucho. Pero bueno, esto de seguir a John Byrne a todas partes es un sacerdocio y tuve que entrarle con más asco que simpatía a la etapa del Vengador Dorado que nos reúne en esta entrega.

El maestro agarra la serie en el nº 258, donde acompañado por los magistrales dibujo de John Romita Jr., da vida a la “Armor Wars II”, una saga que seguramente más de uno deba haber leído, porque se conseguía muy barata, en un tomo medio saldado de Panini. Acá se retoma un plot de 10 números atrás, que es la operación que le devolvió la movilidad de sus piernas a Stark. Según parece, el chip que consiguió el milagro, tenía un virus que fue tomando posesión del sistema nervioso de Tony, y le garantiza a la malvada Corporación Marrs (villanos de los comics de Namor de la época) un total control sobre el cuerpo de nuestro héroe. Lo extraño es cómo Byrne se hace cargo de toda la continuidad anterior del personaje y continúa la historia sin meter mano prácticamente en nada y muy consciente de que está contando una típica aventura de Iron Man. De esta forma, y con una línea paralela que nos cuenta como el Mandarín despierta a Fin Fang Foom y se apodera de un tercio de China, el maestro va construyendo la columna vertebral de su paso por el personaje.

Nueve episodios dura esta segunda guerra de las armaduras, y una vez finalizada, Byrne hace lo que más le gusta: nos recuenta el origen de Iron Man, ahora en una versión más actualizada y con el Mandarin como villano tras bambalinas de todo el conflicto que lleva a que Tony Stark se convierta en el Hombre de Hierro. Por desgracia, a partir de este número el dibujo queda en manos de Paul Ryan, lo cual hace que baje de una manera considerable la calidad del título en esta área, cuando en contraposición, comienza a subir el nivel de los guiones, ya que se nota que el maestro se encamina hacia lo que tiene ganas de contar.

Así llegamos al nº270, donde arranca el arco fundamental del paso de Byrne por la serie: la Dragon Seed Saga. Si bien técnicamente arranca en el 272, se viene cocinando desde el inicio y en el 270 con el viaje de Stark a China, ya las bases están completamente sentadas. Acá Byrne aprovecha para bajar un poco de línea anticomunista y plantear al gobierno chino como el mal encarnado, dispuesto a engañarlo a Tony Stark haciendo creer que tienen una posible cura para su problema con el sistema nervioso, a cambio de que Iron Man ayude a detener los planes del Mandarín. Asi es como nos enteramos que en realidad Fin Fang Foom es uno de 10 dragones que llegaron a la Tierra hace muchísimos siglos, venidos de otro planeta, y que se ocultaron entre los humanos. Además, Byrne revela que los anillos del Mandarín son en realidad unos elementos que permiten controlar la nave de los dragones y que Fin Fang Foom estaba siendo manipulado por Chen Hsu, para traer de regreso a sus compañeros y gobernar el mundo. Piñas van, piñas vienen, Iron Man finalmente logra salvar el día, pero su sistema nervioso se encuentra al borde del colapso, y la única forma que tiene de sobrevivir lo poco que le queda es alejando el stress de su vida.

Es entonces cuando aparece la Viuda Negra, a pedirle su ayuda para detener a un operativo durmiente de la vieja URSS que tiene un plan para desatar la Tercera Guerra Mundial. Se cocinaba un nuevo enfrentamiento entre yankis y rusos, que en esta época estaban en buenos términos, tras el final de la Guerra Fría. Estos son los dos últimos números de Byrne en la serie, que deja justo antes del inicio de la “Operación: Tormenta Galáctica”, un mega-crossover con los Avengers. El maestro tenía pensado regresar después del crossover, pero por esas cuestiones tan byrneanas, eso jamás sucedió.

Así que arranqué con un montón de prejuicios y terminé dejándome llevar por la historia que me enganchó bastante, conforme se dejaba de lado al millonario héroe del capitalismo y se centraba más en el conflicto humano de Tony. Por desgracia, todo el tema fundamental de su etapa -la lucha de Tony por vencer al virus que le destruyó el sistema nervioso- queda en la nada y continúa con los autores que vienen después, lo que deja un sabor amargo a los que sólo nos interesa leer lo que hizo Byrne. Pero más allá de ese detalle, creo que vale la pena darle una oportunidad, ya que por lo menos en mi caso, no voy a decir que me transformó en creyente, pero por lo menos ya no voy a mirar de manera tan despectiva a un comic si en la tapa dice “Iron Man”.