Invitados: Aimée de Jongh, Zygmunt Bauman, Jean Baudrillard y otros amigos.
¿Cómo progresamos? ¿En línea recta hacia adelante, arriba o en algún tipo de espiral? ¿Al progresar intentamos estar o ser mejores? ¿O se trata de ser más completos? ¿Es una búsqueda colectiva o individual? ¿Podemos “desprogresar”?
Bienvenidos al progreso! Una tierra mágica llena de shoppings, devastación de recursos naturales, préstamos e hipotecas a pagar en apenas una vida y lo mejor de todo: ¡inteligencia artificial! Sólo nos falta quitar a la humanidad de la ecuación para seguir progresando.
*NdR: La historieta elegida y algunas menciones de este texto se basan en un fenómeno meteorológico real (creado por la humanidad) que ocurrió entre 1925 y 1945 en EEUU conocido como el “Dust Bowl”. Los invito a que conozcan sobre el hecho (antes o después de leer Días de Arena) para sacarle aún más jugo a esta maravillosa novela gráfica.
Hay muchísimas metáforas sobre “nacer en el barro” (¿Wonder Woman, so’ vo’?), que el planeta Tierra es “un cacho de tierra flotando en el espacio”, y como olvidar la frase <<pues polvo eres, y al polvo volverás>> (de la Biblia, claro). Por eso, pensar que nuestra misma especie puede provocarnos un futuro desolador, sin vida animal ni vegetal, por nuestro propio afán de ser cada vez más productivos resulta aterrador. Mad Max es un chamuyo Sci Fi pero… ¿y si eso que nos plantean como futuro postapocalíptico no es más que un reflejo de un pasado tremendamente cercano? Estamos a nada de repetir a nivel global un momento horrendo de la historia de un país que justamente se jacta de ser de los más avanzados… y una más vez la historieta, con Aimée de Jongh dándole una carga de caballería a nuestra memoria, sale al rescate con Días de Arena (Days of Sand).
La historietista neerlandesa (los +40, diríamos “es holandesa pibe, qué me vienen con esas cosas modernas”) toma un hecho verídico, como fue un cúmulo de tragedias encadenadas en especie de tormenta perfecta del horror ecológico, para contarnos la historia de John: un pibe de 22 años que es enviado al medio de este infierno de tormentas de polvo para documentar fotográficamente la gravedad de la situación, y así generar conciencia en los políticos de Washington (no hay remate, pero tampoco era chiste… creo). La idea era pincharlos para que tomaran acciones paliativas con una inmensa población que estaba pereciendo de forma implacable, o lo que era peor aún para algunos, provocar oleadas migratorias masivas a hacia estados aledaños, que profundizaran aún más la crisis económica y de empleo que se vivió después del quiebre de la bolsa en 1929.
Hablar de cambio climático cuando el presidente del país más poderoso del mundo (o del nuestro) niega el tema, hace que pensar en el Dust Bowl y los hechos que llevaron a eso nos derive en una pregunta inevitable: ¿progreso para quién?
-¿Cómo terminé acá? ¿Cómo es que pasó? ¿Quién o qué causó todo esto?
-Se lo causaron ellos mismos…
Fragmento de “Días de Arena”
Zygmunt Bauman, de quien ya hablamos sobre su teoría de la modernidad líquida (explica que la posibilidad de una modernidad fructífera y verdadera se nos escapará de entre las manos como agua entre los dedos), nos advierte muy bien cuando dice que el progreso es un arma de doble filo: por un lado entrega soluciones (siempre temporales), pero también es siempre la posibilidad de nuevos problemas a futuro, lo que genera una posibilidad muy grande de un círculo vicioso. Así como Bauman describe el círculo vicioso del progreso, la obra de Jongh muestra cómo las soluciones parciales del gobierno intensificaron el desastre en lugar de mitigarlo y nos recuerda esas soluciones a problemas justamente económicos. Al mismo tiempo también se nota que laburó muchísimo el guion, para mostrar desde las consecuencias que vive la población hasta los dilemas morales que la profesión de John le ofrecen: hacer “buenas” fotos del horror ¿significa que muestren lo peor de una forma bella en cuanto a las cuestiones técnicas de su profesión? Si el objetivo del trabajo es concientizar a los políticos, ¿cuán incorrecto es manipular el contenido para que se vea lo peor posible? Pero vamos más allá… La relación de John con los residentes se vuelve cada vez más hostil, ya que estas personas son como algún animal abandonado a su suerte, que desconfía de todo, y cuya única prioridad es vivir un día más. En estas situaciones socialmente extremas es donde nuestro concepto de no-animales del ser humano es realmente puesto en jaque.
“Las tormentas pueden ser tan densas que bloquean la luz del sol, el cielo se vuelve completamente oscuro a la mitad del día, como una medianoche sin estrellas.”
Fragmento de “Días de Arena”
No me gustan demasiado las historias de héroes y villanos clásicos, y tuve la suerte de toparme con Días de Arena sin expectativas. Y en ese aspecto no me defraudó, por el contrario: las víctimas son a su vez victimarios. Si te toca vivir en un país donde un títere con traje es aplaudido por decir “el Estado presente no existe más”, te darás cuenta de que la cuestión de fondo no está en cuánta plata se reparte y cómo se hace, sino en la falta de responsabilidad institucional, ética y moral para con las generaciones que están y que vendrán. El Dust Bowl nos muestra un Estado irresponsable, que se volvió ausente porque huyó, y que tardaría muchos años en volver a reparar las cagadas que incentivó a hacer a este grupo de granjeros para que crean que podían progresar económicamente a costa del medio ambiente. Pero ojo, que justamente en las ideas de “Estado paternalista” como en algunas propuestas de Jean-Jacques Rousseau o de Thomas Hobbes (quienes ocultaban detrás de grandes textos justificaciones nefastas), reside el corazón del fascismo y los nacionalismos.
Un recurso narrativo de la neerlandesa (sí de nuevo, la gente de la “ex-Holanda”) es tomar los conceptos de Jean Baudrillard, cuando decía que el progreso es un artefacto por el cual creemos que avanzamos para no aceptar que estamos girando en círculos. ¿Y el arte qué papel juega como testigo del sufrimiento? Este dilema atraviesa cada página del viaje de John, y también el nuestro como lectores, porque así como las tormentas de polvo que todo lo invaden, desde la habitación más cerrada hasta el pulmón de cada habitante, lo mismo ocurre con los momentos de silencios, reflexiones y observación. El ahogo y la impotencia de los personajes al apenas poder respirar cuando la cosa se pone jodida es algo que te penetra el estado de ánimo y te hace conectar inmediatamente con el sentir de estas que son apenas “dibujos en papel” pero que también sabemos que sufrieron en la vida real.
-¡El gobierno quiere ayudarlos!
-¿Y cómo es que nos van a ayudar? ¿Van a detener el polvo en el soplido del viento, o van a traer de nuevo las lluvias?
Fragmento de “Días de Arena”
Aimée de Jongh cuestiona una y otra vez por medio de la excusa de la premisa si al progresar, si es que avanzamos, no nos estaremos olvidando aquello que es realmente importante para todos nosotros, y enfatizo la palabra todos. Mientras muchos se divierten porque la IA te pone orejitas de perro en un filtro, genera deep fakes de famosas/os que te calientan o Chat GPT te hace la tarea ¿que ocurrirá cuando la tormenta de desempleo llegue en oleadas por los puestos que han quedado obsoletos?
Es interesante reflexionar qué significa la palabra progreso cuando no importa si sos un granjero de mitad del siglo pasado o uno de los millones de empleados tremendamente precarizados que cada vez más vamos superpoblando el mundo. Pero aún más interesante es preguntarse quiénes son los que progresan en un sistema capitalista, consumista y cortoplacista. Si el progreso significa mejorar eso que no funciona, recordemos que los humanos venimos fallados de fábrica, y que quizás, de tanto ir detrás del progreso, podemos perder nuestra propia humanidad.
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