Invitados: Lauri Fernandez, Hannah Arendt, Benedict Anderson, Jacques Derrida, y otros amigos.
¿Tenemos una Patria? ¿Somos o formamos parte de una Patria?
¿o será que es algo que se adopta, que nos atraviesa, que se elige?
Si se puede elegir ¿Podemos elegir no tenerla? ¿Por qué lo haríamos?
Entonces ¿Qué tiene que ver la nacionalidad con La Patria?
¡Ja! !¡Lo logramos! Ya teníamos un Papa argentino, a los dos mejores jugadores de fútbol de todos los tiempos, y encima ahora Lauri Fernández logró que tuviéramos nuestro propio “Maus”, nuestro propio “Surcos del Azar”…
Pero… pará un poco… ¡La puta madre! Nuestra historia nacional engendró las condiciones para tener nuestro propio “Maus”, nuestro propio “Surcos del Azar”…
Alguna vez escuché en un podcast de Comiqueando a su conductor estrella decir “no entiendo cómo es que un libro como Turba no es material de lectura en todos los colegios primarios y secundarios del país”, algo que puede resultar hasta exagerado para quien no haya leído o no conozca la historieta que hoy elegimos, pero que son palabras uno no puede dejar de repetir en su cabeza después de cerrar la última página del libro, con lágrimas en los ojos incluidas.
Turba, es una historieta que, en apenas 140 páginas, me exigió una fortaleza anímica tal que tuve que leerla en dos sentadas. Un motivo puede ser que quien escribe esto sea un pisciano hipersensible: OK, te lo tomo. Pero la principal razón se encuentra en la novela gráfica: el ánimo, la información, la nueva mirada y el clima espeso que logra la autora en un tema que tuvimos y tenemos tan a flor de piel en nuestro ADN argentino, es apabullante. Excepto claro, que seas uno de los pocos (pero peligrosos) giles que hay en el mundo que todavía hinchan por Thatcher y por Reagan.
“En la escuela nos hablaban de los soldados de Malvinas como héroes míticos que habían dejado sus vidas en las islas. Pero en la calle era distinto, se los veía enojados y tristes, vendiendo en la calle para juntar unos pesos… ¿Cómo los héroes iban a necesitar vender rifas o lapiceras en el tren para poder vivir? ¿Qué clase de héroes eran?»
Fragmento de Turba
Nacer aquí. Nacer allá. ¿Qué nos arraiga a una tierra, una bandera o una idea de estado-nación? Si consideramos que el Estado es un artefacto social, un invento de la humanidad para autorregularse, eso no nos da una idea clara de cómo es su relación con el concepto de <<La Patria>>, porque si algo se hace innegable es que, gracias a los nacionalismos modernos, hay un sentimiento de <<ser y pertenecer>> común a “unos” y que forman parte de nuestras raíces, pero que sobre todas las cosas, nos hace diferenciarnos de varios “otros”. Pero si se trata de algo que se encuentra en nuestra esencia ¿Por qué nos conectamos con ella a través de símbolos (una bandera, una imagen, un himno, un prócer) que son externos y formados desde un Poder en un tiempo y un lugar? ¿Eso nos une o nos aliena?
Por suerte para nosotros, Lauri Fernández ha hecho un trabajo descomunal. Si más arriba la comparé muy injustamente (para nuestra historieta de hoy) con Maus o Los Surcos del Azar, es únicamente por un recurso narrativo compartido entre las tres, el de las entrevistas y su correspondiente sensación documental. Cada una de las obras mencionadas, junto con quienes las han creado, son enormes por sus propios méritos, pero no puedo dejar de pensar en la inmensidad del trabajo y la pasión puesta por la autora de Turba. Bien a lo Argentina: una tarea titánica contra viento y marea.
En la línea de los postulados de Hannah Arendt, se puede palpar a simple vista cómo para los protagonistas de nuestra historia, los de una guerra innecesaria, el amor y la lealtad a la patria poco tienen que ver el nacionalismo, es decir, con la idea de que unas naciones son superiores a otras, y de las cuales debemos excluirnos, no mezclarnos. En un conflicto armado por un cacho de tierra, el haber nacido de uno u otro lado de la frontera ¿es más importante que la contingencia en la cual hemos nacido? No olvidemos que el concepto Nación, a diferencia de la Patria, es un producto de la modernidad, y no casualmente, capitalista.
“Entonces pudo impulsar un montón de medidas neoliberales que se llevaron puesta a la clase trabajadora. Privatizaciones de empresas estatales, caída de la producción nacional y aumento de la pobreza infantil… acá el <<triunfo>> fue un salvavidas para que Thatcher destruyera muchas conquistas de la clase obrera.
Fragmento de Turba
Decía Benedict Anderson que las naciones son comunidades imaginadas, que tienen más que ver con lo espiritual y lo jurídico que con nuestro origen, y siempre construidas a partir de narrativas confeccionadas desde el Poder hegemónico. Pero la curiosidad es que si se trata de la combinación entre conceptos modernos (lo que implica que no siempre fue así), la Historia ha sido reescrita muchas veces… ¿Y por quiénes? Lamentablemente para nuestra realidad, pero muy a favor de la historieta elegida, esas voces recorren toda la novela gráfica. Ya sea por medio de recursos narrativos gráficos, como por la noble actitud de poblar las páginas con múltiples voces y realidades que trascienden las naciones y las culturas.
Lauri Fernández se toma muy en serio el juego de palabras al momento de elegir el Título. Podríamos hacernos los boludos y creer que el nombre elegido en la tapa se encuentra explicado únicamente por la aclaración de la propia autora apenas uno abre el libro. O también podríamos desconfiar, e ir hacia aquello que la palabra Turba nos remite en el imaginario popular: Una muchedumbre de gente confusa y desordenada. Porque luego de haberla leído varias veces (y con la sugerencia de esa hermosa portada) esa es la triste realidad de lo ocurrido con la guerra de Malvinas.
“No debes referirte a ellos como “cuerpos”, ni ante sus familias, ni ante nadie… Porque son individuos, personas que tienen derecho a recuperar sus identidad, a ser reconocidos como las personas que eran antes de la guerra. Historizarlos y mantener, a ellos y a su memoria, vivos.”
Fragmento de Turba
Una pregunta que nos hace continuamente la obra es la siguiente:
Si unos viajaron a defender un territorio, un concepto de nación, una forma de entender la soberanía y otros fueron a invadir, a tomar lo que consideran que les pertenece por derecho internacional y a defender los ideales con los que los han criado desde chiquitos… ¿Podrían ustedes quitarse la ideología y la bandera, y afirmar sin lugar a grises a qué bando pertenece cada clasificación?
Y como si fuera poco, nos vuelve a cachetear con otra pregunta:
¿Sigue siendo válido continuar un relato plagado de tradición y de herencia, que entiende al extranjero, a ese que le tocó nacer del otro lado de la línea del mapa, como una amenaza a nuestra esencia?
Las fronteras actuales son difusas, la vorágine consumista y cortoplacista nos invita a ser “ciudadanos del mundo”, mientras que los nacionalismos se enfocan cada vez más en rescatar aquellas cuestiones que nos hacen sentir más únicos, puros y unidos. En ambos casos, me gusta el pensamiento de Jacques Derrida, para quien se trata de narrativas hegemónicas que construyen la idea de patria, y la vuelven incuestionable, pero que sobre todas las cosas, nos igualan a todos en la calidad de “ciudadanos”, mientras que la desigualdad social no hace más que enfatizar en las diferencias de oportunidades y de calidad de vida.
Estimado/a lector/a, si al momento de leer Turba por primera (y segunda o tercera) vez no se te pone la piel de gallina, no te dan ganas de llorar por los pobres pibes que quedaron allá y los grandes hombres que volvieron acá (y a otros lugares del mundo), o ni siquiera sentís en la espalda ese halo frío de tristeza y soledad que generan las grandes injusticias… andá urgente a una guardia: es posible que en lugar de sangre, te corra pis por las venas.
Dejanos tus comentarios:
Tenés que iniciar sesión para poder comentar.