Los hijos de Hernández
En general, cuando se habla de “los Hermanos Hernández” se habla de Beto y Jaime, y muchas veces se los menciona así, en un combo, como si la obra de ambos fuera muy similar, o incluso la misma. Lo cual es un error grosero, porque Beto y Jaime crearon una sóla historieta en conjunto (The Return of Mr. X) y estilísticamente no se parecen demasiado. Pero hete aquí que Citizen Rex (publicada por Dark Horse primero como miniserie en 2009 y luego recopilada en libro en 2011) ES una obra de los Hermanos Hernández, porque acá Beto dibuja un guion de su hermano Mario, el menos conocido de los Hernández, el de menos trayectoria en el mundo del comic.
Gran Rex
Este es, lejos, el mejor trabajo de Mario Hernández. El guion de Citizen Rex es complejo, casi rocambolesco, repleto de elementos inquietantes, de personajes bien definidos, de conflictos que emergen a través del velo de la conspiración. Cuando faltan 30 páginas para el final, empezás a suponer que no hay forma de que tantas puntas, tantos personajes y toda la acumulación de hechos y revelaciones impactantes logre converger en algo así como un final satisfactorio. Y Mario te cierra el orto con clase y categoría, como si escribiera una novela gráfica por semana. El final no renuncia al clima de misterio ni de bizarreada, pero explica y abrocha absolutamente todo de modo potente, intachable, hasta con cierto vuelo poético.
En el medio, Mario nos brinda una muy buena dosis de acción, mínimos chispazos de romance, bastante runfla política y la chispa para el debate acerca de qué significa ser humano y qué significa el heroísmo. También hay sutiles bajadas de línea acerca de los ricos y poderosos, su frivolidad, su culto a la apariencia y la relación entre el mundo empresarial, el periodístico y el mafioso. Todo eso en un comic de ciencia ficción, en una ciudad futurista poblada de robots y autos que vuelan. Mario se basa muchísimo en estos elementos futuristas pero también los usa para hablar de nosotros, no sólo para que la historieta sea más flashera o más bizarra. Y por si todo eso fuera poco, mete algunos diálogos realmente grossos, casi siempre en boca del protagonista, Sergio “Bloggo” Bauntin. O sea que estamos frente a un thriller de sci-fi muy intenso, con mucho ritmo, tiros, explosiones y peleas, y a la vez con un montón de toques más finolis, más ricos para el análisis.
Lápiz, tinta, acción
Al frente de la faz gráfica se puso Gilbert (Beto, para los amigos), el más prolífico de los Hernández, un verdadero especialista tanto en historias profundas como en historias bizarras, de climas enrarecidos. Me acuerdo que cuando leí Speak of the Devil, aquella novela gráfica/ película protagonizada por Fritz (si no entendés de qué estoy hablando, tenés que volar a leer la nota sobre Love & Rockets del nº8 de Comiqueando Digital) me convencí de estar frente a la que probablemente fuera la obra de Beto con más acción y más violencia. Bueno, olvidate. Al lado de Citizen Rex, Speak of the Devil es una película de Ingmar Bergman. Y Beto, que nunca se especializó en la machaca, se desafía a sí mismo, con resultados no siempre favorables.
A veces, su trazo grueso y su figura humana más pensada para las secuencias estáticas que para la acción se combinan para crear movimientos un poco toscos, un poco precarios. Por supuesto, Beto la rema con su inusual dominio del claroscuro y sus crosshatchings alucinantes, sus cielos, sus paisajes urbanos, sus trajes, todas esas cosas en las que la rompe siempre, más allá de la temática y la ambientación. Los personajes de Beto son recontra-expresivos y su narrativa, a prueba de balas (y rayos laser). O sea que, sin darnos su mejor trabajo, el creador de Luba sale bien parado de una verdadera ordalía.
Nerdgasmo final
Y mientras repasaba algunas secuencias de Citizen Rex para escribir esta columna, tuve un nirvana comiquero, o como diría Kick-Ass, un nerdgasmo: me imaginé esta historieta dibujada por Yves Chaland, con la estética que utilizó en su comedia futurista, Adolphus Claar. Ya sé, es imposible porque Chaland murió hace más de 30 años. Pero si leíste Citizen Rex por ahí coincidís conmigo en que sería una gloria absoluta. Si no lo leíste, dale una oportunidad. Está publicado en castellano por La Cúpula, si te da paja leerlo en inglés.
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