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NOTAS

Papa Fina

Enfermedades mentales, zombies y perritos en un gran combo de recomendaciones.
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Martes 10 de junio, 2025

Esta vez toca un mix que los va a llevar desde enfermedades que solo pueden existir en la historieta formal, a zombies que quieren tener su lugar en la sociedad y finalmente, una realidad perruna muy distinta. Tres joyas. Tres papas finas.

Las patologías de las viñetas

Los casos médicos que aparecen en Diagnósticos de la dupla Diego Agrimbau-Lucas Varela están más allá de cualquier junta médica. Muy jodido para los protagonistas de cada uno de estas patologías, pero maravilloso para los lectores, que podemos volver a disfrutar esta maravilla gracias a la nueva edición de la mano de Hotel de las ideas.

Esta dupla, que ya tiene otras obras en conjunto, son historietistas con mucha experiencia en el medio. Tienen recursos que les permiten moverse con la soltura suficiente para tergiversar a su gusto ciertos mecanismos narrativos, y lucirse cada uno en su área. La fórmula de Agrimbau consiste en tomar una patología X (claustrofobia, agnosia, etc) como excusa para jugar y redefinir elementos propios de la historieta como las viñetas, las onomatopeyas, etc.. Lo verdaderamente interesante es que no es un manual de estilo, ni una exploración dedicada exclusivamente a la semiótica del medio con una historia nueva en cada uno de los casos. Podríamos compararlo con 99 Ejercicios de Estilo de Matt Madden, de la que difiere justamente porque no es la misma página que se repite constantemente. Cada uno de estos relatos cortos tiene una historia interesante, muy divertida y con conflictos definidos. Estas historias atrapan porque en pocas viñetas definen el entorno y el género con el que trabajan, además empatizamos rápidamente con las protagonistas. Esto es algo muy complejo y difícil de lograr, y en estas historias fluye de manera natural. Si se puede criticar algo a nivel narrativo, es que Agrimbau se sostiene mucho en los diálogos internos de las protagonistas y esto le sirve para “explicar” lo que está sucediendo y cómo altera el entorno.

El salto de géneros y alteración de las percepciones son un desafío para cualquier dibujante. ¿Cómo demostrar que la protagonista de la historia no ve lo mismo que nosotros? Hay ilustradores que hubiesen cargado mucho las viñetas, o no hubiesen sabido qué hacer y habrían intentado improvisar algo sin éxito. Lucas Varela tiene un estilo marcado por sus conocimientos en diseño gráfico. Sus viñetas siempre tienen buena composición y por más que tengan muchos elementos, se las arregla para dejar espacios libres. Nunca llegan a estar cargadas y respiran, algo a lo que muchos dibujantes deben prestar atención. Además, tiene un virtuosismo gráfico que le permitió definir perfectamente el género de cada uno de los relatos cortos y se lució a la hora de reflejar las alteraciones perceptivas. El trabajo con las onomatopeyas en Sinestesia y el de las perspectivas en Claustrofobia son impresionantes. Como contra, hay que mencionar que Lucas tiende a repetir algunos recursos gráficos y sus personajes tienen mucho parecido físico.

Con varias ediciones a sus espaldas, Diagnósticos sigue representando una muestra de la riqueza que hay en la historieta formal y todo lo que se puede hacer al conocer el medio en profundidad. Apostar a ir más allá y simplemente romperla.

Zombies con problemas sociales

Les voy a ser sincero. Odio el género de zombies centrado en las historias de supervivencia. Es por eso que mi lado masoquista busca algo diferente en el mundo de los muertos vivos. A veces tengo suerte y otras, aparecen libros como por arte de magia. Sin que los pida ni que haga un trabajo arqueológico de búsqueda en bibliotecas. La Vuelta Descremada de Ibn Al Rabin se le aparece a los comiqueros que tienen fe de encontrar joyas escondidas.

Lo maravilloso de este comic es que el autor se dio cuenta de que podía usar zombies para exponer la idiotez humana de nuestros días. Un poco difícil si nos ponemos a pensar en que el vocabulario de los no muertos clásicos es bastante limitado y por lo general no va más allá de variaciones de “aghhhh” o gruñidos. Pero estos no son de ese tipo. Aquí hablan, piensan y digamos que planean. Son ese elemento extraño que irrumpe en la sociedad sin que nos lo esperemos y terminan por ser tema de debate tanto a nivel televisivo como político. Ibn Al Rabin disfruta cada momento que desencadena la premisa de zombies reales actuando gratis en una película. Es una bola que crece y crece en esos diálogos cargados de un humor muy agudo en el que nos analiza como sociedad. No faltan esos giros imprevistos que sacan carcajadas mientras se nos ríe en la cara y nos señala lo ridículos que podemos ser, pero sin ofendernos.

Es posible que cuando vayan a hojear este comic sientan que los están cargando. El dibujo es tan minimalista que llega a lo iconográfico. No hay fondos ni elementos decorativos a menos que sea esencial y aun así está simplificado al máximo. En sus viñetas los protagonistas absolutos son los personajes, que parecen robados de las señales de tránsito. No tienen prácticamente ningún detalle, pero se las arregla para que sean muy expresivos desde lo corporal y uno que otro recurso historietístico básico. Es una propuesta arriesgada, muy personal, pero que funciona perfecto y encima, los hace aún más efectivos a los diálogos. En este sentido también recuerda mucho a los pollos de Copi. También sumamente básicos, pero expresaban muchísimo. Sin duda, algo que muchos historietistas deberían aprender. No sirve de nada gastar litros de tinta si no logran expresar o decir algo.

A estas alturas es bueno tener una visión tan creativa del mundo zombie. Menos mal que lo hizo en historieta, porque estas obras brillantes logran que la historieta sea el Noveno Arte. Les recomiendo que compren este libro. Sus cerebros van a tener un mejor sabor después de que lo lean y los no muertos que lo atrapen se lo van a agradecer, aunque ustedes no se enteren.

No hay perros en el menú

Me encanta cuando un autor cambia el registro en una de sus obras. Ese momento mágico en el que nos dice cara a cara, o más bien a través de sus viñetas “Esto no te lo esperabas” y sorprenden gratamente. En Perros, la surcoreana Keum Suk Gendry-Kim deja de lado el realismo más desgarrador para abrirse humanamente a través de algo que ama y le permite mostrar su esencia: Los perros.

La vida de una pareja sin hijos cambia radicalmente desde el momento en el que adoptan a su primera perrita, Zanahoria. Al principio están confundidos, no saben muy bien cómo encarar esos problemas perrunos diarios, pero eventualmente logran adaptarse sin llegar al extremo de criar un perrijo. Las cosas cambian aún más cuando deben mudarse al campo y se dan con realidades completamente distintas. Es así como se cruzan con vecinos que tienen distintas miradas, muchas veces sumamente cruel de lo que es tener un animal.

Lo que más impacta es el choque generacional. Muchos vecinos de la autora ven a los perros como animales de consumo. Los crían simplemente para comerlos con todo el maltrato que eso conlleva y genera conflictos. Por un lado, ellos no entienden cómo es posible cuidar y querer a esos animalitos sin que pasen por una hornalla y por el otro, a ella y su pareja le genera terror pensar que cuando uno de sus canes desaparece, puede tener el mismo destino que la gallinita de Marimar.

En ocho capítulos la autora logra construir un panorama de algo que se ve pocas veces en los comics: Las distintas realidades que hay en cuanto a tener un perro. Es un libro simple, pero impacta. Lectura obligatoria para los amantes de los cuadrúpedos.