Buenas, ¿cómo va? Llega otro mes con el reseñómetro a full. Como las lecturas de este mes corresponden a Mayo, mes patrio, la voy a jugar de chauvinista por un rato. No fue algo ni impuesto o pensado adrede, simplemente fue casual.
Así y todo hay una lectura foránea, con la que voy a abrir esta columna. Quedé cebadísimo con Doctor Strange in the Multiverse of Madness, esa película de terror protagonizada por un superhéroe del MCU, y si bien me quedó pendiente para lectura el segundo Essential (el primero fue debidamente reseñado en la primera entrada de Papa Fina modelo 2022), quise ir con algo más chico, y metí la miniserie The Flight of Bones (Marvel Comics, 1999) publicada bajo el sello Marvel Knights. El tordo estuvo casi 20 años sin un título propio, con su grositud repartida entre team-ups o novelas gráficas. Ésta, ideada por las cabezas de Dan Jolley (que oficia de guionista para las cuatro revistas), Tony Harris (que también dibuja los primeros dos números) y Ray Snyder (entintador de Harris), es la primera de varias minis. ¿La historia? Otro conflicto más con Dormammu, el Boca-River del universo mágico de La Casa de las Ideas. En el medio hay una secta mágico-terrorista que larga personas en estado de combustión espontánea para afanar bancos y causar disturbios, y una subtrama médica algo desaprovechada.
La historia empieza con una mención que Strange le hace a un colega médico sobre lo mal que le funcionan las manos debido a la falta de rehabilitación tras el accidente que sufrió allá lejos y hace tiempo. Este problema aparece a lo largo de los cuatro números en situaciones críticas que le impiden al doctor hacer algún que otro hechizo y… bueno, no mucho más. La historia no termina con Stephen recuperando su funcionalidad o incluso en una nota dramática, todavía más impedido, sino que esta excusa sirve para motivar a dicho colega a que vuelva a operar. Al margen de eso, hay un gran relato que obviamente levanta fuerte por los lápices de Harris, otrora artista del Starman de James Robinson, que a mitad de camino es reemplazado ni más ni menos que por Paul Chadwick, el creador de Concrete, en total estado de gracia acompañado por Jimmy Palmiotti en tintas. Dos propuestas estéticas distintas entre sí que, en la sumatoria final, no desentonan. Son cuatro revistas que después quedaron recopiladas en un TPB, ideales para descubrir al Hechicero Supremo si todavía no le entraste a la saga original de Lee y Ditko. Y si ya la tenés clara con el personaje, nunca está de más tener a mano una nueva visión sobre el personaje (aunque -nobleza obliga- The Oath de Brian Vaughan y Marcos Martín es mucho mejor).
Sigo con la magia, pero ahora en nuestras tierras. El Mago (Purple Books, 2019), tercera colaboración de los ídolos Ricardo Barreiro y Quique Alcatena publicada originalmente en la revista Skorpio, consta de dos “sagas” protagonizadas por Jalib, un adolescente que, en un abrir y cerrar de ojos, pierde a toda su familia a manos de tres magos poderosos. Obviamente, qué mejor manera de buscar venganza que convirtiéndose en un mago todavía más poderoso que este trío jodido. De nuevo, una historia simple, lineal y ganchera que eleva su estatus gracias a los dibujos, esta vez de un Alcatena más curtido si se lo compara con las obras previas de esta dupla, con algunas puestas de página jugadas y diseños de personaje alucinantes. Pero lo verdaderamente grosso, a mi juicio, está en lo que se considera “El Mago II”, que hasta el momento no había sido recopilado en libro. Algo mentiroso ese número 2, ya que no es otra novela gráfica feteada sino tres historias autoconclusivas que si bien no expanden la historia de Jalib, tienen mucha más onda que la primera parte (la historia del dragón, la mejor). Ya liberado de la necesidad de explicar quién es el personaje y a qué tope de poder llegó, el Loco Barreiro se divierte con tres fábulas hechas y derechas. ¿El garrón? Que solo sean estas cuatro historias, una larga y tres cortas, y nada más. ¿Otro garrón más? Que este sea el único rescate fatto in casa del binomio. Por suerte tengo la edición chilena de La fortaleza móvil/El mundo subterráneo (que sí, fueron recopiladas con anterioridad por Récord, pero andá a conseguir esos tomitos). Ojalá que Purple Books o quién sea se encargue de reeditar acá esas dos obras, además de Ulrick, que directamente no está republicada.
Sigo en Argentina, por supuesto, y cumplo una deuda pendiente con Angela della Morte (2011, Ovni Press), historieta del maestro Salvador Sanz serializada en Bastión primero y Fierro después. Tuve hasta entonces, un problema con el artista: su dibujo es perfecto, sus ideas son prometedoras pero sus guiones se desmoronan en algún punto, se pierde mucho tiempo explicando cómo funcionan estos universos para después buscar un cierre a las apuradas y que obviamente no está a la altura de las circunstancias. Se nota que acá se puso las pilas en ese aspecto, porque Angela ocupa dos tomos, y este primero es perfectamente introductorio: se explica qué es esta extraña utopía y su funcionamiento político, cómo fue que la ciencia logró extirpar las almas de los cuerpos humanos (pocas veces la ciencia y lo sobrenatural funcionan con lógica, y este es el caso), y por supuesto, se presenta a los buenos, los malos y los conflictos que ocurren en el medio. Pese a todo lo malo que pueda decir de algunos guiones de Salvador, es innegable que tiene un gran talento para imaginar conceptos e ideas retorcidas, y acá puso lo mejor de sí mismo.
Además de todo esto, hay personajes bien desarrollados e interesantes a su manera: Angela, la protagonista que es completamente inútil porque solo le sale fallar en las misiones que se le pide; sus relaciones con otros seres humanos se complejizan por una situación de guerra civil entre dos empresas que buscan capitalizar la vida eterna. Y un gran conflicto que explota en la luna. El delirio es absoluto y, paradójicamente, la historia tiene mucho sentido. Del dibujo, qué puedo agregar a los típicos elogios que merecidamente se lleva Sanz, así que ahora resta ver cómo termina esta historia. El mes que viene aviso que onda.
Últimas dos reseñas, un poco más cercanas en el tiempo. El diablo en la Torre Nueve (Barro Editora, 2021) es la primera historia larga de Daniela Ruggeri, fundadora de Panxa Comix y del mítico evento Dibujadxs. Es lo primero que leo de ella ya que ignoro su previa carrera como fanzinera, no sé si lo suyo es la narrativa o la experimentación, pero lo que veo acá es una historia bien armada, redondita, que sabe qué contar y cuándo parar, aprovechando al máximo las 42 páginas que tiene para desarrollar este realismo mágico ubicado en el Barrio Samoré. Y acá es donde, en lo personal, la historia me toca el corazón. Como vecino de Lugano, es emocionante ver los edificios, las baldosas, las ideas arquitectónicas del conjunto habitacional representadas a la perfección. Todo lo que se ve es idéntico, auténtico y respetuoso. El dibujo de Daniela, por fuera de esta representación, tiene una delicadeza que le calza bien a la trama, por momentos caricaturesco y por otros más definido por los detalles pero sin ser realista todo el tiempo. A esto se le suma un color que funciona como un buen resaltador de estos rasgos finos de Ruggeri. La historia, por su lado, es una hermosa aventura protagonizada por chicos y chicas tiernos pero curtidos por la vida de barrio, que manejan sus propios códigos también bastante reales para protegerse entre ellos y que se amalgaman con delicadeza a la parte más fantasiosa que involucra a un diablo que vive en la Torre Nueve. La revista termina con un final que deja una obvia puerta abierta para continuar con las aventuras y ojalá que así sea.
Cierro con La Cárcel del Fin del Mundo (Hotel de las Ideas, 2022), serializada en la Fierro Digital y ahora recopilada en un libro que incluye un prólogo y un capítulo inédito. Nuevamente Santiago Sánchez Kutika se mete con el mundo periodístico después de “Roberto Arlt, Cronista criminal”, esta vez enfocado en las crónicas que Juan José de Soiza Reilly hiciera para Caras y Caretas en 1933, donde recogía testimonios de reclusos. Una cruda ventana para conocer la Argentina de la década infame donde hay arrepentidos y desamparados, a punto de morir por las condiciones infrahumanas en las que vivían. Así se reflejan estas vidas en siete relatos breves que dejan ganas de conocer más. En la parte gráfica, a Santiago lo acompaña Kundo Krunch, probablemente uno de los dibujantes más originales de los últimos cinco o diez años, cuyo estilo siniestro y de colores fríos generan un clima denso, propicio para este tipo de narraciones llenas de bandidos rurales o de alta alcurnia.
Suficiente por hoy, y será hasta el mes que viene. ¡Salud y abrazo para todos!


