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NOTAS

Drago

Te contamos la accidentada historia del heroico gaucho Drago, justiciero de las pampas creado hace 80 años por el legendario Burne Hogarth.
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Miércoles 10 de diciembre, 2025

Rey de la jungla

A veces, incluso los más grandes se hacen pelota contra la pared. Y tal vez uno de los casos más emblemáticos en la historia del comic sea Drago.

Estamos en 1945, y el maestro Burne Hogarth (que había nacido el 25 de Diciembre de 1911 con el nombre de Spinoza Bernard Ginsburg) se había convertido sin ninguna duda en EL dibujante de Tarzan. Cada domingo, la plancha a todo color del Rey de la Selva brillaba con los dibujos y los colores de un tipo que parecía tocado con la varita mágica, capaz de ostentar sublime majestad con cada trazo. Los guiones se los proveía el syndicate que producía y distribuía la historieta (United Features), pero nunca se supo quién (o quiénes) los escribían. En los créditos solo aparecían los nombres de Hogarth y de Edgar Rice Burroughs, creador del personaje. Y si bien eran guiones anodinos, repetitivos y muy difíciles de digerir 80 años después, la onda que les ponía Hogarth alcanzaba para tener a millones de lectores hipnotizados, semana tras semana, a ver si esta vez Tarzan zafaba o no de las fauces del cocodrilo, de la lanza del guerrero africano o de los influjos de la bella princesa de una civilización perdida en plena jungla.

Hogarth había heredado esa plancha dominical en 1937, tras la partida de Harold Foster, y desde entonces la popularidad de Tarzan no había parado nunca de crecer... incluso fuera de Estados Unidos. En algún momento, el autor se enteró de que sus historietas se publicaban también en Europa y que vendían fortunas... de las que a él no le llegaba ni un centavo. En los términos más amistosos que pudo, le planteó este dilema a los capos de United Features y cuando le dijeron que no le iban a dar un peso por las reediciones en el exterior, Hogarth decidió abandonar la serie. El syndicate lo reemplazó con el puertorriqueño Rubén Moreira (también conocido como Rubimor), que hizo un muy buen trabajo, pero obviamente no era Hogarth.

Hay que venir al sur

Poco después de su última plancha de Tarzan, Hogarth estaba en el Robert Hall Syndicate, que el 4 de Noviembre de 1945 lanzaba la nueva creación del maestro: Drago. Ahora sí con guiones de su propia autoría y un control total sobre los aspectos creativos y comerciales, Hogarth presentaba la que estaba destinada a ser su obra maestra... y finalmente duró apenas un año. El 10 de Noviembre de 1946, Drago llegaba a su fin y Hogarth, tras negociar un mejor contrato con United Features, regresaba a la plancha dominical de Tarzan, para una segunda (y aún más gloriosa etapa) que se iba a extender de 1947 a 1950.

¿Qué es Drago y por qué duró tan poco? Bien, Drago es un joven aventurero argentino, que combate villanos en nuestras pampas. En las postrimerías de una Segunda Guerra Mundial recién terminada, los países del bando aliado sospechaban que unos cuantos jerarcas nazis se habñian escapado a Sudamérica, con lo cual Drago tendría una vasta provisión de malignos enemigos a los que combatir. Tal vez influenciado por El Zorro, Hogarth decidió que Drago fuera una especie de noble (tal vez no sabía que en Argentina no hay títulos de nobleza), de una familia sumamente acomodada, hijo de un terrateniente bastante turbio. Pero a la vez era ¡un gaucho! Sí, un gaucho al que le sobraba la plata, en 1946. Nadie le explicó al maestro que los gauchos eran mayoritariamente paupérrimos, y que para los años ´40 ya quedaban muy pocos. Esta inconsistencia en la identidad misma del personaje puede haber sido determinante para que el público no se enganchara.

Drago tenía un amigo, Tabasco (nombre que nos refiere a una salsa mexicana, no argentina), y una novia llamada Darby O´Day. Las planchas estaban armadas de tal manera que se podían publicar tanto en formato vertical como apaisado. A lo largo del año que duró la serialización completó apenas dos aventuras, conocidas como "El Barón Zodiac" y "Fuego en el Ombú". Entre las dos, Hogarth arma una mescolanza imposible de elementos visuales (geográficos y culturales) tomados de distintos países de Latinoamérica y hasta de España. Básicamente, no hay el más mínimo rigor documental y se nota muchísimo que el autor no tenía la menor idea de cómo se vivía en la pampa argentina en aquellos años. Sin embargo, ¿adivinen cuál fue el primer país donde se publicó Drago traducido al castellano? Sí, el 24 de Mayo de 1946 la creación de Hogarth empezó a aparecer en entregas de tres páginas en la revista Intervalo, de la editorial Columba.

La otra campana

En general, en estos casi 80 años transcurridos desde que Drago desapareció de los diarios yankis, hemos escuchado a distintos especialistas atribuirle el fracaso a los pobres guiones de Hogarth, a que la idea de situar las historias en esta especie de pampa fantástica (con hermosas princesas y lujosos palacios) resultó inverosímil, y algunos (como Don Markstein) agregan que la serie estaba en manos de un syndicate que nunca se caracterizó por haber generado y promovido historietas realmente exitosas.

Sin embargo, ya en los años ´90, el propio Hogarth rompió el silencio y dio su versión de los hechos: "A Drago le fue muy bien. Desde el principio la compró una buena cantidad de diarios y estaba en algunos de los diarios más importantes -dijo en una entrevista que le concedió a Gary Groth-. El problema fue que se me ocurrió convertir la tira en una obra de teatro musical. Es algo que tenía en mente prácticamente desde el principio. Yo tenía una amiga, muy notable y talentosa, la joven Ray Elliot, que era compositora. Tanto ella como su marido eran amigos míos, y solíamos juntarnos en su casa a escuchar buena música. En un momento a mí se me ocurrió que podría componer una canción sobre el gaucho de mi historieta. Quería que la canción apareciera en la tira, editar la partitura, venderla, y al mismo tiempo construir una historia en torno a eso. Yo recordaba una canción sobre Barney Google, después hubo una obra musical de Peanuts, me acuerdo que Ham Fisher quería hacer la película de Joe Palooka... y bueno, me pareció que podríamos hacer algo enorme, genial... Escribí un par de estrofas, Ray improvisó una melodía y a mí me pareció brillante".

Hogarth y Elliot empezaron a mover contactos en el mundo de la música y de las obras musicales de Broadway, grabaron las canciones con músicos y cantantes profesionales, y cuando Hogarth le llevó el disco a la gente del syndicate, lo mandaron a freir churros. "Andá a dibujar, campeón, nuestro negocio es vender historietas, no discos". Ni siquiera se dignaron a escuchar el material y Hogarth, indignado, se fue ni bien se le venció el contrato, que duraba un año.  

Cada tanto, alguna editorial reedita las planchas de Drago, pero siempre como una curiosidad, como algo bizarro, como ese "otro trabajo" del mejor dibujante que pasó por Tarzan. De alguna manera, la obra más personal y potencialmente más impactante de Burne Hogarth quedó en eso, en la anécdota, y no llegó a buen puerto ni como plancha de historieta para los suplementos dominicales ni como musical para los teatros. Si te animás a leerla, está toda publicada en libros, tanto en inglés como en castellano.