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NOTAS

Krazy Kat (parte 1)

Nos vamos 100 años hacia atrás, para redescubrir uno de los primeros grandes clásicos de la historia del comic.
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Martes 19 de enero, 2016

Los primeros años del siglo XX encuentran a Estados Unidos en una época de sostenido progreso. La oleada inmigratoria proveniente del viejo continente (y en menor medida, de otros países) provoca el crecimiento lento pero progresivo de las por entonces modernas ciudades, mientras que cada uno de los grupos étnicos y comunidades va encontrando su lugar en diferentes regiones. El desarrollo tecnológico hace florecer la industria y todos buscan alcanzar el ansiado “american dream” del trabajo estable y la casa propia.

En este panorama de constante crecimiento, los medios de comunicación comienzan a jugar un papel preponderante, que iría en aumento con el correr de la centuria. En aquellos tiempos, los periódicos se transforman en la única manera de estar en contacto con esa realidad cotidiana que parecía volverse cada vez más inabarcable. Los magnates de los distintos diarios, en su feroz pelea por ganar más lectores, buscan incorporar nuevos contenidos a sus publicaciones, casi todos más ligados al entretenimiento que a la información. Y es en ese contexto donde vemos nacer las tiras cómicas (o comic strips), que tienen su origen “oficial” en 1896 con The Yellow Kid, de Richard Outcault, considerada la primera historieta en poseer un personaje fijo y con continuidad, publicada en el New York World de Joseph Pulitzer. En vistas de la popularidad de este curioso fenómeno, el principal competidor de Pulitzer, William Randolph Hearst, no se queda atrás y, luego de llevarse al Yellow Kid para publicarlo en su Journal, convoca a jóvenes talentos para la creación de nuevas historietas: The Katzenjammer kids de Rudolph Dirks, Happy Hooligan de Frederick Burr Opper e In the Land of Wonderful Dreams (versión Hearst de Little Nemo in Slumberland) de Winsor McCay son algunas de ellas. Para la década del ’10, el universo de las comic strips se encuentra en pleno apogeo, y es en ese preciso momento cuando hace su aparición un joven creador que, tímidamente, como quien no quiere la cosa, genera una historieta revolucionaria, cuyos ecos aún resuenan en nuestros días. Esa historieta se llama Krazy kat; su creador, George Herriman.

Una mente brillante

Nacido en Nueva Orleans un 22 de agosto de 1880, George –o “Garge”, como lo llamaban despectivamente los vecinos de la cuadra- es el primer hijo de una familia muy humilde, con una variada ascendencia que incluía raíces francesas, hispanas e indias. Al poco tiempo, los Herriman se mudan a Los Angeles, donde todos los días, luego de terminar sus clases en el St. Vincent College, el joven George debe realizar trabajos temporales para contribuir a la acuciante economía del hogar. Realiza changas como vendedor de peines y cepillos de dientes y, por intermedio de su padre, intenta introducirse en el negocio panadero, hasta que un día, luego de freír una rata muerta y meterla adentro de un sandwich, lo sacan a patadas y no vuelve más.

Había una sola cosa que George disfrutaba hacer, aunque nadie lo apoyaba: dibujar. Perseverante hasta el cansancio, con tan solo 17 años logra vender su primer dibujo (una ilustración del Hotel Petrolia) al diario Los Angeles Herald. Tan impresionados quedan con su trabajo que lo contratan como ayudante del Departamento de Grabados, con un sueldo de dos dólares semanales. Tres años después, envalentonado por los buenos resultados de sus dibujos, George les dice adiós a todos y se va a probar suerte a Nueva York, donde se editan las publicaciones más importantes del país. Y no le va mal: sus primeros dibujos humorísticos aparecen en la revista Judge, hasta que en septiembre de 1901 inicia su colaboración en los periódicos de Pulitzer, con una serie de historietas sin continuidad protagonizadas por campesinos y vaqueros. Lentamente su producción va en aumento, con trabajos para los sindicatos Philadelphia y T. C. McClure.

Musical Mose

En 1902 llegaría su primer personaje fijo: Musical Mose, hijo dilecto del Pore lil’ Mose de Outcault. La tira contaba la historia de un músico negro que trata de hacerse pasar por miembro de otra comunidad hasta que finalmente lo descubren y lo muelen a palos. Más adelante vendrían Professor Otto and his auto, sobre un desastroso automovilista que se lleva todo por delante, y Acrobatic Archie, que narra las aventuras del acróbata del título.

Definitivamente asentado en el mercado editorial neoyorquino, Herriman regresa a la costa oeste para casarse con su novia de toda la vida: Mabel Lilian Bridge, con la que tendría dos hijas, Mabel y Barbara. De nuevo en la Gran Manzana, sigue sacando personajes y series de su inagotable cantera: realiza la tira Two Jolie Jackies, sobre dos marineros desocupados, y Major Ozone’s fresh air crusade para la World Color Printing Company que, como su nombre lo indica, narra las aventuras del Capitán Ozono en su incansable lucha por encontrar aire fresco. En estas dos series comienzan a notarse los primeros esbozos de la fértil imaginación de Herriman y marcan el camino a seguir para todo lo que vendría después. En 1904 ingresa a las filas del diario New York American, donde crea una serie de historietas sobre temas deportivos que de golpe y porrazo desaparecen por espacio de un mes para luego volver a salir de forma esporádica. Decepcionado y molesto por esta situación, Herriman renuncia al periódico y se vuelve con su familia a California.

Major Ozone’s fresh air crusade

De nuevo en la tierra que lo vio crecer, el ahora experimentado George inicia una colaboración para Los Angeles Times con una historieta que ataca al magnate William Hearst. Pero aparentemente, éste no se dio por aludido –o no le importó- ya que al poco tiempo lo llama para sumarlo al L.A. Examiner, su periódico de Los Angeles. Allí continuaría sacando de la galera nuevas creaciones: Mr. Proones the Plunger (claramente influida por el Mutt & Jeff de Bud Fisher), Baron Mooch y fundamentalmente Gooseberry Sprigg, serie protagonizada por animales, con varios gags y situaciones que luego tendrían un mayor desarrollo en Krazy kat. Paralelamente realiza otras tiras con animalitos para la World Color Printing: Alexander the cat y Daniel & Pansy, un coyote y un cerdo respectivamente, que más tarde se incorporarían al elenco de su más famosa creación. El éxito de las tiras de Herriman hace que, en 1910, Hearst se lo lleve nuevamente para Nueva York a trabajar en su New York Evening Journal. Codeándose con verdaderos monstruos como Winsor McCay y Cliff Sterret, Herriman aporta su cuota de talento con The Dingbat family, una pintura costumbrista de la familia de un oficinista, en donde Krazy kat hace su primera aparición.

Gooseberry Sprigg

Luego del éxito de este personaje y del traslado a su propia tira, Herriman continúa con los Dingbat (ahora rebautizada como The family upstairs) hasta 1916, cuando da paso a Baron Bean, otra serie de su creación que cuenta cómo un barón inglés termina mendigando por las calles, producto de su mala fortuna. La incorporación de su amigo Grimes y de sus respectivas esposas cambia el tono de la historieta y la vuelca hacia la comedia costumbrista. Esta variante no es bien recibida y la tira concluye. De inmediato es sustituida por Now Listen Mabel, sobre una relación amorosa amenazada por los más diversos motivos, pero tampoco tiene éxito. El problema estaba en que la repercusión de Krazy Kat eclipsaba totalmente al resto de las series, a tal punto que Herriman contraataca con otra creación recién tres años después, en 1922, con Stumble Inn. De nuevo, esta serie dura pocos meses como tira pero se mantiene un par de años como página a color en el suplemento dominical. En 1928 se hace cargo de una viñeta llamada Embarrasing moments, que ya había sido abordada por otros autores pero a la que dota de su visión y estilo únicos. Tanto es así que cambia su nombre por el de Bernie burns, con un personaje fijo que continuaría hasta su cierre en 1932. Luego de esto, Herriman se dedicaría exclusivamente a su Krazy kat.

Stumble Inn

Hasta ese momento, la vida de George estaba signada por el éxito y el bienestar; pero la muerte de su esposa en 1934, producto de un accidente automovilístico, y la de su hija Barbara unos años después lo sumen en una profunda depresión de la que jamás se recuperaría. Los problemas de salud comienzan a aparecer y, recluido en su casa en California, su producción se vuelve cada vez más distanciada. A medida que iba aislándose del mundo, también lo hacían sus personajes. Finalmente, producto de una cirrosis hepática no alcohólica, fallece el 25 de abril de 1944.

(Muy pronto, la segunda parte)