Continuemos este recorrido por la Saga de los Distintos dividiendo a Animalia (y a la Saga) en dos etapas/hemisferios. En las dos primeras entregas, la tormenta apenas depositó, en sendos reinos, a sus extraviados protagonistas, sin causar mayores daños en cada ecosistema. Con el foco puesto en los contrastes entre los habitantes del planeta animal, aparece la reflexión sobre percepciones y miopías. En los dos tomos que hacen a ese segundo momento, Chanti indaga acerca de sistemas de creencias y organización política, cuyas estructuras y liderazgos se ven trastocados por el temporal.
Las fuerzas aladas del cielo
Al reino de las aves va a parar la víbora bocaracá (tienen nombre propio apenas un par de protagonistas, el resto no), quien se maravilla de inmediato ante la belleza y el colorido de plumas y alas. Esa importancia que el reptil da a lo superficial, es la misma que Felisa padeció como extranjera en el libro anterior. En esos gestos se evidencia la coherencia tejida entre episodios. Hacia el final del segundo, otra bocaracá le proponía ayuda mutua a la gata montesa, para encontrar tanto el camino de regreso al reino de los mamíferos como el paradero de su cría, perdida tras la tormenta.
La víbora protagonista del tercer libro, de movida no hace contacto con las aves, solo las observa oculta mientras discuten acerca de los árboles caídos por la tormenta, con pérdida de nidos y huevos incluida. Esto también marca el corte temporal del que hablaba al comienzo: es en este punto que la muerte pasa de ser algo implícito a estar en primer plano. Si bien es una amenaza constante que atraviesa toda la Saga, en este volumen aparece con naturalidad desde el comienzo y es la excusa para hablar de los interrogantes y las creencias que cada une tiene acerca de la vida después de la vida, si las cosas que nos pasan tienen sentido o no, e incluso acerca de la Creación.
Al desasosiego del benteveo por haber perdido sus pichones, el cóndor (máxima autoridad y guía espiritual del reino, por ser el que vuela más alto, cerca del “Creador”) solo responde “paciencia, esperanza, fe”. Lo mismo ante la desaparición de un humilde cardenal. El cóndor aprovechará la aparición de ese “gusano gigante” y lo responsabilizará de todos los males sin respuesta acontecidos, haciendo gala de otra conducta típica de las sociedades humanas: estigmatizar y demonizar a extranjeros y desplazados. Amenazada, y sin posibilidad de defenderse, a la víbora no le quedará otra que morder fatalmente y permanecer oculta por varios días. Finalmente, tras algunos encuentros y revelaciones más acerca de las aves y su orden social, encontrará la posibilidad de salir volando (literalmente) de allí, con rumbo incierto hacia su mundo.
La quinta pata
Lo que se narra en este tercer volumen de la Saga de los Distintos ocurre en simultáneo al anterior: sus finales están prácticamente superpuestos. Esto es importante como dato, porque estamos frente a uno de los elementos que hace de esta historieta una novela gráfica: acá el mientras tanto es tan importante como el continuará. No es apenas un relato largo en fetas, una sucesión de episodios que eventualmente llegan a una conclusión: recordemos la propuesta lúdica inicial, esa suerte de rompecabezas que los libros conformarían una vez publicados los cuatro tomos. Entonces, ¿se puede leer la Saga de los Distintos aleatoriamente, ahora que ya se publicó de forma íntegra? Me atrevo a decir que ní. Entre los primeros tres volúmenes no habría problema, pero el cuarto, que incluye un racconto de lo publicado anteriormente, queda inevitablemente obligado a contar algo en sí mismo y, a la vez, a cerrar todas las puntas que quedaron sueltas con el correr de la saga.
Rosca subacuática
Lo que ocurre bajo la superficie después de la tormenta, poco tiene que ver con la suerte del pequeño cardenal que cae al agua, llevado hasta allí por los fuertes vientos. Definitivamente, la premisa “ave en el reino de los peces” es la más limitante de las cuatro combinaciones, debido a la imposibilidad del pajarito de sumergirse e interactuar con los habitantes del medio acuático. Habrá contacto, sí, pero la circunstancial estadía del ave a bordo de un cúmulo de algas que flotan a la deriva no tiene incidencia en los conflictos que se producen entre cardúmenes, varios metros hacia el fondo.
Allí, al diluirse las corrientes que ordenaban la vida cotidiana de peces y moluscos, la vieja del agua y el lenguado intentarán, nadando cada cual para su lado, encabezar corrientes nuevas y alinear al resto de los peces tras de sí. Sobre este conflicto será que el autor desplegará nuevas observaciones y planteos, como en los tomos anteriores, aunque esta vez resulten algo más forzados. De nuevo, quizás el medio acuático sea el que mayores limitaciones imponga a una historia en la que tres cuartas partes de los protagonistas no pueden sumergirse o apenas nadan (recordemos que en Animalia tampoco existen humanos). El doble desafío que mencionaba un par de líneas atrás, de ser un episodio autónomo y cerrar las líneas desplegadas en los anteriores de forma orgánica, acaso quede a medias. Sin develar cómo, apenas mencionaré que habrá final feliz para el elenco extraviado, no sin grandes dosis de tensión y adrenalina.
No tan distintos
En conclusión, la apuesta de Chanti y Planeta Junior resulta valiosa porque inaugura y pone a prueba un formato inédito de historieta para pibes en nuestro país, que se prolongó entre 2019 y 2025, sin haberse publicado antes por entregas en ninguna revista ni plataforma y sin personajes comercialmente icónicos. Un ejercicio lúdico de experimentación gráfica y narrativa que nos recuerda que las reglas de todo juego limitan, pero también estimulan la creatividad. Y que las mejores obras no sólo ofrecen respuestas, también abren nuevas preguntas. “¿Se imaginan qué mundo increíble podríamos construir si nuestros reinos se conocieran?”, se pregunta Nasu tras comprobar que nada hubieran podido sin estrechar lazos solidarios. El carpincho Capi, haciendo gala de su ambigüedad, planteará lo mismo para luego dudar: “O todo lo contrario, podríamos destruir al mundo por nuestras diferencias”. Chanti deja la resolución del interrogante en manos de sus lectores, que 232 páginas después, ya no son tan chicos como al comienzo.