The Spirit vale por dos
Tras la bizarra experiencia de Flash Gordon, donde se convirtió en ídolo “de culto” de generaciones, Sam Jones volvió a aceptar, bajo su propio riesgo, un papel basado en un personaje de comic, en este caso otro de la misma magnitud como lo es The Spirit del inmortal Will Esiner.
En 1987, Jones protagonizó se puso a las órdenes de Michael Schultz para el telefilme sobre el justiciero que volvió de la muerte. Lo secundó Nana Visitor, la actriz que alcanzó la fama algunos años después como la comandante Kira Neris de Star Trek Deep Space Nine), como Ellen Dolan y Garry Walberg como el comisionado Dolan.
La historia recayó en Stephen E. De Souza, un guionista aclamado y muy prolífico que en ese momento era una máquina de facturar con films como 48 hours (1982), Commando (1985) y Die Hard (1988) y con series como Knight Rider (El auto fantástico) y V. El argumento seguía con mucha fidelidad al comic Will Eisner y así se ve como el detective Denny Colt sobrevive a un intento de asesinato, y aprovecha la situación para convertirse en el justiciero enmascarado conocido como The Spirit.
Los villanos invitados son P´Gell (Laura Robinson), una hermosa viuda negra, y Simon Teasdale, interpretado por Daniel Davis, el mayordomo Niles de The Nanny, que aquí es un falsificador de arte, responsable de la “muerte” de Colt.
El telefilm contó con un presupuesto exiguo, lo que los obligó a realizar un producto clase B que tenía como objetivo plantar bandera para una serie del personaje. Todo es muy correcto en esta producción, pero el estilo noir de los comics de Eisner se pierde con la decisión de los productores de historia, por una cuestión de costos, en la década de 1980, con muchas escenas filmadas a la luz del día y en estudios que simulaban ser calles de Central City. Esto se nota principalmente en las texturas de las locaciones, pero sobre todo en la iluminación de los sets a base de luces de neón, que por momento recuerda a series como Sledge Hammer o Miami Vice, típicas de esa década maravillosa pero a la vez tan particular.
Las actuaciones de Jones y el resto del elenco cumplen con lo prometido y la película con el tiempo alcanzó la categoría “de culto” entre el fandom por sus buenas intenciones.
Veinte años no es nada…
El camino para que The Spirit llegue a tener su versión cinematográfica iba a ser largo y tortuoso, como su vida en las viñetas. Michael Uslan, el productor que logró llevar a Batman al cine en 1989, adquirió los derechos de The Spirit a principios de los años ´90 pero sus intentos por adaptar el personaje a la pantalla grande, que incluían convertirlo en un superhéroe con disfraz o en un verdadero muerto que resucita para cobrar venganza, fueron en vano. Como Uslan le había jurado a Eisner que nadie más que él iba a poner sus manos sobre el personaje y que éste sería llevado con gran fidelidad al cine, el proyecto quedó dando vueltas durante años.
En el año 2004 la productora OddLot Entertainment volvió a adquirir los derechos sobre el personaje y dos de sus productoras, Gigi Pritzker y Deborah Del Prete contactaron a su ex jefe Michael Uslan para realizar el filme. Las cosas se fueron dilatando hasta que finalmente Uslan conoció a Frank Miller en el funeral de Will Eisner en el año 2005, en la previa al estreno de la Sin City de Robert Rodríguez. Con el éxito fresco de esa película en mente, el productor le ofreció el puesto a Miller aceptó gustoso esa responsabilidad.
El Espíritu en Pantalla
Después de años de pugnar por un lugar en Hollywood, donde lo máximo que había conseguido era escribir el guion de la secuela de Robocop, que fue despedazado y reutilizado en la tercera película del personaje, Frank Miller lo había conseguido. Tras su auspicioso debut como co-director junto a Robert Rodríguez en la asombrosa Sin City (Ciudad del Pecado, 2005) y su colaboración especial en 300, Miller iba a cumplir su sueño de hacer una película gracias a la productora Lion´s Gate Films, responsable de las nuevas versiones de Punisher y del largometraje animado de Doctor Strange. Ahora, tras redimirse en el campo del séptimo arte, Miller volvía al ruedo con una película basada en la obra de uno de los máximos exponentes del género que lo hizo famoso. Y la cosa iba a ser de lo más difícil.
(el lunes, la segunda parte)