Cátedra Langer
En tiempos de memes y reels, contenidos sesgados a medida del consumidor por algoritmos y “creados” con inteligencia artificial, es posible identificar el verdadero humor gráfico político (escrito y dibujado por seres humanos) por sus dos virtudes características. Una es la de hacernos atravesar coyunturas jodidas con una sonrisa y más de una carcajada. La otra es que, con el paso del tiempo, suele convertirse en testimonio histórico, instantáneas dibujadas que operan como ventanas al pasado mediante la síntesis de trazo y palabras que implica una viñeta suelta. Por eso, el humor gráfico bien hecho tiene un fuerte vínculo con los libros de texto escolares, y es un recurso muy utilizado para ilustrar materias como ciencias sociales o economía. Las viñetas que Sergio Langer publicó en el suplemento Zona del diario Clarín, entre 1998 y 2003, además de confirmar esto, constituyen un caso en el que los chistes no acompañan párrafos, son el soporte principal para el tema o la hipótesis a desarrollar. En 2005, bajo el sello Pequeño Editor, se publicaba el “Manual de historia argentina. De Carlos a Néstor”, recopilación de aquellas viñetas y registro del caótico y traumático tránsito de la Argentina al Siglo XXI.
Prehistoria
A fines de los años´80, Sergio Langer ya había sido publicado en las revistas Rico Tipo, Hum®, Sexhum® y la edición local de Playboy. Tras formarse como arquitecto y trabajando en un estudio de decoración, decide viajar a Estados Unidos para dedicarse de lleno al dibujo. Permanece durante siete meses en Brooklyn, donde toma contacto con figuras como Jerry Robinson y Art Spiegelman, pero decide volver a Buenos Aires cuando se deteriora la salud de su madre. Hacia 1993, ingresa a Clarín para publicar viñetas en los suplementos de Arquitectura y Turismo, “pero además de eso, yo también tenía algo para decir”, como les contara a Javier Hildebrandt y Hernán Katchadourian en la Comiqueando de Septiembre de 2006. “Por eso me peleé con el editor de Arquitectura, porque yo, además de hacer chistes de arquitectos… mandaba fruta. Cosas que, por ahí, generaban ruido. Y tuve una discusión, siempre tuve quilombos, en general (risas)”.
Claro, era la misma época en la que, junto a Diego Bianchi y otros amigos, editan Lápiz Japonés, “prozine” hoy legendario cuya provocadora propuesta se topó con la censura a partir de una demanda judicial iniciada por una empresa alimenticia multinacional. También tendría quilombos con anunciantes en su paso por la revista Los Inrockuptibles. Hasta que, convocado por la editora del suplemento dominical Zona, la recordada María Seoane, Langer vuelve a publicar en el autoproclamado “gran diario argentino”.
El desembarco
En 1998 debuta La Quinta Pata, sección en la que Langer afianzará su mordaz estilo. En la mencionada entrevista para Comiqueando, Sergio detallaba: “El proceso era enviar dos o tres bocetos los días jueves, de ahí ellos seleccionaban uno, lo pasaba a tinta y lo enviaba. A veces pasaba que no les gustaba ninguno, y tenía que sacar ideas de donde sea. Era un espacio marginal –a mí casi siempre me tocaron espacios marginales- pero igual generaba discusiones. A veces discutían algún chiste sobre el Papa, o algo así. Pero es algo normal, cuando laburás para un diario”. Y los temas de actualidad de aquellos días ayudaban bastante: relaciones carnales con EEUU y el FMI, corrupción política e impunidad de los genocidas, servicios públicos privatizados, coimas en el Congreso, ajuste sobre jubilados, pedofilia eclesiástica, la obsesión por el dólar, una ya inocultable desigualdad, y la distorsionada autopercepción de las clases medias. En el medio, el quiebre institucional de 2001 y las crisis social y política que le siguieron.
“Así eran los dibujos que Langer me presentó para incluir en el suplemento que yo dirigía entonces: trazos firmes, grotescos, profundos. Editoriales agudas que expresaban el espionaje creativo del humorista; ese ver y ver detrás de las pantallas, los gestos ampulosos, o los discursos almidonados”. Así lo definió Seoane desde el prólogo, una vez que las viñetas de La Quinta Pata se convirtieron en un compacto ladrillo con destino de biblioteca.
El Manual
“El proceso de selección del material fue bastante complicado, lo ideal hubiera sido hacer una recopilación por año, a fin de año sacar todos los chistes en un librito. Le pagué a una persona para que seleccionara el trabajo, pero después me colgué, hasta que finalmente, con la ayuda de Rubén (Mira), lo terminé y se lo ofrecí a varias editoriales. Pero a ninguna le convencía. Y terminé en lo de Diego Bianchi, Pequeño Editor, que es un amigo, y nos tiramos a la pileta”.
El libro se estructura de forma cronológica, segmentado por año mediante carátulas en las que Langer reversiona el escudo insignia del Estado Argentino, y cada viñeta indica el mes en que fue publicada. Otro gran acierto es la publicación, en las páginas pares y con el trazo distinguido en color, de varios “lados B”, bocetos propuestos por el autor y rechazados por Clarín. Esa acción no sólo nos habilita el acceso a la trastienda, a poder ver (ya no intuir) cuáles eran los límites con los que el autor chocaba cotidianamente, también nos muestran su habilidad creativa para lograr sortearlos a contrarreloj, para poder cumplir la entrega semanal.
Fin de ciclo
Para cuando Néstor Kirchner arriba a la presidencia en 2003, tras bajarse Carlos Menem del balotaje y con apenas el 22% de los votos, persistía aún la incertidumbre por el destino de Argentina. Las protestas cotidianas, las filas de jóvenes que tramitaban su éxodo en embajadas para buscar oportunidades en el exterior, el trueque de alimentos y servicios extendido por barrios de todo el país y la ola delictiva que la malaria había desatado nos interpelaban acerca de si había un futuro posible para nuestra Nación.
Todo eso también está libro, y Langer no se priva de (y nos habilita a) reir al respecto. Afortunadamente, las turbulencias cesaron y las cosas se fueron normalizando. En Clarín, mientras tanto, estaba por quedar vacante el espacio que encabezaba la contratapa, la famosa “página de los chistes”. Langer presenta, en tándem con Rubén Mira, un proyecto de tira diaria en el que se destacaba una señora de barrio a la que le encantaba blandir una motosierra. Finalmente debuta La Nelly y Langer abandona progresivamente La Quinta Pata. El personaje marcará una nueva época en la contratapa del matutino, hasta su cancelación en 2016, con la llegada al gobierno de Mauricio Macri… pero esa es otra historia. Nos queda como testimonio de esos años de entresiglo el Manual de historia argentina de Langer. vigente y actual en muchos de sus temas, veinte años después.
Desde aquí se recomienda como bibliografía ineludible en las cátedras universitarias, y escuelas de periodismo, ya que alberga varias claves y respuestas posibles a la pregunta acerca del derrotero argentino hasta el sórdido presente al que asistimos. Y también nos acerca la posibilidad de torcer el rumbo a futuro, si somos capaces de reírnos de nosotros mismos.
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