¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

NOTAS

Mique Beltrán (parte 1)

Te invitamos a descubrir la fabulosa obra de un historietista valenciano que rompió todo en los ´80 y ´90.
|
Lunes 09 de diciembre, 2024

Si alguna vez me encuentro al genio de la lámpara y me concede tres deseos, sin dudas, uno sería poder dibujar como Mique Beltrán. Este genio del Noveno Arte, tan deslumbrante como esquivo a la hora de producir, nació el 20 de Septiembre de 1959 en Jaraguas, una localidad situada a menos de 100 kilómetros de la ciudad de Valencia, España.

Las primeras historietas de Mique se las publica él mismo a los 20 años, en el fanzine «El Plolvorón polvoriento» y colabora también en la publicación underground «El gat pelat»- «Lo vendía donde podía -recordaba el autor en una entrevista-. Fue muy divertido y me permitió conocer a otros dibujantes que también sacaban fanzines, como Manel Gimeno, Sento o Micharmut». Estos trabajos están escritos en catalán (el idioma que se habla en la región de Valencia) e inéditos en castellano. Mique va a demostrar durante toda su carrera un fuerte compromiso con su región y con su idioma, y muy a menudo lo vamos a ver realizar historietas e ilustraciones para gobiernos municipales o para el gobierno autónomo de Cataluña, siempre en catalán, o incluso en valenciano, que es un dialecto que solo se habla en esta región de España.

En 1980 llega por primera vez al mundo de las editoriales profesionales. En la revista «Bésame Mucho» aparecen guiones suyos que dibuja Manel Gimeno y en la revista Star coloca alguna historieta dibujada por él mismo. Pero la explosión de Mique Beltrán se va a dar en 1982, cuando aparece el nº7 de la revista Cairo y el ídolo se suma a la misma con «Pasaporte para Hong-Kong», la historia corta en la que debuta esa bomba atómica llamada Cleopatra (a la que ya le dedicamos una… nota, acá en el sitio de Comiqueando). La revista Cairo era un medio muy receptivo para todos los autores de lo que se conoce como la «Nueva Escuela Valenciana», y Beltrán no fue la excepción. Allí encontró un lugar para sus aventuras que combinaban acción, chistes más físicos y chistes más picantes, y en ese formato logró en poco tiempo pulir su estilo y afianzarse como una auténtica estrella de ese período fascinante que vivió el comic español en la primera mitad de los años ´80. A principios de 1983, cuando en el nº13 de Cairo empieza a serializar su primera aventura larga («La Pirámide de Cristal»), Mique ya era un crack absoluto.

En su pueblo natal, su padre tenía una sala de cine y Mique pasaba largas horas en la cabina de proyección estudiando y recordando fotogramas. Nunca llegó a estudiar cine (su meta desde la infancia), pero la fascinación por las películas será otra constante en su carrera. Alguna vez definió a Cleopatra como «una mezcla de Kim Novak, Marilyn Monroe y Elke Sommer». Y en 1984 convirtió a la diosa rubia en mamá de Marco Antonio, un nenito que le iba a dar enormes satisfacciones. Esto fue también en las páginas de Cairo, donde se serializó «Macao», el primer comic de Mique realizado a todo color.

Por otro lado, el autor empezó a generar guiones de historieta que no estaba dispuesto a dibujar, ya sea porque no encajaban con su estilo gráfico porque simplemente le daba fiaca («lo mejor que tiene esta profesión es que te permiten levantarte a la hora que quieras -dijo en una entrevista- pero la verdad es que para mí lo ideal sería no hacer nada, absolutamente nada»).

En 1982 volvió a formar dupla con Manel Gimeno para una historieta de género negro que apareció en Bésame Mucho y más tarde escribió guiones para Max (los episodios de la serie «Mujeres Fatales») y para Keko (la gloriosa serie «Livingston contra Fumake», para la revista Madriz). El Mique guionista se mete sin tapujos en el terreno del erotismo, suma a su repertorio un manejo notable del humor negro, y se enrosca en tramas policiales más oscuras, que no tendrían cabida en el universo de Cleopatra.

En 1987 aparece por primera vez la posibilidad de llevar a la pantalla las aventuras de Cleopatra, en una serie con actores sobre fondos dibujados por el propio Mique, que también oficiaba como director. Sin embargo, el proyecto no llegó a concretarse. Bastante mejor le fue como dramaturgo, con la comedia musical «Escápate conmigo, monstruo», estrenada en 1990 y repuesta varias veces. La primera aparición de Marco Antonio y Cleopatra en la pantalla llegará en 1993, en un corto llamado «Una tarde en el metro», realizado por encargo del subte de Valencia, que Mique escribió y co-dirigió. Pero era solo el principio.

(el lunes, la segunda parte)