El Increíble Castillo Vagabundo marca el regreso de Miyazaki al terreno de los castillos, la magia, los hechizos y los objetos voladores.

Planeta Ghibli (parte 27)

24/10/2015

| Por Andrea Vega

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Howls-moving-castleposterPrincesa Mononoke y El viaje de Chihiro fueron trabajos muy personales para Hayao Miyazaki, más oscuros que todos los anteriores, y muy demandantes emocionalmente, de modo que el director decidió tomarse un descanso. Mamoru Hosoda, veterano de Toei Animation, había sido convocado para dirigir una película basada en Howl’s Moving Castle, novela de la escritora inglesa Diana Wynne Jones. Su elección era inusual, considerando que todas las películas de Ghibli habían sido dirigidas por Miyazaki, Takahata, o alguien más del estudio. Pero Hosoda abandonó el proyecto, el cual quedaría en el limbo hasta que Miyazaki decidió hacerse cargo él mismo. El increíble castillo vagabundo (2004) marcaba entonces un regreso del director a terreno conocido, con castillos, magia, hechizos y objetos voladores, pero desde una óptica bastante diferente.

 Como siempre, Miyazaki no pierde el tiempo explicando el mundo que nos presenta; simplemente nos deja sumergirnos en él de inmediato. La protagonista, Sophie, es una jovencita que trabaja en una tienda de sombreros. Por los alrededores del pueblo donde vive circula un castillo móvil, el cual pertenece a un hechicero llamado Howl que, según los rumores, se come los corazones de las chicas. Un día, Sophie es rescatada por Howl de un par de soldados acosadores (que se encuentran de servicio, ya que el país está al borde de la guerra), y su encuentro con el hechicero atrae la atención de la Bruja del Páramo hacia ella, quien le lanza un hechizo que la convierte en anciana. Sophie no puede contarle a nadie acerca del hechizo y decide dejar el pueblo en busca de un modo de revertirlo.

Howl-s-Moving-Castle-howls-moving-castle-4887949-852-480Al llegar al páramo, un espantapájaros la conduce hacia el castillo de Howl. Con una determinación inexistente en su versión joven, Sophie insiste en convertirse en el ama de llaves del hechicero, tomando bajo su cuidado al joven aprendiz, Markl, y lidiando con Calcifer, el cínico y caprichoso demonio de fuego que actúa como motor del castillo y tiene un misterioso lazo con Howl.

Una de las críticas que se le hacen a la película es que carece de un argumento sólido y, de hecho, no lo tiene, en el sentido de que la narrativa no es tan lineal ni presenta una estructura clara como otras obras del estudio. Pero al fin de cuentas, lo que se nos presenta es un mundo de ensueño, no regido por la lógica, donde todo parece posible y donde no siempre hay una explicación razonable para las cosas que ocurren. Si comparamos con El viaje de Chihiro, esta película requiere un reajuste de expectativas, lo que no implica bajarlas; simplemente, enfocarnos en los numerosos encantos que ofrece y no en su narrativa. La historia, junto a las máquinas, las locaciones, los fondos con sus colores llamativos, las transformaciones físicas de los personajes, las criaturas extrañas y los objetos encantados, se combinan para lograr un ambiente surreal que permite dar rienda suelta a la imaginación sin las restricciones impuestas por la lógica.

96b9d5ad956e38b862a3d02ddc1da8bfLa figura central, una vez más, es la joven heroína. En las películas de Miyazaki, sus heroínas suelen encontrarse con mujeres mayores que sirven como contrafiguras o como figuras maternas. La diferencia es que aquí ambas se combinan en un mismo personaje, aunque la verdadera sorpresa es que Sophie, quien nunca se ha visto a sí misma como una chica bonita, encuentra sabiduría y equilibrio emocional en su prematura edad avanzada, un concepto maravilloso en una cultura tan obsesionada con la eterna juventud. Por supuesto, al principio está horrorizada por el cambio, pero no pasa mucho hasta tomar esta transformación como una liberación de sus ansiedades, temor y timidez, y descubre en sí misma un desconocido gusto por la aventura.

vlcsnap-2010-09-14-01h36m47s199Howl, por otra parte, es un personaje atípico. Su mundo se encuentra en guerra y, con otro director, el hechicero actuaría inmediatamente para detenerla. Pero con Howl todo es ambiguo y complejo. En su interior aún es un niño que teme enfrentarse al mundo y por lo tanto se esconde de él, a pesar de su inmenso poder. También es un playboy ciclotímico, increíblemente vanidoso, y que se considera a sí mismo el hombre más bello que existe. Va y viene constantemente, abusando de su magia como si fuera un adicto, a tal punto que su lado menos humano llega a dominarlo; pero la serena influencia de Sophie logra contenerlo y hacerlo regresar a su verdadero ser. La relación entre ambos, tan cargada de emociones, es sin duda el hilo conductor de la película.

172235-studio-ghibli-howls-moving-castlePor supuesto, en lo visual la película es un festín, con un perfecto balance entre la animación tradicional y el uso del CGI, y una paleta de colores brillante y variada. Ambientes como el dormitorio de Howl o el palacio de Madame Suliman, además de los paisajes, muestran un esplendor visual que llega a niveles alucinantes. Esas mismas manos expertas logran construir un personaje entrañable con un poste y una cabeza de nabo, y logran darle vida a una llama con un par de ojos y una propensión a compartir una porción de todo lo que cocina. Pero el más grande logro a nivel artístico es el castillo, una de las creaciones más bizarras, extraordinarias e ingeniosas que se hayan visto, con sus patas mecánicas que se asemejan a las de un ave, sus detalles arquitectónicos que sugieren rostros humanos y sus extrañas proporciones.

El Increíble Castillo Vagabundo es un impacto a los sentidos, lleno de dinamismo, que nos recuerda que la magia del cine todavía existe, a pesar de que nunca llega a la gloria de El Viaje de Chihiro. Tiene el honor de ser la película más fumada de Ghibli, con toques existencialistas, un fino humor, y una combinación de momentos líricos y oscuros que ofrecen una experiencia única.

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