El planeta Landfall lleva muchísimos años en guerra con los habitantes de Wreath, su única luna. De hecho, ya la mayoría de la gente olvidó por qué se pelean, y la batalla se extendió tanto a lo largo y ancho de la galaxia que buena parte de los demás planetas se vieron obligados a tomar partido. Uno tiende a creer que el origen del conflicto se basa en que los “alados” de Landfall son tecnológicamente muy avanzados, mientras que los “cornudos” de Wreath se dedican a las artes mágicas y son más espirituales en alguna medida. Pero a pesar de sus diferencias, en una prisión del planeta Cleave, un soldado “cornudo”, Marko, logra llegar al corazón de su alada carcelera, Alana y con todas en contra van a escaparse juntos y tener una hija.

Y ese es el punto de partida, porque la serie arranca cuando Alana da a luz a Hazel, un nacimiento que puede tirar por la borda siglos de mentiras fogoneados por ambos bandos. Supuestamente ambas especies son incompatibles y reproducirse es algo extraño y complejo: las criaturas fruto de esa unión poseen malformaciones y suelen no sobrevivir lo suficiente, pero la simple existencia de Hazel demuestra que esto son solo mentiras y por lo tanto tiene que ser eliminada.
De esta manera, el gobierno de Wreath contrata a unos cazarrecompensas para que maten a la pareja y les entreguen a la niña con vida, mientras que el gobierno de Landfall envía al príncipe Robot IV, heredero al trono del Reino Robot, con la misma misión que su contraparte. Al principio ambos bandos, creen que la pareja no está unida de manera voluntaria, y cuando lo descubren encuentran mayores motivos para encubrirlo todo, ya que la noticia podría desestabilizar a las dos facciones. De ahí en adelante, la pareja dejará Cleave y se dedicará a vagar por el universo. Mientras intentan escapar de sus perseguidores y ganarán en el camino nuevos aliados, nuevos enemigos, y hasta incluso habrá tiempo para algunos sorprendentes cambios de bando.

Pero no me quiero meter en mucha más profundidad porque es una historia que bien vale la pena ser leída y cualquier cosa que yo les pueda contar se va a ver deslucida en relación a la obra en sí. Igual antes de terminar, no quiero pasar por alto un detalle fundamental que es la obra de D. Oswald Heist y su novela “A Nigth Time Smoke”, de la que Alana es muy fan y ve un mensaje pacifista detrás de lo que parece una simple novela romántica a lo “Corín Tellado”. Obviamente el mensaje oculto de la novela es algo que le abrirá la cabeza a diferentes personajes a lo largo de la historia y más adelante -en palabras del propio Heist- nos enteramos que lo opuesto a la guerra no es la paz, sino garchar. Y esta revelación va a ser muy importante para el desarrollo de la trama. Incluso me animo a decir que la idea un poco meta de leer entre líneas a Heist, es en clara referencia a que el autor quiere que lean así su obra, para descubrir cómo detrás de una aparente aventura cósmica toca un montón de temas actuales y urticantes, que quizás de otra manera menos maquillada no lograrían el alcance que tienen.

COSTUMBRISMO GALACTICO
Algo muy interesante que tiene la serie, y que según el propio guionista es totalmente mérito de la dibujante, es la variedad de etnias que muestran los personajes que en la cabeza de Vaughan no estaban para nada diferenciadas. Según cuenta Staples: "Brian no tenía una idea muy específica sobre el aspecto de los personajes, algo que no es muy habitual, porque en general los guionistas tienen a los protagonistas visualizados de manera muy clara. Lo único que me marcó es que Marko tenía cuenos de carnero y Alana tenía alas de insecto, y un look por ahí un toque punk, y que ambos eran jóvenes y atractivos. Enseguida se me ocurrió que sería copado hacerlos étnicamente ambiguos, ya que eso los distinguiría un poco de casi todos los otros héroes del género".
Y que casi no haya personajes caucásicos es algo brillante. Alana tiene un claro componente hindu, mientras que Marko es claramente japonés. Pero lo más interesante es el grado de irrelevancia que esto significa para la historia: las diferencias y antagonismos entre los personajes, de los que hay en cantidad, no se basan para nada en el color de su piel y aún así eso no evita que el racismo y la discriminación sean un tema fundamental de la obra. Algo en lo que la ciencia ficción siempre se destacó, fue justamente en transpolar temas complejos de nuestra sociedad y ponerlos en problemas de razas extraterrestres para de esta forma distanciarnos del conflicto, sin dejar de hacernos notar que no es tan distinto de lo que vivimos puertas adentro. Quizás por momentos Saga carece de cierta sutileza, pero en buena medida eso es lo que la hace tan interesante.

Y como dije "sutileza", no puedo pasar por alto una cuestión que es de mis favoritas en los últimos años, y es cómo el costumbrismo o lo cotidiano, si se prefiere, infectó a la fantasía, desde mi manera de verlo en forma positiva. Para ponerlo más claro, me encanta que un personaje diga “fuck”, o que en el momento de dar a luz, se preocupe porque se va a cagar encima. Todo esto dota a los personajes de un realismo que permite una identificación casi inmediata y deja de lado una cosa pomposa y forzada que era muy habitual en el género fantástico. Por eso la definición que dieron de Saga que es “Star Wars conoce a Game Of thrones” me parece tan acertada.
Toda la vida hubo algo que me hacía ruido de este tipo de relatos, por ejemplo cuando en la escuela nos enseñaban la batalla de San Lorenzo, y cómo el Sargento Cabral, se cruzaba por delante del soldado español para salvar a San Martin y decía: “Muero contento, hemos batido al enemigo”. Ya a mis 7 o 8 años, me parecía una pelotudez tremenda. Me imagino que lo más probable es que haya dicho alguna puteada o en el mejor de los casos, mirando fijo al general: “correte, pelotudo, que si no sos el próximo en ser boleta.” Todo muy lindo con la épica del “muero contento…” pero tiene menos realismo que una pintura de Dalí.

Y hoy hay como una reivindicación de lo cotidiano, algo que no siempre tiene un impacto positivo, y que a mucha gente le hace ruido. Estamos tan acostumbrados a la grandilocuencia que ya la aceptamos como norma, pero por suerte series con el alcance y la calidad de Saga pueden ayudar a revertir esta tendencia. En lo personal, cuanto más parecido hablan los personajes a la gente que uno conoce, más fácil me resulta identificarme, por más que ellos sean guerreros espaciales o miembros de la corona de algún reino fantástico. Este es uno de los motivos que más me atrajo de la serie en sus primeras páginas y que me hizo entrar como un caballo en la dinámica que proponía. Brindo porque así sea.
(el lunes, la tercera parte)


