Seguimos en plena etapa clásica de esta mítica serie, que abarca prácticamente toda la segunda mitad de los ´70.

Shang-Chi (parte 5)

13/03/2023

| Por Andrés Accorsi

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Para el nº44 de Master of Kung Fu (ya con Archie Goodwin como coordinador), a Doug Moench se le ocurre poner en marcha una ambiciosa saga de siete episodios, Golden Daggers (Death Run), en la que cada episodio está centrado en un personaje distinto, y todo confluye hacia la confrontación definitiva con Fu Manchu. Esto es alucinante y está varios años adelantado a lo que vamos a ver en los ´80. Sin embargo, Paul Gulacy ya está un poco cansado de la serie y durante el desarrollo de esta saga decide que el nº50 será el último que dibuje. «Cuando te levantás a la mañana, te sentás en el tablero de dibujo y te dan ganas de vomitar, es el momento de largar todo», dijo en una entrevista. Al joven historietista le había empezado a interesar la ilustración y se decidió a apostar por esa veta artística. El propio Stan Lee (que era fanático de MOKF) lo llamó a su casa para intentar disuadirlo: le ofreció un aumento en el precio que cobraba por página, pero aún así Gulacy no quiso saber nada. Por suerte, algunos años más tarde lo veríamos regresar a las filas de la historieta.

BANCAR LOS TRAPOS

La salida de Gulacy en pleno auge de la serie por suerte no amedrenta a Doug Moench. Incentivado por las buenas ventas y la gran repercusión (en 1977 Master of Kung Fu recibe el premio a la mejor saga por los nºs 44-50), el prolífico guionista en vez de hacer la plancha, va por más. En el nº54 empieza a construir de a poco un nuevo arco argumental ambicioso y complejo (la saga de War-Yore) que va a explotar en el nº58 y se encuentra con un único obstáculo, que es el dibujante. El elegido por Archie Goodwin para reemplazar a Gulacy es Jim Craig, un dibujante canadiense de cierta trayectoria en su país, que se esfuerza por parecerse a Gulacy, pero no le sale ni por casualidad. No sólo Craig no tiene la destreza narartiva de su antecesor, sino que además padece las tintas de John Tartaglione, que deslucen mucho el dibujo. Los nºs 59 y 60 nos traen un nuevo arco repleto de villanos a los que ya había enfrentado Shang-Chi, detrás de los cuales está nada menos que el Doctor Doom. Acá hace su debut en la serie Mike Zeck, otro dibujante joven, con muchísima polenta, que a partir del nº67 va a jugar de titular.

En los tres números siguientes (61 al 63), Doug Moench y Jim Craig no sólo ofrecen un argumento atrapante y con gran equilibrio entre acción e introspección, sino que además son los mejores trabajos del canadiense. El nº63, donde lo dejan entintarse a sí mismo, está claramente por encima de todo lo que había podido mostrar hasta ese momento. Después tenemos un unitario de relleno donde Moench se toma vacaciones y vuelve a dibujar Mike Zeck, y finalmente los nºs 65 y 66, en los que se despiden tanto Jim Craig como el mítico coordinador Archie Goodwin.

Roger Stern toma la dirección de la revista, y la acción (ahora ambientada en el Mar Rojo) no se detiene. Mike Zeck queda como dibujante fijo a partir del nº67 y será quien más páginas aporte a esta serie en toda su larga historia. La etapa de Moench y Zeck en Master of Kung Fu no sólo es extensa: también es excelente y está groseramente sub-valorada. Zeck no llega a la revista con la idea de clonar a Gulacy, sino que lo toma como referencia para explorar por otro lado y -a lo largo de los años- construye su propio estilo. Un estilo más plástico, más orgánico, más sintético, mucho menos pendiente del realismo fotográfico, capaz incluso de resistir el embate de entintadores chotos como Tartaglione. Hasta el nº75, el principal entintador va a ser el siempre prolijo Bruce Patterson, y después llegará otro canadiense: el espectacular Gene Day. Pero además, Zeck tiene la suerte de sintonizar de una la onda de un Doug Moench que ya estana ampliamente consagrado y que imponía din la mejor dificultad SU visión de quién era y hacia dónde tenía que ir Shang-Chi. Así es como la nueva dupla se afianza muy rápido, y en pocos números ya parece como si se leyeran la mente.

En la ingente cantidad de episodios en los que colaboran Moench y Zeck pasa absolutamente de todo: reaparecen todos los villanos a los que ya habíamos visto, debutan algunos nuevos, hay luchas con gangsters, con monstruos, con ninjas, con sectas, con robots… Evidentemente esta serie ya era un fenómeno en sí mismo, independiente de un boom de las artes marciales que ya había quedado muy atrás. E independiente incluso del resto del Universo Marvel, ya que normalmente MOKF no se vinculaba para nada con el resto de las series que publicaba en esa época la editorial.

La impronta oscura de las tintas de Day se combina muy bien con la síntesis que de a poco alcanza Zeck, y acá tenemos muchos números visualmente hermosos. En el nº83, Moench vuelve a subir la apuesta con otra saga extensa que marca el regreso de Fu Manchu. En la mitad del arco, Roger Stern dejará su cargo y será reemplazado por Jim Salicrup. «Warriors of the Golden Dawn» es un arco apasionante, que crece en tensión y en ambición a lo largo de los siete episodios que abarca. Acá vemos por primera vez en la serie platos voladores y seres extraterrestres, pero a la larga el conflicto central sigue siendo 100% humano: Shang-Chi contra su diabólico padre, una vez más a todo o nada.

(el lunes, una nueva entrega)

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