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NOTAS

Teen Titans (parte 49)

Tratemos de explicar la extraña movida de los Team Titans con un repaso por su breve serie mensual, publicada entre 1992 y 1994.
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Miércoles 30 de julio

Con 24 números y dos anuales, la serie de Team Titans pasa sin pena ni gloria por el universo titánico, para que la gran mayoría de los conceptos que surgieron en ella sean completamente olvidados en los años posteriores.

Como ya conté anteriormente, la serie arranca en Total Chaos, y el primer número viene con el currito ese de no solo tener cinco portadas, sino que cada una traía la historia con el origen de alguno de los personajes. Lo cual es un doble choreo, porque medio que hacía obligatoria la compra de todos los ejemplares para aprovechar solo la mitad de sus páginas con los distintos orígenes. Pero además muy poco de lo que sucede en estas historias es relevante para lo que va a venir después, más allá de conocer un poco más sobre tal o cual personaje.

De todas estas historias la más copada debe ser la de Terra, que además está dibujada por Phil Jimenez, entintado por Perez y Al Vey, lo cual le queda muy bien. Acá nos enteramos que Lord Chaos alteró a una mina que era parecida, para que se viera igual, le borró la memoria y mezcló su ADN con el de la Terra original para que tenga sus poderes. Con todo ese cóctel, la manipuló para que se infiltrara en los Titans y espíe para él, como digna heredera del manto.  Como en el caso de casi todos los miembros del equipo que arrancaron en el bando de Chaos, Terra se da vuelta al ver cómo es en realidad el villano y se termina sumando al grupo, sin traicionarlos. De ahí en más el personaje va a tratar de develar quien es y su pasado, pero eso no va a llegar a ningún lado.

Y ahí reside el problema de la mayoría de la serie, muchos de los conflictos que plantea la serie jamás se resuelven, o lo hacen a los ponchazos y de manera poco satisfactoria. Yo esto lo adjudico a la partida temprana del coordinador Jonathan Peterson, que es reemplazado, justo después de Total Chaos, por Rob Simpson. No vamos a hacer un repaso demasiado exhaustivo de la serie porque no vale la pena, pero trataremos de resumirla a grandes rasgos con algunos puntos interesantes.

El mayor problema que le veo a la serie (seguro esta frase se va repetir un montón) es que arranca por el final, o mejor dicho con la resolución del conflicto que trajo a los Teamers a nuestro tiempo:  eliminar a Lord Chaos. Cuando consiguen eso tras el crossover inicial, su futuro deja de existir y quedan a la buena de Dios… o eso es lo que ellos creen hasta que en el nº 6, Marv Wolfman se encargue de mostrarnos que este tampoco es su pasado. En un número bastante piola y de los mejorcitos de la serie, los Titans intentan buscar a sus familias, para descubrir que en muchos casos no existen o son completamente diferentes, lo que les da la pauta de que no alteraron el futuro, sino que vienen de una realidad alternativa. Y lo primero que uno piensa, es «dale Wolfman, ¿de verdad? Todo el quilombo que hiciste en Crisis para destruir el multiverso y ahora me vas a venir a decir que sí existe otra tierra de la que vienen estos personajes del orto!?!?». Bueno, sí, pero no. El guionista va a dejar la serie en el nº 12, donde se van a hacer cargo de la historia Jeff Jensen y Phil Jimenez, y la van a llevar para otro lado, no sin tener que batallar con las altas esferas en la editorial que querían que el titulo fuera la X-Force de DC, un concepto que estaba muy lejano de lo que quería la dupla de guionistas.

En reiteradas entrevistas, Marv Wolfman dijo que no le veía el sentido a la serie, que no le gustaban los personajes, y que había cedido a las presiones del coordinador porque si no iba a terminar en la calle, ya que estaba dispuesto a seguir adelante sin él. Por eso es que sus números naufragan en la intrascendencia, y se dedica a confrontar a los Teamers con otros grupos de Titanes que se encuentran varados en el presente, o contra una horda de vampiros que vive en Philadelphia. Pero por suerte Jensen y Jimenez vienen a patear el tablero.

Entre los nºs 13 y 20 van a tejer un arco argumental que involucra viajes en el tiempo, la manipulación del mismo y tratar de darle sentido a las muchas inconsistencias que dejó Wolfman. Por desgracia la dupla era joven e inexperta en muchos aspectos y van a generar sus propias inconsistencias a lo largo de la serie, en buena medida por presiones editoriales como dije un poco más arriba. Pero arrancan con todo cuando villanos de la B ( o de la C) vinculados al tiempo, como son Chronos, Calendar Man, Clock King y Time Commander, se escapan de la cárcel para robar un shopping y recuperar el reloj de arena de este último. De ahí en adelante la trama se va a volver más compleja, y nos vamos a enterar que en realidad los distintos Titans fueron enviados no solo al presente, sino a distintas épocas para producir ligeros cambios en la línea temporal que evitarán la llegada de lord Chaos. Con lo cual, no se trata de una realidad paralela como creían, sino que su línea fue alterada para “salvar” el futuro, ya que nada queda tampoco de su pasado.

El gran giro es la revelación final de la saga donde descubrimos que el líder de los Team Titans es en realidad Monarch, quien no quería competir con Chaos y lo borró de la línea temporal para ser el único tirano que domine la Tierra. Esto se alejaba por completo de los planes originales de Wolfman y Peterson, que tenían pensado que el líder fuera en realidad una versión futura de Danny Chase. Pero para esta altura había pasado tanta agua por debajo del puente que poco importaba, y con la cercanía de Zerro Hour, hasta tiene sentido que tomaran esta decisión.

Pero más allá de esta revelación final, todo gira en torno a Lazarium, un titán traidor que fue enviado a 1938 y desde ahí fue cocinando su propio imperio hasta transformarse en un magnate de las comunicaciones, decidido a arruinar la reputación de los Teamers. En paralelo, otro grupo de Titanes conocido como el Spectrum, va rescatando a todos los Titanes desperdigados para intentar llevarlos de regreso a su realidad con un dispositivo temporal. En el final, obviamente el dispositivo falla y se abre una especie de agujero negro en el medio de New York que se lleva gente, edificios y todo lo que está a su alcance, hasta que consiguen volver a cerrarlo. Muchísimos de estos 600 Titanes mueren en el camino, pero por lo menos desenmascaran y frustran los planes de Lazarium.

Todo este quilombo termina con un acuerdo del gobierno para tapar lo sucedido y los Teamers sobrevivientes (que son muchos más que los del equipo original, ya que se suman una cantidad bastante interesante de nuevos personajes) laburando para ellos. Acá la cosa se pone interesante y se arman varios equipos de Titans que operan en distintos estados del país, cada uno liderado por un ex-Teen Titan. Así tenemos un equipo capitaneado por Aqualad, otro por Flamebrid y uno por Bumblebee y Mal. Por desgracia esto era parte de un plan a largo plazo que se ve truncado por el cierre de la colección en el nº 24 y la serie se va, dejando un millón de cabos sueltos, los cuales se “resuelven” en Zero hour.

No quiero dejar de mencionar dos cosas: la primera es que la serie además de todo lo dicho, le da bastante protagonismo a Donna Troy. Acá es donde vemos cómo se deteriora su relación con Terry, hasta que terminan literalmente separados, cuando ella casi lo abandona sin darle mayores explicaciones, y después el tema de su arrepentimiento de haber sacrificado sus poderes en pos de una vida normal, lo que va a terminar con su incorporación a los Darkstars.

La otra cosa es que, si bien las historias son medio pelo, el nivel de los dibujos es muy bueno. La serie arranca con Kevin Maguire, después se hace cargo Phil Jiménez y al final es Terry Dodson el dibujante regular. O sea que más allá de algunos fill-ins a cargo de autores medio pelo, (y uno muy bien dibujado por Bryan Hitch), la serie se destaca desde lo visual y eso es algo que hace medianamente más soportable lo inconsecuente de las historias.

(el mes que viene, una nueva entrega)