Me llama la atención que mucha gente asocie al comic para adultos con comics sin superhéroes. Yo creo que se pueden escribir comics muy adultos con superhéroes. Y creo que se pueden escribir comics muy pueriles sin superhéroes. Con esto quiero decir que los superhéroes son un vehículo tan válido como cualquier otro para escribir acerca de lo que se te dé la gana. En todo caso el problema lo tiene el público, que espera de uno ciertas cosas cuando uno se pone a escribir superhéroes. Porque uno no escribe en el vacío, uno escribe rodeado de la expectativa de que cierta gente va a leer lo que uno escribe.
Si estás escribiendo un comic de los X-Men, por ejemplo, no podés ser Shakespeare, incluso aunque te saliera bien, porque sabés que no se puede, porque la gente que lo va a leer está esperando otra cosa. Lo cual no quiere decir que no puedas agarrar a Storm, o a cualquier otro personaje de Marvel, o a Batman, y escribirles una historia con un significado fuerte. En general, se hace difícil, porque cuando te metés con los superhéroes, vienen lastrados con una carga inmensa.
A mí me gusta pensar en los superhéroes como personajes clásicos griegos. Como esos poetas ingleses, que escribían poesía clásica usando como vehículo a seres de la mitología griega, pero en realidad escribían acerca del amor, de la vida, del significado de estar vivos. En un mundo perfecto, las historietas de superhéroes podrían operar a ese nivel clásico, al nivel de los mitos griegos.
Y repito que son vehículos para hablar de lo que uno tiene ganas de hablar. No me parece que nos tengamos que avergonzar por eso, ni mucho menos. Hay algo muy peculiar con los superhéroes, que es que cuando pensás en superhéroes, pensás en comics. Y cuando pensás en comics, pensás en superhéroes. Eso está buenísimo, no hay nada intrínsecamente malo en los superhéroes como género.
El problema está en que el público tiende a esperar un cierto tipo de historia de superhéroes. Y en que si no hacés superhéroes, tenés un problema en términos de ventas. Porque sabés que ni bien ponés a un pajero con capa y máscara en tu historieta, las ventas van a subir. Lo cual es un bajón, porque eso no hace que tu historieta sea necesariamente mejor. De todos modos, me parece un problema menor.
Quizás el problema mayor sea que uno defiende a los superhéroes, y sostiene que podemos escribir sobre cualquier cosa sin salir del género de los superhéroes, pero la horrenda verdad es que la mayoría de los comics de superhéroes son espantosos. Ese es el problema, la práctica. En la teoría, realmente está todo bien.
Yo vengo de una facultad de Bellas Artes, estudiaba artes visuales, dibujo, pintura. De a poco me empecé a sentir más cómodo escribiendo, un poco porque de chico me encantaba leer. En mi adolescencia no leía a Stan Lee, leía a Rimbaud, él era mi ídolo en la adolescencia. Y cuando empecé a escribir, rodeado de todos mis amigos de la facultad que eran dibujantes y pintores, empecé a entender el potencial que tiene esa unión, ese matrimonio perfecto entre las palabras y las imágenes, que es la historieta. Yo no sabía nada de historieta, no había leído nada, ni siquiera de chico. Pero me fascinó esa posibilidad de hacer que la palabra y la imagen funcionaran juntas, me pareció la forma perfecta de combinar mi entrenamiento en las artes visuales con mi pasión por la literatura. Ese potencial es lo que todavía me estimula, lo que todavía me excita a la hora de escribir historietas.
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