Maldito Mainstream

DC experimentó con una "secuela espiritual" de Planetary, que integró a la legendaria creación de Ellis y Cassaday a la continuidad principal.

Outsiders

05/07/2024

| Por Matías Depettris

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Estoy bastante seguro, mi querido lector, que cuando comience a explayarme sobre este nuevo volumen de Outsiders vas a sentirte algo extrañado, y es quizás ese el sentimiento que los autores de esta aventura estaban buscando provocar cuando se les ocurrió poner en marcha esta serie, ya que estamos ante el regreso de los Arqueólogos de lo Desconocido.

¿Cómo…? ¿Qué carajos…?

Planetary fue una brutal y magnífica serie que durante una década y 27 números supo ser, para muchos de nosotros, un faro en la neblina, una guía para comprender lo sobrenatural, un manual para armar un complejo rompecabezas socio-cultural, y un asidero de homenajes y referencias pop. Por sus páginas desfilaron personajes tales como Tarzan, Godzilla, Sherlock Homes, los Fantastic Four, Doc Savage, Fu-Manchú, James Bond, John Constantine y un sin fin de referencias culturales más que por momentos nos acariciaban el corazón y por otro lado nos hacían sentir un poco ignorantes. La serie fue un anticipo de lo que se vendría en este primer cuarto de siglo en materia de consumo cultural: una constante regurgitación de la música, la literatura, la historieta y el cine del Siglo XX. Warren Ellis y John Cassaday decidieron patear el tablero y establecer un delicioso mantra que al ser leído o pronunciado dispara automáticamente una sonrisa cómplice entre aquellos que tuvieron el privilegio de acompañarlos en este viaje: es un mundo extraño, mantengámoslo así.

Volvamos a Outsiders, una de las nuevas series de DC Comics de finales del año pasado, orquestada por el dúo dinámico Jackson Lanzing y Collin Kelly, quienes vienen de romperla con el Capi América, con el especial de Clayface de la serie Batman: One Bad Day y con algunos otros proyectos más de menor exposición. En esta oportunidad deciden tomar un par de piezas sueltas que quedaron en el aire luego de la batalla entre Batman y Catwoman por Gotham, y estos son la prima de Bruce, (Kate Kane, mejor conocida como Batwoman) y Batwing, o mejor dicho Luke Fox, el hijo de Lucius Fox. Estos dos vendrían a ocupar los roles que Elijah Snow y Jakita Wagner tenían en el ya clásico comic de WildStorm, y como no podía ser de otra manera, para que la ecuación esté completa, en esta nueva y excitante encarnación de los Outsiders también tendremos un Drummer, pero aún cuando el nombre es el mismo y comparte prácticamente todas las características con aquel que nos entregaron Ellis y Cassaday, el personaje es otro, en este caso es una mujer medio hippona y de pocas pulgas que reniega de la edad que aparenta.

Es entonces Luke el que, sostenido económicamente por su padre, aporta la infraestructura para llevar adelante esta organización que va a dedicar sus recursos a la investigación de lo paranormal para su estudio y catalogación. Y es él quien toma la iniciativa de convocar a Kate Kane y a esta nueva Drummer, en la senda trazada por los guionistas, quienes no manejan absolutamente ningún tipo de sutilezas en relación a tomar este volumen de Outsiders como una reencarnación, una prolongación o incluso una secuela espiritual de Planetary. A tal punto esto es así que hay una referencia directa a esta serie en una de las viñetas de la última página del primer número. Directa.

Por supuesto que una cosa es sentarse como fans de aquella obra genial que marcó a toda una generación de lectores y hablar, debatir e incluso discutirla, y otra es rendirle un homenaje a la altura, o peor aún, escribir una secuela que funcione y articule incluso tramas que quedaron sin explorar a fondo, si es que las hubo. En eso consiste entonces la difícil misión de estos escritores, en recoger ese legado, re-imaginarlo y ser capaces de honrar la historia estando a la altura del desafío. Porque estamos de acuerdo en que hay un mérito en trabajar con mucho acierto las características de algunos personajes de Gotham, pero esta presentación requiere de un desarrollo aún mejor si quiere atraparnos entre sus páginas. En estos primeros números, con muy pocas palabras han sabido definir el tono de cada uno de los protagonistas y, sobre todo, el humor y algunas circunstancias vitales que los apesadumbran. La dejadez de Kate, el ansia de Luke o el cansancio de Drummer se hacen presentes en la mayoría de las escenas que los tienen como protagonistas, y eso a mi entender suma en positivo.

Otro punto que me parece muy destacable de este comic y que aún no mencioné es, por supuesto, el dibujo de Robert Carey, un artista capaz de entregarnos un montón de información en una sola viñeta y a la vez dotar de dinamismo sus composiciones dentro de la página. El contexto y los lugares eran exigentes para poder lucirse en este apartado, y en ese aspecto ha superado la prueba de forma excelente. Por supuesto, la comparación es odiosa pero en este caso, inevitable. Y no, no me parece que esté a la altura de los mejores momentos de Cassaday, pero tiene una invaluable aliada que lo ayuda a sostener esa pesada cruz: el color de Valentina Taddeo, una pieza clave para que esta atmósfera y estos personajes funcionen de forma tan orgánica. La artista italiana sabe alejarse de lo que esperaríamos de una obra protagonizada por Batwoman, donde el código de colores y su uso siempre han estado muy bien establecidos, y encuentra una identidad que juega con la propuesta narrativa que le plantean la colaboración entre Luke y Kate, y en el camino logra resaltar las aptitudes de Carey.

Como sucedía con la monumental obra de Ellis y Cassaday, a esta nueva encarnación de los Outsiders hay que dejarlos fermentar un poco más para entender hacia dónde van, y no por tibio voy a dejar de recomendarles esta lectura, pero mi conclusión final es esa: por el momento el viaje es agradable y las sorpresas y referencias son bienvenidas, pero para el dictamen final necesito leer mucho más que estos ocho números. Festejo la nueva encarnación de los Challengers of the unknown, la creación de un personaje con el potencial para empático para llevar a medio planeta al suicidio o los viajes meta-referenciales que parecen más una herencia del mejor Grant Morrison, pero en este caso la vara está muy alta y es menester alcanzarla, como mínimo. Entiendo también que es lo que los autores esperan conseguir, como fans que son de la obra que inspiró ésta idea. Por lo pronto me dieron la oportunidad de escribir y recordar uno de los mejores comics que leí a principios de este siglo, y eso ya les suma un montón de puntos.

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