Hace poco en una comiquería escuché el comentario al vuelo alguien que afirmaba «Nightwing sin Bruno Redondo sería un comic más del montón…» y me dieron muchas ganas de agarrar la abrochadora y llenarle la cara de ganchitos al sinvergüenza.
Y quería comenzar con esto la reseña de uno de los títulos más cálidos de DC porque me molesta de sobremanera la histórica banalización del guionista en el comic superheroico, sobre todo cuando la misma proviene de la boca de un Don Nadie que no resiste un archivo. Por supuesto que no necesitamos tener chapa para poder opinar, pero no podes dártelas de intelectual del medio con paladar negro cuando el 95% de lo que leés es manga shonen y comic superheroico, ¿eh? Cuidado con eso.
Dicho esto, muchas veces el camino que sigue DC con su cronología responde en partes iguales a una cascada natural, a necesidades de la editorial y también a circunstancias que generan algunas publicaciones puntuales, como es el caso de los Titans. Paso a explicarme: la cascada natural en este caso es la maduración y el crecimiento de Dick Grayson como un personaje de peso dentro de la editorial, particular y puntualmente en los últimos años, en los cuales su título estuvo escrito por el que es quizás uno de los mejores guionistas de DC del momento: Tom Taylor. Y acá es donde anexamos las circunstancias generadas por una publicación puntual. En el número nº100 de su propia serie regular, Superman y Wonder Woman le sugieren a nuestro héroe que vuelva a liderar a los Titans, pero esta vez como el grupo principal de nuestro planeta, como la primer línea de defensa contra las amenazas mundiales, que lidere una equipo de respuesta global. La editorial, una vez más, está en busca de una renovación, de caras frescas, de toquetear un poco el statu quo, y si bien la formación de estos Titans no podría ser más clásica y demodé, el posicionamiento como el super-equipo más importante de la editorial es la novedad que responde a esa necesidad. Y claro, si el anuncio se da de la mano de nuestro querido Tom, el nuevo título regular de estos Titans no podía estar escrito por otro guionista.
Debo admitir, de todos modos, que el comienzo no estuvo a la altura del acontecimiento, y el primer número por momentos deja sabor a poco, salvo por el dibujo. El trabajo de la australiana Nicola Scott no podía ser más adecuado para esta nueva serie. El nivel de expresividad de los rostros es pasmoso y también la diversidad en los cuerpos de cada Titan, tanto en altura como en masa corporal, e incluso en detalles como el cabello de cada personaje, el cual es muy distinto y de forma evidente. La narrativa también está muy cuidada, porque aún con un trabajo intenso en tintas que se refleja sobre todo en los detalles en los fondos, las viñetas nunca parecen pesadas, sobrecargadas o poco claras. Recuerdo uno de mis primeros contactos con esta autora, allá por el 2010, con unos Teen Titans con una formación distinta a la actual pero sobre todo con unos guiones mucho más chatos y diálogos más acartonados, que por suerte opacaban muy poco su trazo, el cual uno podía vaticinar tendría una escalada enorme en años venideros. Su nueva oportunidad para lucirse en otro re-lanzamiento editorial llegó junto a Greg Rucka con la Wonder Woman del 2016, parte de la movida de Rebirth. Y hoy, 13 años después de ese primer flechazo, encuentro un crecimiento enorme, sobre todo en lo narrativo y la puesta en página. Nicola se anima mucho más a las splash-pages y abandonó un poco las grillas de muchas y pequeñas viñetas cuadradas que aparecían cada tanto en sus planteos, en favor de diseños más ágiles y dinámicos. Pero el mayor crecimiento lo noto en la expresividad de cada personaje y en la comunicación y química que parecen tener entre ellos.
Y a diferencia de lo que pasó en aquel ya lejano 2010, en muy poco tiempo esta nueva formación de los Titans atrapa nuestra atención por varios motivos: Wally fue asesinado pero viaja en el tiempo para detener su propia muerte, pero necesita de la ayuda de sus eternos amigos para descubrir lo que pasó. Solo sabe que una bala atravesó su corazón, y que la misma ingresó por su espalda. Mientras tanto, una serie de amenazas a la ecología ponen en jaque la salud del planeta, y los Titans deberán ponerse las pilas para desenmascarar quiénes están detrás de los eslabones que unen estos eventos o podríamos quedarnos sin Pachamama a la cual adorar. Gar estaba tuerto producto de un tiro en la cabeza propiciado por el mismísimo Deathstroke en el megaevento Dark Crisis, pero cuando comienza esta serie regular el parche brilla por su ausencia. El motivo podría haber sido «Un editor inoperante se olvidó de tamaño detalle», algo creíble si tenemos en cuenta el trabajo editorial que se realiza en DC en los últimos años. Pero sin embargo, esta vez todo queda explicado en el nº4 de una miniserie paralela denominada Tales of The Titans.
En relación a este último, para los que hace rato no agarran un comic relacionado con estos personajes, nuestro querido Beast Boy y Raven están en pareja, y éste es uno de los condimentos especiales de esta nueva etapa, dado que la sinergia que demuestra esta pareja en el campo de batalla genera un balance inusual y expande un campo de extrañeza en la serie, a la par de un montón de comentarios y situaciones puestas ahí para conectar con el fan de la vieja escuela. El primer plano que tiene la nueva Torre de los Titans, ubicada en el epicentro de Bludhaven, es un claro ejemplo de lo que acabo de señalar, ya que esa página es imposible que no remita al hermoso arte que supo adornar las páginas de estos héroes de la mano del inmortal George Perez. Y ya que remitimos al maestro, un villano clásico de la etapa del neoyorkino y Marv Wolfman no tardará en hacer su aparición, reformulado y de la mano de un aliado sorpresa que supo ser un incondicional de nuestros protagonistas. Sí, las traiciones de nuevo a la orden del día, como corresponde.
El nuevo volumen de Titans no se va a convertir en la mejor serie regular de DC ni va a garronear premios durante varios años como lo supo hacer Nigthwing de la mano de Taylor, pero es una gran plataforma de despegue para ver en primera fila cómo se comienzan a posicionar las piezas de la actual DC. Para muchos de nosotros es también un grato reencuentro con estos personajes en una suerte de comedia de situación dramática, sazonada con una pizca de elementos superheroicos. En tiempos turbulentos como los de hoy donde el mercado tambalea y el futuro inmediato de la industria es incierto, festejo que al menos estos personajes tengan un presente digno.
Para finalizar esta reseña, una duda y un cuestionamiento que se hacen algunos, a la distancia: ¿a cuál de los actuales títulos relacionados con los Titans hay que ponerle fichas, al de Tom Taylor o al de Mark Waid? Y yo respondo como los cuervos, con otra pregunta: ¿los dos a la final?
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