Un par de entregas atrás dije que Spider-Man: Chapter One era de lo peor de John Byrne en toda su carrera y no es que me esté desdiciendo de aquello, pero la verdad es que lo que hace al mismo tiempo en estos primero 19 números de la serie regular de Amazing Spider-Man es sin dudas peor.
Estamos en 1999 y se suponía que lo peor ya había quedado atrás. En esta época teníamos grandes comics con la movida de Heroes Return e incluso la línea Marvel Knights… ¿por qué maltratar de esta manera a nuestro arácnido favorito? Y mal que nos pese, la respuesta es John Byrne, quien llegó dispuesto a cambiarle la cara a nuestro amigable vecino y termino hundiéndolo en la mierda más hedionda que se les pueda imaginar. Ya la premisa es una mierda: al final de la serie anterior, Peter descubría que la Tía May estaba viva y prisionera de Norman Osborn por años. Sí, la que murió en la ASM nº 400 fue una actriz y todos lloramos como pelotudos al pedo. Esto hace que Peter se replantee su vida como Spidey y decida colgar la máscara. Así, este nuevo número uno nos muestras la firme convicción de Peter de cambiar su vida, de dejarl el combate contra el crimen en manos de otros héroes de los que tantos pululan por el universo Marvel, de conseguir un laburo como la gente y no volver a poner en riesgo ni a su tia, ni a su esposa. Todas estas fuertes convicciones le duran algo así como un episodio, ya que en el nº 2, se cruza con un nuevo Spider-Man, que resulta en realidad ser una chica con superpoderes y se ve en la obligación de volver a calzarse el traje para salvarla y -por algún motivo que no queda claro- no volver a sacárselo.
Como si todo esto no fuera ya lo suficientemente choto, los guiones están a cargo de Howard Mackie, quien en colaboración con Byrne hacen naufragar la historia de todas la maneras posibles: parrafadas infinitas, villanos que aparecen de la nada o están muy pegados a la última etapa de Mackie previa al relanzamientos y otro montón de berretadas por el estilo, nos convencen de que fuimos estafados y Spider-Man en esta época mantiene lo peor del comic de los ´90. Es un nuevo nº1 totalmente innecesario, ya que todo lo que ocurre en los primeros arcos hace constante referencia a los números de la serie anterior o a Chapter One, en un intento torpe por incorporar al canon los cambios al origen implementados por Byrne.
Y como si fuera poco, en esta época Spidey tenia mas de un título, asi que ya para el tercer número la historia continua en la revista Peter Parker. Y ya está, de ahí en adelante número por medio tendremos una saguita de varias partes que interconecta a todos los títulos arácnidos y tratar de seguir sólo esta serie para hablar de Byrne se vuelve imposible, molesto… y para peor las otras revistas no son mucho mejores. Pero más o menos tratamos de pilotearlo, de sobrevivir y llegar al último número del devaluado maestro, para darnos cuenta que el infame de Mackie sigue por un buen rato más, que lo peor de sus historias crecen y se prolongan en el tiempo, para hacer de esta etapa de Spider-Man una de las mas olvidables de toda su historia. Por suerte después de este aborto historietistico vendría J.M. Straczynski, pero eso es material de otra nota.
Me voy al baño a vomitar para sacarme el mal sabor que me dejo esto, no sin antes decir que acá se lo nota a Byrne en su mínima expresión, ya que hace el guión con Mackie y -por lo que se puede apreciar- no pasa de tirar algunas ideas. O capaz que sí, pero su cerebro no estaba en el mejor momento y para colmo el dibujo tiene tintas y finalizado de un muy poco inspirado Scott Hanna, que lleva el dibujo de Byrne a un extremo de deformidad que ya habíamos visto también en Chapter One y que no le queda para nada bien. Byrne funciona como dibujante clásico, y en estos años donde trata de afanar con un estilo pseudo-Image (si se lo quiere definir de alguna manera) lo vemos transitar por alguno de sus peores trabajos como dibujante y dejar un tendal de obras olvidables y medio pelo que -sin empañar su carrera- hicieron alejar a muchos fans de su trabajo. Gracias a pasos en falso como su etapa en Spider-Man, Byrne quedó relegado a un autor más del montón y no al referente ineludible que solía ser unos años atrás. Por desgracia esta es una tendencia que al día de hoy (y habiendo producido muchas obras muy copadas) le cuesta revertir al maestro, que ya no es referente de nada y vive de sus viejas glorias con mucha suerte. La verdad, una verdadera cagada, porque todavía puede llegar a sorprender.


