 D.R. & QUINCH
 D.R. & QUINCH
Pese a los indudables valores de “Skizz”, las dos siguientes (y últimas) obras de Moore en el 2000 A.D. son las que han perdurado como sus trabajos de entidad en el semanario. Me refiero a “D.R. & Quinch” y “La balada de Halo Jones”. La primera de ellas es una serie ilustrada en su totalidad por Alan Davis que consta de 26 episodios aparecidos entre 1983 y 1987. La génesis de la serie la tenemos en una de las historias de la serie “Time Twisters” aparecida en el nº 317 de la revista. La historia titulada “D.R. & Quinch have fun on Earth” narra la historia de dos alienígenas, estudiantes de instituto que, como gamberrada en contra del director de su instituto, planean y ejecutan una venganza que lleva como “daño colateral” la destrucción del planeta Tierra.
La historia tuvo en su día el éxito suficiente como para que les planteasen a sus autores el transformarla en una serie. Así fue como nació “D.R. & Quinch” una obra que viene a ser una parodia, en clave interespacial, de las películas de “gamberradas de universitarios” que estaban tan de moda durante los años ochenta. Moore cultiva su humor negro a la par que experimenta con historias más extensas, que pasan a tener paulatinamente más episodios, de modo que son precisamente las más largas (de cinco episodios cada una) las que consiguen el mejor resultado. Se trata, por un lado, de “D.R. & Quinch get drafted”, una historia en la que los dos gamberros protagonistas son alistado en el ejército interespacial (hasta que la madre de uno de ellos acude “a salvarlos”) y “D.R. & Quinch go to Hollywood” en la que ambos protagonistas acuden al “Planeta Hollywood”. Sobra decir que Moore aprovecha la ocasión para no dejar títere con cabeza en lo referente a las instituciones militares y al mundo del cine.
  “D.R. & Quinch” constituyó el primer “éxito” real de Alan Moore en la revista, pero pese a ello no tuvo una vida demasiado prolongada: entre todas las historias de Moore y Davis apenas se juntan 100 páginas, a las que habría que añadir una continuación de nueve episodios, ilustrada también por Davis, editada en 1987 y escrita por Jaime Delano. Sea como fuere, “D.R. & Quinch” es una serie divertida, en la que Moore empezaba a dar señales de lo que más tarde mostraría, y en la que Alan Davis realiza un trabajo muy destacado.
 “D.R. & Quinch” constituyó el primer “éxito” real de Alan Moore en la revista, pero pese a ello no tuvo una vida demasiado prolongada: entre todas las historias de Moore y Davis apenas se juntan 100 páginas, a las que habría que añadir una continuación de nueve episodios, ilustrada también por Davis, editada en 1987 y escrita por Jaime Delano. Sea como fuere, “D.R. & Quinch” es una serie divertida, en la que Moore empezaba a dar señales de lo que más tarde mostraría, y en la que Alan Davis realiza un trabajo muy destacado.
Curiosamente, Moore y Davis realizaron este “D.R. & Quinch” en simultáneo con su etapa en la serie del Captain Britain para Marvel U.K.; sin embargo su trabajo es ligeramente distinto al de su vertiente superheroica que más tarde le haría triunfar. “D.R. & Quinch” es una serie con muy poca acción, con muchas secuencias dialogadas e incluso con muchas partes de la narración contadas “fuera de cámara”. No es por tanto en la cinética narrativa, que tan bien domina, donde destaca el trabajo de Alan Davis: lo es en la caracterización de personajes (no olvidemos que la Tierra desaparece en el primer episodio, y por tanto todos los seres que aparecen en la serie son extraterrestres diseñados por el dibujante) y en la descripción escenarios (que también permiten la exploración de la capacidad imaginativa del ilustrador). Se da además la curiosa circunstancia de que esta misma definición se puede utilizar para la descripción del trabajo del ilustrador de la siguiente obra de Moore.
  THE BALLAD OF HALO JONES
 THE BALLAD OF HALO JONES
La última, y a la postre mejor, obra de Alan Moore para 2000 A.D. es “La Balada de Halo Jones”, un trabajo cuyo resultado final es absolutamente dependiente del talento de su dibujante Ian Gibson; como lo es de la capacidad como guionista de Moore que aquí comenzaba a eclosionar definitivamente.
Ian Gibson es un dibujante muy peculiar: a su personal estilo de dibujo, hay que añadir el hecho de que no suele trabajar en obras en las que no tenga una implicación especial. Prácticamente todo su trabajo en el 2000 A.D., donde empezó a colaborar casi desde el inicio de la revista, sigue esos parámetros. “La Balada de Halo Jones” llegó para Gibson cuando ya estaba empezando a “cansarse” de su primera gran creación en el semanal: “Robo-Hunter”.
Tres son los segmentos publicados de “La Balada de Halo Jones” de un total de nueve que llegaron a estar previstos: lo que quiere decir que la obra quedó inconclusa. El primer tomo se publicó en 1984 entre los nºs 376 y 385 de la revista, el segundo en 1985 entre los nºs 405 y 415 y el tercero en 1986 entre los nºs 451 y 466. La historia sin embargo no parecía estar planificada desde un principio tal y como se desarrolló, sino que más parece que evolucione a trompicones.
  El primer tomo nos presenta a una serie de personajes femeninos que viven en una especie de inmensa ciudad hiper-poblada hacia el año 4900. Moore y Gibson inventan toda una civilización decadente y desquiciada en el que la palabra “trabajo” viene a ser el equivalente de lo que es la palabra “dinero” en nuestra civilización actual. Moore utiliza un sentido del humor muy ácido para descubrir cómo vive una serie de personas, para la que ir a hacer las compras se convierte en un viaje a través del infierno en el que debes arriesgar tu propia vida. Moore y Gibson cierran la historia cuando la protagonista decide embarcarse en una nave espacial para abandonar aquella locura.
 El primer tomo nos presenta a una serie de personajes femeninos que viven en una especie de inmensa ciudad hiper-poblada hacia el año 4900. Moore y Gibson inventan toda una civilización decadente y desquiciada en el que la palabra “trabajo” viene a ser el equivalente de lo que es la palabra “dinero” en nuestra civilización actual. Moore utiliza un sentido del humor muy ácido para descubrir cómo vive una serie de personas, para la que ir a hacer las compras se convierte en un viaje a través del infierno en el que debes arriesgar tu propia vida. Moore y Gibson cierran la historia cuando la protagonista decide embarcarse en una nave espacial para abandonar aquella locura.
Sin embargo, la realización de este primer tomo no tuvo la misma brillantez que las ideas inmersas en él. Moore inventa una especie de jerga para ayudar ambientar la historia que convierte la narración en semi-incomprensible, y que confiere a la obra un nivel de complejidad que perjudica el dinamismo de esta. La cosa cambia radicalmente en el segundo tomo, en cuyo prólogo la narración pasa al año 6400 en el que se estudia la figura de la protagonista como una leyenda de 14 siglos atrás; de modo que a partir de ahí, la narración deviene en una especie de inmenso flashback en el que suponemos que terminaremos por conocer aquello que convirtió a Halo Jones en una heroína que perdurase en el tiempo. La idea de Moore y Gibson parece ser la de desmitificar la figura del héroe, al mostrarnos que cualquiera puede ser un héroe, ya que desde un comienzo se nos muestra a Halo como “una chica normal”.
  Este segundo tomo, centrado en un viaje espacial de un año, servirá para que vayamos conociendo mejor la personalidad de la protagonista y para que Moore demuestre su talento de creador de personajes como el de una/o chica/o que debido a su indecisión se ha cambiado tantas veces de sexo que ha terminado sin tener ninguno definido. Esto, unido a su timidez, ha terminado por generar una especie de no-existencia, en la que los demás apenas son conscientes de su presencia; de modo que cuando sacrifique su vida para salvar a las protagonistas, ellas apenas se darán cuenta de ello.
 Este segundo tomo, centrado en un viaje espacial de un año, servirá para que vayamos conociendo mejor la personalidad de la protagonista y para que Moore demuestre su talento de creador de personajes como el de una/o chica/o que debido a su indecisión se ha cambiado tantas veces de sexo que ha terminado sin tener ninguno definido. Esto, unido a su timidez, ha terminado por generar una especie de no-existencia, en la que los demás apenas son conscientes de su presencia; de modo que cuando sacrifique su vida para salvar a las protagonistas, ellas apenas se darán cuenta de ello.
El tercer tomo presenta otro giro argumental cuando Halo se alista en las milicias interestelares y la narración se convierte en un claro alegato antimilitarista. Las andanzas de la protagonista por los distintos escenarios de las guerras interestelares, aparte de permitir el lucimiento de Gibson, que para la ocasión disminuye el tamaño de las viñetas, aumenta su número, estiliza su trazo y “aleja la cámara”. Aquí «La Balada…» adopta un enfoque más testimonial, y una filosofía muy cercana a la de la genial novela de Joe Haldeman, “La Guerra Interminable”.
Desgraciadamente pese a los continuos rumores de una próxima vuelta a la actividad de la serie (imposible ya que, en realidad, la editorial nunca quiso aceptar la lógica pretensión de Moore de que los derechos de autor pasasen a quien debería ostentarlos; es decir, a sus autores), este fue el último tomo de “La Balada de Halo Jones” y el final de la relación de Alan Moore y 2000 A.D..


