Seguimos revisitando la época en la que el Hombre de Acero estaba en manos de Jerry Siegel y Joe Shuster, sus creadores.

Superman: el origen (parte 2)

04/07/2013

| Por Martín Fernández Cruz

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47229_vmcEL PRIMER SUPERHÉROE

La primera aparición de Superman en Action Comics fue un hitazo y el personaje no tardó en ganar una popularidad inesperada. El dinero empezó a llover y Jerry Siegel y Joe Shuster sentían que su sueño se había vuelto realidad. Claro que los artistas verían apenas chauchas de las ganancias que Superman generaba en la editorial, y Siegel comenzó sospechar que no había sido una buena idea ceder los derechos del personaje tan fácilmente. Al año siguiente, en 1939, el personaje obtuvo su propia colección llamada Superman a secas. El personaje se había transformado en la gallina de los huevos de oro y nadie quería quedarse afuera de semejante negoción. Pronto Shuster tuvo que emplear a algunos dibujantes para que le dieran una mano con las entregas.

En esos primeros números, Superman no era lo que es hoy en día. En aquellos años, el personaje no volaba, sino que pegaba saltos kilométricos como Hulk. De los rayos-X o de la visión calorífica, ni noticias. El Superman de esta época era muchísimo menos diplomático que el actual, y su estilo era un tanto más agresivo si lo comparamos con el Kal-El moderno. Incluso hay en circulación algunas tiras de un Superman muy primitivo, que no dudaba en lastimar a una mujer para que ella declare su culpabilidad.

reign132-1En sus primeras aventuras, Superman trepaba a los edificios, por lo general para atrapar a mafiosos cualunques que en muy pocas ocasiones representaban un peligro real para el héroe. La ausencia de grandes enemigos era algo característico de esos primeros números. Los únicos villanos que sobrevivieron a esa época fueron Mr. Mzyzptlk (1944), Ultra-Humanite (1939), el Juguetero (1943) y, como no podía ser de otra manera, Lex Luthor (1940), que era un científico ambicioso y no el poderoso magnate que hoy conocemos. El conflicto recurrente en esta primera época, y que para Siegel era un verdadero imán de lectores, eran los constantes intentos de Lois Lane por descubrir la verdadera identidad del superhéroe.

El Superman de la Golden Age, hay que decirlo, no era ninguna maravilla. Incluso visto desde hoy, es un comic muy anclado en su época, y el motivo por el que pegó tuvo que ver exclusivamente con la idea del superhéroe y lo novedoso de esta premisa. Pero lo que Siegel y Shuster hicieron, a pesar de las fallas que puedan tener sus historias, no es poca cosa: ellos sentaron las bases del género de superhéroes, y sin el trabajo de ambos no hubiera existido la industria del comic tal como la conocemos hoy en día.

 

JUICIO FINAL (1)

Pronto los editores empiezan a desconfiar del talento de Siegel y le dicen que busque algunos escritores que lo ayuden con los nuevos guiones. Las partes envueltas en la creación de nuevas historias comenzaban a chocar, y a mediados de los ’40, Siegel comienza a incluir varios elementos absurdos que se alejan de la aventura pura, lo que a los editores no les hace nada de gracia. La cosa se ponía tirante, Shuster no daba abasto para dibujar la gigantesca cantidad de páginas con la que tenia que cumplir mensualmente y Siegel parecía perder el timón con las historias.

superman04_thumbEstalla la Segunda Guerra Mundial y a Jerry lo llaman del Ejército para que preste servicios. En ese paréntesis, Shuster dibuja a Superboy, una idea que Jerry había propuesto varias veces pero que le habían rechazado. Cuando Siegel vuelve de la guerra, en la National le niegan su antiguo rol como escritor en jefe de Superman y esto termina de agotar la paciencia del escritor, que estaba furioso por su bajo sueldo mientras que la editorial se hacía rica con su creación. Porque no olvidemos que había dibujos animados y seriales de radio y cine basados en Superman, que generaban miles y miles de dólares, de los cuales Siegel y Shuster veían una porción mícroscópica. Se les venía la noche, y la finalización del contrato estaba a la vuelta de la esquina.

Llegados a este punto hay que comentar algo. Según consta en varias fuentes, era Siegel quién mas se preocupaba por el futuro artístico de ambos. Shuster confiaba en su amigo y lo dejaba a él que arreglase las cosas. Esto tenia que ver con que Joe era mucho más tímido y retraído, y Jerry, debido a la temprana pérdida de su padre, estaba acostumbrado desde pequeño a salir y pelear por lo que era suyo. Siegel tiempo atrás había querido demandar a la National, pero Shuster logró apaciguar las cosas. Pero ahora la situación era extrema y Jerry y Joe estaban a punto de ver expirar su contrato y sabían que podían terminar afuera de la National de un momento a otro. Por esos días, Jerry llamó a un abogado al que había conocido de sus días en el ejército: Albert Zugsmith, “Zuggy”, y siguió su recomendación de que no importaba el papel que ellos habían firmado, tenían que demandar a la National sí o sí.

220px-Mister_Mxyzptlk_coverAquí aparecen los capos de la editorial por aquel entonces: Jack Liebowitz y Harry Donnefeld, dos empresarios tan poderosos como odiados en el ambiente del comic. Ellos fueron quienes absorbieron en mayor cantidad las ganancias por el personaje y quienes idearon el contrato por Superman.

Para 1946 el sueldo de Siegel y Shuster fue menor, ambos se quejaron y Liebowitz les dijo que Superman vendía menos, que había que ajustarse. Los chicos de Cleveland dijeron “basta”, se contactaron con Zuggy y en Abril de 1947 demandaron a National Comics Publication por 5 millones de dólares y exigieron que les fueran devueltos los derechos por Superman. Incluso en la demanda figuraba que la National debía darles dinero por la explotación de Superboy, un personaje que se desprendía de Superman y por el que no les habían pagado un sólo centavo. Era el inicio de una durísima batalla.

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