Desde Adentro

Me encanta decidir los encuadres y bocetar toda la página a lápiz, pero todo lo que viene después me hincha mucho las pelotas.

Tanino Liberatore

28/06/2015

| Por Staff de Comiqueando

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tlYo no sé escribir bien y nunca fui un gran lector. Le echo la culpa de todo a mi padre: cuando yo era chico, intentó imponerme la lectura y se le ocurrió que para eso me tenía que prohibir que dibujara. Naturalmente, yo hice exactamente lo contrario. Pero cuando empecé a dibujar, no pensé que eso podría convertirse en un trabajo.

Mi primer trabajo como dibujante, con el que me empecé a ganar la vida, fue imaginar e ilustrar portadas de discos. Fue allá por 1975, y de pura casualidad. Conocía a un guionista de historietas y su novia estaba por grabar un disco. De la nada, me pide una ilustración para la portada. A raíz de eso, trabajé tres años en el sello discográfico RCA (de Italia) y dibujé las portadas para un montón de bandas bastante marginales como Shaka Ponk o Bloody Beetroots.

Siempre digo que a la historieta llegué por accidente. Mi lenguaje natural es el de la imagen única, más que el de la secuencia. Cuando hago historietas, le pongo muchísimo trabajo a cada viñeta. Me encanta decidir los encuadres y bocetar toda la página a lápiz, pero todo lo que viene después me hincha mucho las pelotas. Por eso nunca publiqué demasiado.

Empecé en esto porque un viejo amigo de Pescara, la ciudad donde cursé mis estudios, estaba trabajando para una revista semi-underground y me pidió que le hiciera una historieta. A mí me gustaba la historieta y tenía cajones llenos de historias que nunca había terminado de dibujar. Así que les llevé una portada, me pidieron más y finalmente les hice una historieta que se publicó. Era la revista Cannibale, de la cual más tarde se desprendió Frigidaire. Pero siempre me vi a mí mismo más como un ilustrador que como un historietista, por eso no estoy tan orgulloso del trabajo que hice en aquella época.

lucy_Además, en cada etapa importante de mi carrera busqué una técnica distinta. Cuando hacía muchas historietas de RanXerox, le daba durísimo a los rotuladores. Me encantaban, eran algo rápido, moderno… como la historieta. Para los tonos planos usaba unos Pantone de punta gruesa, y para los volúmenes probaba con lo que tenía a mano: lápices, maquillaje de teatro, cualquier cosa. Y después le metía los dedos para lograr el efecto esfumado que yo quería. Pero llegó un punto en que el rotulador ya no me generaba el impulso de crear cosas nuevas y fue un punto final. De golpe dije “acá se termina esta serie”. Más adelante, cuando me embarqué en el álbum de Lucy (2007) fue porque había descubierto una nueva técnica, que era la de trabajar todo en digital, con la computadora.

Durante muchos años, lo único que leí fueron historietas. Por suerte mi viejo me mandó a estudiar a una escuela de arte, donde descubrí a Miguel Angel y a los grandes maestros italianos, y después estuve dos años en Roma, estudiando arquitectura. Fueron dos años en los que lo único que dibujé fueron edificios, hasta que un día mi hermana me regaló un juego de pinceles y pinturas. Ahí se terminó mi carrera de arquitecto. Y mi estilo como dibujante viene de esa mezcla entre Miguel Angel y los historietistas a los que amo desde chico: Moebius, Hugo Pratt, Gil Kane (me enamoré de su dibujo cuando trabajaba en Green Lantern)… algunas cosas de Corben, sobre todo cuando experimenta con la iluminación… Will Eisner, a quien descubrí de más grande…

De a poco le estoy empezando a soltar las riendas a mi herencia cultural italiana: Miguel Angel, la escuela de Florencia, Caravaggio… son cosas que uno reprime un poco cuando lleva tantos años 2hd2qm9viviendo en Francia. Fuera de los pintores italianos, el que más me impactó fue Manet, y más atrás te pongo a Toulouse-Lautrec, Gauguin y Van Gogh. Todo eso se ve en mis dibujos. Los dibujantes somos gigantescas esponjas.

¿Por qué en Francia los historietistas son considerados estrellas y en Italia no? Es algo que aún hoy no termino de responderme. Yo me hice conocido en los dos países más o menos al mismo tiempo, gracias a Ranxerox, que se publicó casi simultáneamente en los dos países. Pero el éxito me llegó más rápido en Francia. Yo creo que los lectores franceses e italianos tienen una forma distinta de mirar la historieta. En Italia, pareciera que los lectores creen que la historieta es algo más descartable, algo que se lee y se tira a la basura. En Francia se lo toman todo mucho más en serio. También por eso los editores rompen más las bolas con el tema de la violencia… A mí con Ranxerox me volvían loco. Creo que en Italia se entendió mejor el hecho de que la violencia de Ranxerox estaba exagerada, no era real, era más un recurso cómico que violencia de verdad.

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