Desde su refulgente –y merecidísimo- éxito allá por mediados de los ‘80s, mucho se especuló sobre el traspaso de la obra magna del barbeta de Northampton a las pantallas masivas. Que serie de televisión de doce episodios, que saga de tres películas, dibujos animados, se especuló con todo y siempre la cantinela era “Pero nada va a superar al comic”. Bueno, lo siento; Zack Snyder lo logró. Así de entrada, esta frase quizás te patea un poco el hígado y pensás que quiero hacer la “Gran Fede Velasco” y tirar fruta fácil para que salten a postear comentarios, pero pongamos el freno de mano un toque y acompañame en este análisis. Preguntémonos –teniendo en cuenta la versión más extendida de la obra, no lo que vimos en el cine- ¿qué le falta a Watchmen: the movie (2009) para ser mejor en términos de adaptación? ¿Qué parte fundamental del comic está dejando afuera? La única respuesta puede referirse a nimiedades que no cambian en lo más mínimo el espíritu de la obra. TODO lo que hace de Watchmen una gran historia está en el guión de la película. Por supuesto, los dibujos de Gibbons son mejores que el casting de la película, en donde Ozymandias es un puto relamido mala-leche que te olés que se trae algo entre manos desde su primer frame. Pero más allá de los trucos propios de la historieta (que el cine reemplaza con los suyos, como una banda de sonido alucinante y efectos de la concha del mono), esta adaptación es perfecta. Es un homenaje a Watchmen desde el respeto y el amor por la obra, con una fuerte apelación a la nostalgia, tal cual el comic.
¿Y por qué cometo la herejía de decir que es mejor que la mismísima obra del nigromante Alan? Porque además de aggiornarla un poco a los tiempos que corren, le da una vuelta de tuerca al tema del monstruo gigante alienígena del comic y lo reemplaza por el Dr. Manhattan. Listo, se acabó. ¿Cómo acabás con un dios? Haciéndole creer a todos que en realidad es un demonio. Brillante. No hay marcha atrás. En el comic, Manhattan se va un poco porque sí, por lo del cáncer, lo de Lori, por reventar a Rorschach y bancar a Veidt, por aburrimiento… Es un conjunto de cosas que podría llegar a superar y hacerlo volver (DC ya lo está analizando para la pronta Watchmen 2: El Regreso). Mientras que en la versión fílmica, Ozymandias convierte al Dr. Manhattan en el culpable del Apocalipsis, en El Enemigo cuya existencia mantiene unida a la Humanidad. ¡Glorioso! Si volvés, no sólo todos te van a odiar, sino que te arriesgás a que la situación de kilombo atómico y enemistades políticas vuelva a resurgir. Chau, estás fuera.
Y no me vengan con el chamuyo de que Moore no la vio, porque no se la creo ni ahí. Estoy seguro que la fue a ver, aunque sea disfrazado de uno de los de ZZ-Top o de linyera, pero la vio y apuesto mis portfolios de Watchmen autografiados por Gibbons a que le gustó.
Ni serie de doce episodios, ni trilogía… a comerla. No hay forma de superar esta adaptación de uno de los mejores comics de todos los tiempos. Que las negativas de un autor resentido con una empresa avechucha y con su propia estupidez a la hora de firmar un contrato no manchen una gran película. ¿El brujo no quiso cobrar un peso? OK, seguí participando; Gibbons se entrega hasta para Before Watchmen, Watchmen Adventures, Watchmen Babies y a facturar se ha dicho. Aplausos de pie para un director respetuoso e inteligente que logró una adaptación mejor que un comic magnífico.
Y como ya es costumbre, nos vamos enviando al paredón del oprobio a una película cuyo proceso de traspaso del comic a la pantalla es una verdadera vergüenza, una falta de respeto para los que queremos al arte. Ejemplo de lo que NO se debe hacer a la hora de adaptar un comic: Dragon Ball Evolution (2009) de James Wong y –como diría Lucas Ferrero- game over, maestro.
Vamos: o hacen que me dé cuenta de que leen la columna posteando comentarios, o me dedico a otra cosa. Hasta pronto.
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