El rugido de un artista
La segunda parte de la trilogía de Teresa (compuesta por The Blackholes, Grito Nocturno y El Pájaro y la Serpiente) es todavía más onírica y extraña que su primera entrega. Borja González se inspira en autores como Lucio Fulci, Thomas Pynchon, H.G. Wells, Philip K. Dick y Michael Moorcock por cómo juega con el tiempo y las distintas conexiones emocionales entre personajes y épocas.
La historieta aborda varios temas, como la amistad, la memoria, la personalidad y por supuesto, la identidad. Los tres temas están presentes durante todo el comic y hasta un personaje no se olvida que alguien que podría haber sido su amiga está desaparecida. González usa la pasión por el terror, la música, el manga y el animé para forjar lazos. Durante toda la obra estos temas están presentes y continuarán en la tercera entrega.
Maestro del tiempo
La ascensión del autor a ser un fuera de serie en el manejo del espacio, la narración y los distintos misterios, lo transforma en un clásico villano de Doctor Who, que viene a cambiar las reglas del juego. González se aprovecha de los pocos personajes (Laura, Matilde, Teresa) que tiene para construir relaciones, generar atmósfera y misterio. El artista español crea una especie de calamar o entidad relacionada a los árboles que azota a la ciudad durante toda la historieta y que genera tanto suspenso como la aparición del vampiro en el final. González no explica, sino que arma suspenso y de una manera elegante, sugiere más mundos y tierras paralelas de las que uno se imagina.
La realidad sigue rota
González es un lector de la obra de Dick y un apasionado del cine de Fulci, pero fiel a su estilo no explica nada al respecto. El artista español sugiere que hay problemas o misterios en la obra que son atravesados por criaturas o entidades pero no tienen resolución. Además desconocemos si en un futuro esto se resolverá o seguirá como misterio.
La otra cara del multiverso
La obra de González recuerda a la del querido Ian Edginton, escritor inglés que trabaja para Inglaterra y Estados Unidos con dibujantes como D’Israeli, Tiernen Trevallion, Steve Yeowell, Simon Davis y varios más. Edginton es un escritor fino, cuya obra está relacionada al steampunk y las ucronías, pero que se ve relacionado al trabajo de González por la pasión por Moorcock, Wells y la relación entre distintas realidades. Ambos son excelentes constructores de mundos que conocen cómo relacionar a los personajes y hasta me atrevería a reflexionar que parte del trabajo de Edginton también es un homenaje al gran Pynchon.
El cuento como influencia
El relato «La puerta en el muro», de H. G. Wells, puede ser la clave para entender la historieta, pero yo creo que es una referencia puesta para jugar al misterio y todo lo que sugiere. González quiere que el lector descubra si existe una puerta y un jardín dentro de su comic y si otros personajes o fanáticos descubren las similitudes entre ambas obras.
La pasión por Fulci
La presencia del director italiano en esta obra se manifiesta en su capacidad para generar misterio a través de dibujos y silencios, más que con su voz en off o sus diálogos cotidianos. La historieta transita un espacio donde lo cotidiano se vuelve extraño, un recurso típico del terror surrealista y también de González, que ya lo había marcado en The Black Holes.
La comunidad
González está obsesionado con el rol del fanzine y la importancia de la información dentro de sus historietas. En este comic uno de los personajes principales, Teresa, es la dueña de una pequeña librería especializada en terror, qué también distribuye su propio fanzine llamado Grito Nocturno. Teresa es una apasionada por el terror y tiene posters de Arthur Machen y de Th Raven de Edgar Allan Poe. Otra vez González muestra su pasión por comunicar intercambio de data y cómo sus personajes son apasionados por el animé, el material en físico y su curiosidad por lo desconocido.
Héroe de la síntesis
En esta segunda entrega el autor creció con su narrativa y estilo minimalista para generar mejores puestas en página y más misterio a su atmósfera. González es un narrador de primera que dejó el alma y la vida en dos lugares: El bosque y la librería. Ambas locaciones son muy protagonistas en esta historieta. No me sorprendería que en una historieta autobiográfica surrealista, el autor grite a mil voces que en otra vida o en una reencarnación a futuro, fue librero y lo único que vendía eran joyas, grimorios y material descatalogado.
El último aullido
La segunda entrega de esta trilogía es la que te hace fanático de la saga y del autor. González no solo es un artista fino que sabe crear un universo sino que también te enamorás y enganchás con los personajes. Este es el trabajo que lo consolida como un autor prendido fuego en lo suyo. Un historietista que sabe qué contar y cómo, tanto que en pocas páginas te crea una atmósfera atrapante y misteriosa.
La relectura de esta obra solo deja al lector con el sueño de que a futuro salga un spin-off o una secuela llamada Grito Nocturno 38, y que sea en clave y cuente qué pasa en ese fanzine mítico que sólo Teresa posee.
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