Alegría, con su potente cóctel de humor, sátira, caricatura y crítica, como uno de los hechos políticos más interesantes de la era “cambiemista”.

Alegría: Dancin’ in the Macrisis

07/11/2018

| Por Javier Hildebrandt

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alegria-segundo-anuarioEs interesante notar lo difícil que resulta hacer humor crítico con la gestión de Cambiemos. La aparente simplicidad para mofarse de un grupo de funcionarios cuya estrategia de comunicación se planifica al milímetro (uno de los pilares sobre los que se edificó el triunfo de Mauricio Macri en 2015), y permanentemente alimenta la agenda mediática con declaraciones provocativas, puestas en escena para redes sociales, parafernalia festiva (globos, bailes), disfraces y manifestaciones rayanas en lo absurdo. Todo este pastiche frívolo contrasta con la profunda complejidad que encierra el centro de la alianza, conformada por sectores conservadores y liberales provenientes de lugares disímiles, que difícilmente puedan estar unidos por otro sentimiento que no sea el espanto (ya sabemos a quién).

Esta elaborada programación distractiva logra que la agenda informativa general se concentre casi exclusivamente en ella, y es lógica la tentación para el humorista político de apuntar sus ideas y sus lápices hacía allí. El chiste fácil e instantáneo está servido en bandeja por un montaje preparado especialmente para caer en el ridículo.

LangerEn el camino, el macrismo ha inventado esta cruzada por desintoxicar de política –oscura, anacrónica y corrupta, tal como ellos la presentan- a la sociedad y vaciar de contenido simbólico sus acciones, de forma diametralmente contraria al kirchnerismo. Se instaura en paralelo esta ideología (aunque nunca la llamarán así) de la meritocracia y el esfuerzo individual, la culpa por el despilfarro, ajustarse porque el país lo necesita, la participación en redes sociales sin cortar las calles, una cierta comprensión efímera por la pobreza, el look descontracturado, el chiste sobre fútbol, viajar en subte con tu mascota y sacarte una selfie con el chofer del bondi.

Podeti

Por detrás y en silencio, los especuladores de la bicicleta financiera, las compañías multinacionales que fugan sus capitales al exterior, los grandes empresarios agropecuarios y los tradicionales sectores de la oligarquía –los mismos de hace más de 100 años- siguen siendo los ganadores de un modelo que ahoga lentamente a la clase media y pulveriza a la población más humilde. Hacer mella en ese centro puntillosamente camuflado es sin duda un desafío motivador para el humorista gráfico; poder hacerlo con eficacia, inteligencia y apelando a la síntesis gráfica, más aun. En sus mejores momentos, este segundo anuario de Alegría –motivo principal de esta nota- sabe dar en el blanco.

 

 

 

MaléficoNo es solo brasilera

Breve introducción para quienes no lo conocen: Alegría es un grupo de humoristas gráficos que desde Febrero de 2016 publica sus trabajos en un sitio de Facebook (facebook.com/alegriapolitica). La variedad de estilos y miradas es bastante heterogénea, pero tienen como base común la crítica al actual gobierno. El año pasado, el sello La Maroma editó un primer volumen “anuario”, con una recopilación de viñetas e historietas publicadas durante el primer año del sitio, y hace algunos meses ha sacado a la venta un segundo tomo, con trabajos que abarcan desde Febrero de 2017 hasta Enero de este año. Ambos volúmenes cuentan -junto con el material aparecido originalmente en la web, agrupado por meses- con historietas inéditas, y textos que repasan los temas de actualidad más destacados de cada mes y ponen en contexto las viñetas publicadas, a cargo de periodistas, escritores y humoristas entre quienes se cuentan Carlos Busqued, Ricardo Aronksind, Ingrid Beck, Diego Trerotola y Martín Garabal.

OttoLa cantidad y sucesión de viñetas concentradas en 240 páginas puede llegar a abrumar si se pretende bajar el libro de una sola sentada, pero es probable que no exista mejor resumen histórico del último año político en la Argentina que este. Desfilan por aquí varios temas que aún hoy siguen en plena vigencia (tarifazos, desempleo, represión policial) y otros que denotan lo efímero de la polémica (¿alguien se acuerda del “escándalo” por el topless en una playa?). Si bien aparecen trabajos que redundan en la demonización del gobierno, presentándolos como simples “feos, sucios y malos” que llegaron a destruir todo por pura maldad, y se cae en facilismos que terminan por aburrir en su repetición, en Alegría brillan también algunas joyas que deslumbran por su inteligencia, por la astucia de buscar el lugar para “pegar donde duele” y por encontrar una síntesis gráfica que impacte y permita a la vez lecturas sucesivas. Tampoco escapan a las polémicas que con harto frecuencia se encienden en las redes sociales, y algunas de ellas aparecen trasladadas al libro, con comentarios, a veces, interesantes y otras –muchas- con el grado de profundidad y corrección gramatical habitual en las redes.

MancorEntre los nombres clásicos que aparecen en el anuario nos encontramos con Podeti y Langer, que aportan varios de los mejores momentos del libro. Sorprende también Marcos Vergara, a quien conocemos mejor por su trabajo en historieta narrativa, con una serie de viñetas satíricas en blanco y negro, en un estilo sintético que recuerda mucho a los trabajos de El Roto. Y la descose, como siempre, esa dupla de virtuosos conformada por el Polaco Scalerandi y Sémola Souto, que ponen toda su potencia gráfica en varias viñetas, y se consagran con la tapa y contratapa, auténticas obras maestras.

Entre las firmas más nuevas, sobresalen Maléfico y Mancor, cada uno con un estilo muy afianzado y algunas viñetas muy buenas; Hor Lang, que se destaca sobre todo en las historietas, con un estilo clásico y de narrativa ajustadísima (en el sitio de Alegría se pueden ver sus brillantes parodias a Nippur de Lagash, aun no incluidas en libro); Cape, excelente caricaturista que merece ya mismo el salto a un medio masivo, y muchxs otrxs (Otto, Catinga, Agite, Pupi Herrera) que clavan varios goles en el ángulo.

VergaraResistiendo con humor

Para cerrar, hay una frase del prólogo de Pablo Fayó que parece resonar durante todo el libro: “¿por qué ponerse a hacer chistes en la cubierta del Titanic? Porque es una necesidad humana”. La burla a la autoridad es una de las actitudes más genuinas y espontáneas por parte de los sectores oprimidos, una forma más de reconocerse en la resistencia. Y además, crece como una bola de nieve, se vuelve imposible de detener. Difícilmente un macrista acérrimo se convenza de lo contrario luego de leer Alegría, ni tampoco debería tratarse solo de un lenguaje de club cerrado, o de una prédica entre conversos. Se trata de encontrar herramientas para profundizar la reflexión, reforzar los argumentos y vislumbrar posibles soluciones para problemas que parecen no tener fin. Si el humor gráfico, además de distender, ayuda a sacudir algunas cabezas, tendrá un alcance mucho mayor del que se pueda prever. No es una locura pensar, entonces, a Alegría, con su potente cóctel de humor, sátira, caricatura y crítica, como uno de los hechos políticos más interesantes de la era “cambiemista”.

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